Capítulo 4.

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Luego de darme un corto baño –sin poder despegar mi mirada del extraño globo, el cual no me atreví a tocar– me vestí casualmente y bajé trotando las escaleras. La tarde caía lentamente y no recordaba lo último que había comido. Mi estómago rugía, descontento por la falta de alimento.

—Por fin— dijo Annie, cuando me vio bajar por la escalera—, vayamos al centro, quiero que conozcas todo.

Asentí sonriendo y la seguí. Ambas salimos de la casa, mientras una ventisca me sacudía el cabello suelto. Mis mechones rubios se revelaron, revoloteando por todos lados.

Annie caminó delante mío por el porche, pero no le puse demasiada atención. Me quedé mirando la casa donde los chicos en sus bicicletas habían parado hace ya horas... ¿O eso había sido parte del sueño? ¿Todo había sido una pesadilla? ¿Qué partes se diferenciaban de la realidad?

—¿Estás bien?— Dijo ella. Yo asentí y ella palmeó mi hombro, haciéndome caminar a su lado.









El parque de McCarron parecía un gran festival. Luces de colores opacos por todos lados, junto con shows para niños y comida por doquier, se veía divertido. La gente sonreía y caminaba de un lado a otro, mientras yo parecía ajena al mundo. Solo podía ver con curiosidad pura el lugar, tratando de no perder el paso que llevaba Annie.

Por otro lado, Anabelle no paraba de hablarme maravillas de su pueblo natal. Me relataba como en su niñez tanto como en su adolescencia fue feliz, tal vez solo viendo el atardecer o bañándose en un lago con sus amigos. Me nombró bastantes lugares en Derry, los cuales después podría visitar a solas, pero realmente no estaba tan al tanto de sus palabras. Sentía como las miradas me calaban la espalda, tal vez intuyendo que yo era nueva, haciéndome pensar que era un nuevo reto ser aceptada en un lugar donde no había secretos, en donde todos se conocían con todos.

Frente al centro del parque, se encontraba una heladería pequeña, la cual se encontraba a reventar. Como supuse, Annie quería darse el lote con un gran helado, pero no pretendía entrar con ella, quería quedarme afuera.

—¿Segura qué puedes esperarme aquí? No quiero que te pierdas.— Me dijo Annie con gesto dudoso, viendo la cola que tenía la heladería.

—Tranquila, estaré bien, quiero ver que pasa en el parque.— Me excusé. Ella sabía bien que mi curiosidad era gigantesca, así que solo me asintió con una sonrisa diminuta y se encaminó a la tienda.

Suspiré y me froté los brazos, cruzando la calle a pasos rápidos para llegar al parque. Una pequeña tarima estaba frente a mí, mientras los niños reían ante las ocurrencias y trucos de un..., payaso.

Al verlo, mi piel celó. No era el mismo payaso de mis pesadillas, pero después de los sucesos que había vivido con un animador de su misma clase, cualquier contacto o acercamiento con los payasos me parecía aterrador. Y todo tan solo en un día.

Me quedé mirándolo y fruncí el entrecejo. No sabía si era el maquillaje exagerado o los trajes coloridos, pero no me inspiraba nada de confianza. Sí, estoy bastante grande para este tipo de miedos, pero tengo mis razones.

Al final, me iba a dar media vuelta para volver a la calle de la heladería, pero fue entonces cuando un pequeño cuerpo chocó con el mio. Bajé mi mirada y me encontré con una pequeña niña, rubia, con un vestido rosa sucio y dos coletas desordenadas. Lloraba, y sus ojos me imploraban ayuda.

—Hey — Susurré, poniéndome a su altura. Grandes lágrimas se escapaban de sus orbes azules—, ¿estás bien? ¿necesitas ayuda?

—Perdí... Perdí a mi hermano.— Me respondió con voz asustada y rota. Me sentí mal por ella, y le apreté un poco los brazos, demostrándole que no debía estar asustada.

Rotten: It/Eso [Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora