2| Capítulo 11.

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El corazón desesperado de Sky Rogers latió desesperadamente sin precendentes, presintiendo el peligro que se hallaba a tan sólo pasos, debajo de su cuerpo.

Con las manos temblorosas, se apoyó en la pequeña jamba de la puerta perteneciente al ático. Al posar sus orbes desorbitados en la rendija, observó la oscuridad absoluta debajo suyo. Era una obscuridad que sus ojos nunca habían llegado a presenciar anteriormente, tan absoluta como aterrorizante. Aquella soledad solo anunciaba problemas; solo anunciaba muerte.

Apretando con nerviosismo el papel antiguo que contenía lo que para ella era la salida al infierno personal que aquel irreverente payaso había construido para ella, suspiró atemorizada, completamente asustada, disponiéndose así a bajar las escaleras.

Apretó con angustia el tubo lateral de la escalera, posando sus pies firmemente en el primer escalón. Con miedo de lo que se encontraría a tan sólo pasos, siguió bajando, con un solo objetivo en mente: salir de la casa a como diera lugar.

Al estar del todo en el suelo, su visión quedó completamente nula, como si la luz penetrante del día se hubiese desvanecido y toda la noche ínfima se hubiera arrumado en la casa. Sky, con los latidos de su corazón rugiendo en sus oídos, se apoyó en la pared que tenía al lado, respirando con dificultad debido al miedo puro. Temía tener los ojos abiertos, y temía aún más el cerrarlos.

Inmediatamente, recordó el móvil que reposaba en su bolsillo delantero del pantalón, el cual había sido un regalo de Jack. Con torpeza, lo sacó, activando la linterna incandescente que el teléfono contenía. Sus ojos se apretaron al tener nuevamente vista, y su estómago se revolvió dolorosamente al ver enfrente suyo. Sangre, pura y viscosa esparcida por todo el suelo.

Al observar esa escena, Sky pasó saliva. Era solo una trampa, una ilusión profana obra de aquel monstruo que ahora se regodeaba en la oscuridad de su alrededor. No era más que un juego, que ahora, ella estaba perdiendo. Su teléfono permanecía concienzudamente sin señal, por lo cual llamar tan siquiera a su pareja era imposible. Estaba incomunicada, y con la soga anudada al cuello.

A pasos lentos, Sky avanzó por el pasillo, iluminando cada cosa a su alrededor. Las habitaciones se encontraban cerradas, y la única luz era la suya. Marcas de manos ensangrentadas se podían ver en las paredes, como si alguien hubiese osado el tocarlas al pasar por allí. La rubia suspiró dolida, alentándose internamente con la idea de que ya había encontrado la salida a una vida mejor; había encontrado la muerte de Pennywise pactada en esos textos ilegibles. Solo quedaba llevarla a cabo.

De la nada, Sky paró su caminata de golpe, respirando con aún más agitación que antes; no podía moverse, ni tan siquiera parpadear. Estaba impávida, con el pánico inundando su mente.

Todo debido a la respiración tibia que se encontraba en su nuca.

—¿Sabías, querida, qué cuándo el corazón deja de latir... —En este punto, un dedo frío se pasó por su pecho, posándose sobre el área donde estaba contenido su corazón retumbante—, el cerebro sigue funcionando por siete minutos? —Un chasquido extraño se oyó, seguido de una risa—, cuando te mate, aún quedarán siete minutos para jugar.

En este punto, el ente malévolo empujó con violencia a Sky al suelo, estampándola con brusquedad en el mismo. La rubia soltó un chillido trémulo, mientras su mente le exigía el correr y encontrar una salida a aquel tétrico laberinto.

Pero, al parecer, Eso tenía planes distintos.

Con inmoralidad y absoluta locura soez, el ente volteó el cuerpo de la chica, dejándolo boca arriba. Sky pataleó y forcejeó, pero sus intentos por detenerlo fueron infructuosos. Eso pasó una mano por el vientre de Sky, haciendo que el papel que contenía las notas crujiera con levedad.

Rotten: It/Eso [Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora