Sweets to the sweet | ym

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agustd

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agustd Ninguna de las cuatro estaciones está hecha para mí.

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 Se sentaron al fondo de una bonita cafetería; Yoongi usualmente la visitaba cuando quería darse un descanso del estudio y la presión de las canciones, promociones y desacuerdos entre composiciones. Era un lugar seguro para relajarse sin fans locos o cámaras indiscretas.

Observó a Jimin frente a él, con sus lindos ojos puestos en la pequeña carta negra que un mesero les había brindado y sus manos sosteniendo sus sonrojadas mejillas.

—¿Qué me recomiendas pedir, hyung?—

—¿Te gustan las cosas dulces o prefieres lo salado?—

—¡Me encantan los dulces!—

—Entonces no tengo la menor idea, pequeño—

Jimin había ordenado un pastel de fresas con betún y un capuccino con vainilla, mientras él prefirió lo usual: un americano y un par de croissants. Eran muy diferentes en ciertos aspectos, pero eso solamente lo hacía más especial.

En esa pequeña merienda, aprendió que Park Jimin era experto en ballet, danza contemporánea y canto desde los 9 años; le gustaba tejer, jugar juegos de mesa y tomar duchas largas para olvidarse de todo. Fue trainee durante tres años, era de Busan y le gustaba ver vídeos de gatitos en su tiempo libre.

Además, era la persona más dulce que había conocido en su vida.

—En realidad no fue difícil que me aceptaran en la empresa; el CEO dice que tengo talento, y eso es lo importante, lo único malo es que, como omega, debo seguir ciertas reglas: no tener pareja hasta cumplir tres años de contrato, no promocionar en periodo de celo y evitar el contacto público con alfas dentro del medio—

—Es decir que si trabajamos juntos debe ser secreto—

—Sí, al menos hasta que salga el trabajo a la luz—

Jimin abultó las mejillas e hizo un puchero. Yoongi soltó una risa nasal y acarició su cabello, asegurándose antes de que nadie los viera. ¡Ese chico era tan tierno!

Hablaron sobre cosas triviales como el clima, las comidas favoritas e incluso los enigmas de la vida hasta que se dieron cuenta que habían pasado dos horas seguidas hablando cómodamente.

Yoongi pidió la cuenta.

—Hyung, yo pagaré lo que pedí—

—Claro que no, yo te invité—

—¡Nunca dijo eso!—

—Bueno, acabo de hacerlo hace tres segundos—

Cuando regresaron al estudio charlaron de manera profesional sobre los planes y propuestas que tenían en mente. Jimin pasó la tarde entera escuchando la voz grave y atractiva de su hyung y, sinceramente, nunca se había sentido tan emocionado.

Para cuando su pequeño encuentro terminó, intercambiaron teléfonos y prometieron comenzar a trabajan una vez tuvieran planeado el concepto.

Ni Yoongi se esperaba pedirle una cita dos días después.