2| Capítulo 6.

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Temblé frenéticamente en cuanto la voz habló en su tono maniático acostumbrado. Por acto mecánico, buscando mi propia supervivencia, retrocedí, sin despegar mi mirada de la sombra espeluznante que rondaba la puerta. Se movía frecuentemente, siendo casi inhumana, queriendo hacerme sentir aún más desamparada al estar tan sola, y lo peor, a su total merced.

Pero no lo permitiría una vez más; ya no era aquella adolescente insegura y torpe que había pisado Derry hace diez años atrás. Esta vez, estaba dispuesta a todo con tal de estar a salvo. Con tal de volver a mi vida, la cual había abandonado con torpeza por venir aquí, únicamente persiguiendo imposibles.

Me agaché con lentitud e hice el ademán de retroceder, mientras él seguía allí, parado en la oscuridad de la cual era originario. Antes de al menos avanzar en mi huida, nuevamente su voz resonó. Terrorífica y fría.

—¿Sabes algo, Sky? Los niños son algo bastante interesante. Crecen, y abandonan su niñez con rapidez macabra. Pero son tan frágiles... Tan frágiles hasta el punto de que sus vidas pueden ser rotas en un segundo, ¿no es así? De un solo movimiento —explicó frenético, arrimando carcajadas feroces a sus palabras incoherentes—, tan frágiles. Como los que aún no nacen.

Inmediatamente, me llevé mi mano derecha al vientre, entendiendo perfectamente sus retorcidos juegos de palabras. Estaba tocando terreno desigual, hablando de la vida de mi hijo. Temblé aún más fuerte, casi errática, al quedarme allí, sin poder correr ni dar un paso en falso. Sus pisadas rotundas se oyeron acercarse, pero no podía moverme. El pulso de mi corazón enfurecido resonaba en mis oídos, pero yo me mantenía estática, sin poder tan siquiera parpadear. Me estaba controlando enteramente, lo cual era la experiencia más catastrófica que había percibido alguna vez.

—Tengo algo para ti.— Susurró anhelante, tan cerca de mi cuerpo que su aliento gélido se golpeó contra mi oído. A pesar de esa cercanía mortal, mi anatomía seguía sin acatar órdenes, únicamente temblando ante el miedo infernal que me producía la bestia.

En aquel instante ínfimo, sus dedos blancos y enguantados cual caricatura grotesca se acercaron a mi rostro. Quise gritar, salir corriendo o simplemente hablar, ¡pero era imposible! Estaba atrapada en mi propio cuerpo.

Sus dedos cerraron lentamente mis párpados, sumiéndome en una oscuridad impresionante, más incomprensible y rota de lo que jamás había presenciado en el transcurso de mi vida.

Sentí movimientos a mi alrededor, y entonces di un gran respiro, volviendo a la realidad de la que acababa de ser expulsada confusamente. Pero, debería decir que aquella no fue exactamente mi realidad.























Un goteo repentino y gelatinoso se estrelló contra la piel de mi frente, haciéndome parpadear de repente. Abrí mis ojos, sintiendo el frío del suelo colarse por mi ropa ligera. Me moví un centímetro y mi cuerpo traqueó, causándome un dolor inmenso. Me incorporé, observando lo que tenía a mi alrededor mientras mi anatomía se retorcía por dentro de dolor absoluto.

De repente, solté un grito cargado de horror, parándome sin importar la pesadumbre que me recorría de pies a cabeza. Retrocedí alarmada, y entonces me estrellé con una máquina que estaba soltando pitidos numerosos. Me encontraba encerrada en un quirófano.

—Oh, no... —Dije, a la par de que mis ojos veían más allá una camilla, acompañada de un lloriqueo femenino insistente—, despierta, despierta.— Me persuadí a mí misma con frenesí.

—¡No, por favor!— Volvieron a gritar, haciéndome trastabillar por un segundo. Antes de poder moverme más allá, un grupo de enfermeras y médicos atravesaron la única puerta disponible en el quirófano, cargados con varias máquinas y tubos grisáceos, acercándose con prisa a la camilla. Varios aparatos medicinales obstruían mi visión de la paciente, entonces simplemente me mordí el labio, debatiéndome entre acercarme o gritar por ayuda, ya que al parecer ninguno de los presentes parecía verme.

Rotten: It/Eso [Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora