XXIV

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La hora prevista para la boda. Ha llegado. Todos los invitados se encontraban totalmente arreglados y preparados para el mayor acontecimiento que pasaría en Amazon Lily. Su emperatriz pirata, la mujer más hermosa de todos los mares, contraería matrimonio con el futuro Rey de los piratas. Todos tenían razones para estar ansiosos, como pocos, se mantenían al margen de la situación.

El novio, se encontraba dándole los últimos detalles al horrible corbatín que lo obligaban a ponerse para la ceremonia. Todo por amenaza de su padrino de bodas y por la novia de este. Se miraba a un espejo, con el ceño fruncido.

- ¡Deja ese corbatín de una buena vez!- le grita el rubio- Ya te dije que puedes quitartelo cuando la ceremonia concluya.

- Pero es incómodo- se sigue quejando- No quiero usarlo- mira la corbata que Sanji lleva, lo cual, ya es costumbre para él, luego mira a Zoro que no llevaba ese accesorio molesto- ¡¿Por qué tengo que usar esta cosa y Zoro no usa ninguna?!- reclama.

- ¡Por qué el cabeza de cactus no va a casarse tu sí!- le responde molesto- ¡Tenemos que salir ahora!, ¡Debes esperar a la novia en el altar!

- ¡¡No pienso usar esta maldita cosa!!- se la quita con furia y la lanza a algún lugar de la habitación, mira su aspecto, organiza de nuevo el cuello de su camisa y del saco de su traje. La mala cara que dibujaba su rostro es reemplazada por una sonrisa- Mucho mejor, ahora vámonos- dice para comenzar a caminar fuera del lugar.

- Te dije que no iba a usarlo hemorragias-kun- habla en tono de burla el espadachín.

- Cierra la boca maldito marimo- le gruñe fastidiado. Ni siendo su padrino, lo había convencido de usar eso. De haber sido Nami, lo habría obligado a las malas a usar el corbatín.

- "Sólo un poco más y Hancock será mi reina, solo mía"- dice en sus adentros, mostrándose tranquilo. Con una de sus bellas sonrisas adornando su rostro.

........

La azabache se mira al espejo. Su propia imagen la hacía irreconocible para ella misma. Era la primera vez que llevaba un poco de maquillaje en su rostro. Era raro para si misma llevar el cabello semi recogido, pero la hacía lucir más elegante. Unas cuantas flores adornan su recogido. Su vestido, de cierto modo, sería su mayor atractivo, si no fuera la mujer más hermosa del mundo. Tanto su peinado, como su rostro, como su vestido, la hacían lucir radiante. Sus hermanas tocan a la puerta y piden permiso, el cual es concedido. Enishida, le hace entrega del ramo con las flores que ella solicitó y que la arqueóloga de los Mugiwaras se encargo de organizar.

- Gardenias... Un amor oculto- sonríe al ver las flores.

- Anee-sama...- es lo único que menciona la pelinaranja al verla, ambas quedaron en un estado de shock inconsciente.

- ¿Cómo me veo?- habla pidiendo su opinión, lo cual las toma con el guardia baja. ¿Cómo es eso posible?, su hermana nunca pedía ninguna opinión por su aspecto, ya que de por sí, con cualquier cosa, ella lucía hermosa.

- Estas...- logra hablar la peliverde- ¡Estas hermosa, radiante, Anee-sama!- exclama emocionada- ¡Espera a que Luffy te vea!- al escuchar ese nombre, la pelinegra se sonroja como un tomate.

- Podré... ¿Podré llamar su atención?- habla con la mirada clavada en las flores.

- ¿A qué te refieres?- pregunta confundida Mari- ¡Lo dejarás sin palabras!

A pesar de esas palabras, era probable que al novio, no lo afectaría demasiado, la belleza de la emperatriz, después de todo, él no sentía deseos carnales o en otras palabras, no le llamaba la atención esas cosas. Pero lo que no sabía Hancock, es que lograría lo que no logró en su primera impresión.

Pureza del corazón  (Luhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora