Capítulo 3.

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Llegar a Derry fue como retroceder en el tiempo. El sol brillaba, mientras la gente caminaba campante por las calles y realizaba compras. Era simplemente el lugar más hogareño y pacífico en el que había estado. Posiblemente Layla solo dijo esas barbaridades para asustarme. Este lugar parecía salido de una postal, proclamando felicidades y buenos deseos.

Cuando estuvimos más alejados del centro del pueblo, llegamos a una de las calles principales. En la que estaríamos alojadas era llamada Witcham Street, y se veía bastante tranquila. El autobús avanzó por el lugar y paró frente a una casa verdosa de dos plantas, con un patio delantero algo descuidado. La casa era hermosa, parecida a una de ensueño para muñecas de juguete. Era más de lo que esperaba.

Annie y yo tomamos nuestras valijas –las cuales no eran muchas– y procedimos a bajar del autobús. Los hombres suspiraban y miraban atentos la casa, tal vez anhelando su libertad. Por un momento sentí lástima; sabía que no verían la luz del sol en un buen tiempo.

Cuando estábamos bajando los tres escalones metálicos, un policía nos alcanzó las llaves de nuestro nuevo hogar. Annie habló con una sonrisa—. ¿Algo qué decir antes de no volver a vernos?— Bromeó.

El policía sonrió—. Yo que usted dormiría con un ojo abierto. Esta pequeña maliante podría hacerle daño. Espero no se arrepienta.

Yo le sonreí, enseñándole mi dedo medio. No soy así de sádica, ni sería capaz de una atrocidad así. Que gran imbécil.

—Espero que el autobús se estrelle. Suerte.— Dije, aún con mi sonrisa sarcástica. Annie apretó mi brazo y sin más se despidió del oficial, el cual tenía el ceño ligeramente fruncido.

—Vamos, Sky, no tienes que ser tan cruel siempre— Me riñó Annie, empezando a caminar hacia la casa mientras el autobús seguía su rumbo—, tienes 17 años, eres casi una adulta. No te comportes así.

Suspiré y asentí, sin decir más. Dejamos las valijas en el porche, a la vez que Annie abría la puerta principal. Ambas entramos, y de inmediato mis pulmones se llenaron del olor a aislamiento que había. Definitivamente nadie había vivido aquí en mucho tiempo.

Los muebles, televisión y demás cosas que utilizaríamos estaban resguardadas debajo de sábanas y plásticos, con tal de aislarlos del polvo. Para mi sorpresa, me encontré sonriendo a mitad de la estancia. El lugar era espacioso y luminoso, más de lo que me esperaba. Sentía que iba a ser más feliz aquí de lo que alguna vez había sido, y eso me reconfortó.

—¿Te gusta?— Preguntó Annie metiendo nuestras cosas. Asentí con una sonrisa y ella me imitó—, bien, ahora quiero que subas y escojas una habitación. Lávate y luego saldremos a comer algo. No olvides las valijas.

Volví a asentir y me devolví por mis maletas. Las tomé, y con pasos dificultosos, me dispuse a subir. Al estar del todo en el segundo piso, observé que había tres habitaciones, dos baños y un armario.

Avancé por el pasillo y escogí la habitación del final. Al abrir la puerta sonreí. Una cama con sábanas azules claras y unos cuantos muebles la componían. No era muy exigente, así que me acoplaría. Mi ventana daba vista a la calle de enfrente, por el porche.

Quité mis maletas de la puerta y entré, dejándolas en el suelo. Me dolían las manos, así que gruñí por lo bajo.

De la nada, un grito me alertó. Provenía de la calle. Agudicé mi oído y se volvió a oír, fuerte y claro. Era una risa masculina. La curiosa en mi interior entró en escena, haciéndome acercar a la ventana con rapidez.

Justo cuando me asomé, venían pasando cuatro bicicletas por la calle. El grupo era compuesto por algunos chicos, menores que yo, claramente. Uno con el cabello alborotado y gafas venía haciendo bromas, mientras todos reían gracias a sus ocurrencias.

Rotten: It/Eso [Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora