Capítulo 21.

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El cigarrillo dejó caer su ceniza, la cual retiré de mi ropa de un movimiento veloz. Nuevamente le di una calada, pensando en cuanto tiempo más tendría que perder para poder salir de aquellas cuatro paredes. Froté la colilla contra el cenicero y me rendí. Estaba jodidamente aburrida.

La puerta resonó, y rápidamente me erguí en la silla; me sentía furiosa. El oficial Bowers, tan sonriente y alegre de verme –nótese el sarcasmo, ya aquel hijo de puta solo le alegraría que estuviese muerta– se hizo paso en la habitación, cerrando la puerta tras su cuerpo lentamente. Agitó las llaves correspondientes en sus dedos, viéndome con una sonrisa burlona repleta de altivez.

Saqué otro cigarrillo de la cajetilla que estaba sobre la mesa y lo encendí en mi boca, dándole una bocanada antes de hablar—. Siempre es bueno ver a los policías corruptos con una sonrisa, te sientes más segura que nunca.

Él sonrió, sentándose frente a mí—. ¿Cómo te encuentras, Sky?

Lo miré, inclinándome y lanzando el humo en su rostro, cosa que lo enfureció—. Pues, considerando que sus policías me sacaron de mi hogar en la mañana como si fuese una bolsa de basura, supongo que bien. Algo así siempre me alegra los días.

Era así. Aquel día, en plena seis de la mañana, la mayoría de los policías en la comisaría, acudieron a mi hogar en varias patrullas. Allanaron mi hogar como si fuese un laboratorio de mentafetaminas y me sacaron esposada, indagando cada cosa que había allí, únicamente con la excusa de que «el general» me necesitaba.
Cabe recalcar que yo sabía bien que se trataba incubiertamente de Bowers jugándome una mala pasada desde su escritorio de policía malo. ¿Pero qué podía hacer? Últimamente me metía en tantos problemas que desconocía la mayoría hasta que me golpeaban en la cara.

Su sonrisa socarrona se expandió—. Espero que hayas disfrutado del paseo.

—¿Usted le da muchos de esos a su hijo, no es así?— Le insinúe burlonamente, y de inmediato su sonrisa se resquebrajó, convirtiéndose en un gesto de total molestia. Jaque mate.

Volví a fumar, esta vez despidiendo el humo por mi nariz—. Bien, vayamos al punto. ¿Qué hago aquí, y por qué?

Él se puso de pie, caminando a mi alrededor con las manos en la espalda.

—Supongo que son varias cosas, querida... Hace unas semanas, un niño de tan solo trece años fue recluido en el hospital. Antes de eso, uno entró en el centro médico pregonando un montón de mentiras e incubriendo a una criminal en potencia... Luego, amenazas a mi personal —¿Con amenazas se refiere a lo qué le dije aquí mismo con tal de descubrirlo y destapar sus mentiras? Vaya, eso era ventajoso. Si me consideraba una amenaza, me daba poder sobre él mismo y sus sucios secretos—, ¿sabes qué tienen en común todos estos hechos?

Me miró socarrón, y simplemente volví a exhalar el humo, encogiéndome de hombros con inocencia fingida; era más que obvio lo que tenían en común.

—Lo que tienen en común eres tú. Estás en todos lados, Sky Rogers. Eres como esa molesta mosca curiosa y estresante que nadie puede quitarse de encima.

—¿Y qué insinúa?— Pregunté. Él no respondió, así que ataqué de otra manera su flanco débil—. ¿Sabe que es lo divertido? Que si por alguna razón llego a desaparecer accidentalmente, o me sucede algún hecho fatídico, toda la culpa recaerá sobre sus hombros. ¿No es fantástico?— Dije en tono infantil.

—¿Y quién lo sabría, Sky? En este pueblo todos te han dado la espalda.— Rápidamente me reí.

—Todos no, oficial Bowers... Aunque ese será un tema que tocáremos en otro encuentro. Ahora, dígame que hago aquí, el día se esfuma.— Me quejé. Estaba impacientándome.

Rotten: It/Eso [Bill Skarsgård]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora