Es el momento de enfrentar a Jeremy, a Michelle, a todos los jefes.
Aiden quiso que me quedara un día más en casa para así estar lista mental y psicológicamente a todo lo que esto requiere.
Pero lo cierto es que nunca voy a estar lista. Y en el caso de estarlo, si me propongo actuar de una manera, sé que me terminaré comportando totalmente diferente a lo planeado. Como cuando tienes tus palabras listas para decirle a la persona que quieres, pero al verlo, sientes que te caes ante él y todo lo planeado se esfuma.
Pues bien, que sea lo que tenga que ser. De todas maneras, creo que tengo todas las de perder, aunque Aiden me diga lo contrario.
Me detengo en seco cuando me encuentro a pocos pasos del hotel. Cuando Aiden se percata de esto, detiene sus pasos y me mira a los ojos.
No sé si nota mi terror, mi angustia, mi dolor, pero hace una mueca al verme. Se acerca con pasos lentos, y cuando está frente a mí, una sonrisa se dibuja en su rostro cansado.
Me siento mal por él, lleva ojeras, y los ojos tanto rojos como cansados por haber dormido mal a causa mía.
—¿Y si no reaccionan como tú crees? —le pregunto con mis ojos puestos en el suelo.
Aiden coloca su mano sobre mi barbilla y hace que lo mire. En sus ojos encuentro todo lo que a mí me falta; fe, esperanza, y cariño.
—Sé que lo harán. Y en el caso de que no lo hagan, pelearé para que eso suceda.
—¿Y poner en riesgo tu trabajo? No Aiden, este problema es mío.
—Pero no estás sola.
Suspiro, y ladeo con la cabeza.
—Prometeme que si no reaccionan como esperas, no harás nada al respecto.
—Mackenzie...
—Prometelo.
Ahora es él quien suspira, y noto su resignación. Sabe muy bien, o sospecha que no voy a aceptar otro tipo de respuesta.
—Lo prometo —responde mirándome a los ojos. Es todo lo que necesito para creer en sus palabras, y no sentir que lo dice sólo para dejarme conforme.
Junto fuerzas, aunque no sé bien de dónde, me armo de valor y camino todos los pasos necesarios hasta cruzar la puerta.
Navidad se acerca, y por lo tanto, el hotel se encuentra adornado en su representación. Incluso hasta hay más turistas de lo normal. Creo que se viene un mes bastante movido, y si no me echan hoy, al menos tendré la mente un poco ocupada. Yo creo.
Michelle está parada a pocos pasos de la recepción, aún no se percata de mi presencia, está muy concentrada en los papeles que tiene en sus manos.
—Debo empezar con los viajes —me habla Aiden, pero no quito mis ojos de Michelle. Mi terror se hace más presente, y se hace notar en el temblor que hay en mis manos.
En mi mente se hace presente la idea de beber el whisky que compré hace poco, ese que aún sigo con ganas de probar.
Cierro los ojos y respiro profundo una y otra vez para intentar quitar esa idea de mí. Pero es imposible, no lo consigo.
¿Qué hago aquí?
Aiden tenía razón, tuve que haberme quedado. Tal vez en estos momentos estaría degustando ese maldito y costoso whisky.
—Mackenzie —cuando abro los ojos, Aiden está frente a mí, con sus manos como garras en cada brazo— ¿Estás bien?
—Sí.
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Tú, mi refugio
RomanceA Mackenzie le rompieron el corazón. Las personas que menos esperaba, a quienes más amaba y consideraba su familia, fueron los causantes de su dolor. Su mejor amiga y su novio juntos. Desde ese entonces, Mackenzie se siente sola y devastada. Y al n...