~Capítulo 13~

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¿Acaso estoy arriba de las tazas giratorias?

Nada de lo que pasa a mi alrededor se enfoca de la manera correcta, todo se mueve.

A mi cuerpo lo siento pesado e inútil. Y eso, al parecer, me causa mucha gracia.

Siento cosquillas en mis manos, ya no tiemblan como hace... ¿una hora? No lo sé.

Y más allá del cosquilleo, mis manos se encuentran vacías. Me pregunto dónde estará mi vaso de ron con coca.

—Mack... te llevaré a tu casa.

Dice Aiden mientras intenta que me ponga de pie.

—Por favor, Mack, coopera conmigo.

Oh Aiden...

—Yo no quiero irme.

Mi voz patina, mucho más la r.

—Se tienen que retirar —interfiere una voz masculina que desconozco.

—Ya lo sabemos, sólo déjenme a mí.

Oh Aiden...

Apoyo los puños sobre la barra con fuerza, y repito una vez más mis palabras, mi deseo: no quiero irme.

Pero las voces a mi alrededor insisten en que lo haga. Algunas son agresivas, y autoritarias. Mientras que una en particular es paciente.

Sólo quiero beber mi vaso de ron con coca, ¿es tan difícil de entender? No estoy molestando a nadie, sólo quiero beber como todos aquí.

Pero la voz paciente insiste, e insiste. Y a su pedido, le suma su agarre a mi brazo.

—No me toques —quito su mano de mi brazo.

—Sólo quiero que salgamos de aquí, Mack. Has bebido mucho, necesitas descansar.

Me río.

—Necesito otro ron con coca —me vuelvo a reír al darme cuenta de que no puedo pronunciar bien la bebida.

—Señorita debe retirarse —habla la voz masculina autoritaria.

—Y tú callarte.

—Mack...

—¡Oh, tú también cállate!

Las voces se tornan agresivas, incluso la que era paciente. Todos quieren que me vaya, nadie me deja beber tranquila.

Mmm... Ahora que lo pienso, en la nevera tengo vino blanco.

Bien, si no me dejan beber aquí, me iré a la soledad de mi departamento.

—¡Argh! De acuerdo, ¡me voy!

Bajo del taburete, y frunzo el ceño ¿en qué clase de bar estoy? Pues el suelo parece más bien arena movediza.

Camino con dificultad, chocando con varias mesas, sillas y personas. Muchas de ellas se enojan, me insultan o me llaman borracha.

¡Ja!

Aiden me llama a mis espaldas, pero yo no quiero estar con él.

Salgo del bar, y la brisa fría acaricia mi rostro logrando que mi cuerpo se relaje.

—Mackenzie...

Aiden sale detrás de mí, pronunciando mi nombre con preocupación.

—Estoy bien.

—No, no lo estás. Te llevaré a tu casa.

—No. Quiero irme sola.

—No puedes irte sola así.

Tú, mi refugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora