07:00pm

1.9K 195 113
                                    


Mamá, no tenías que venir hasta acá, Tokyo es el punto más peligroso.

—Precisamente por eso estoy aquí —le dijo Inko bebiendo un poco más del té que le había dado Ochako—. El año pasado creí que me desmayaría de angustia. Y si ustedes no pueden ir a casa por sus trabajos, así que yo vendré acá.

Ochako salió de la cocina después de colgar el teléfono tratando de mostrar una sonrisa calmada, aunque no lo lograba del todo.

—Papá tenía que quedarse a atender unas cosas en su trabajo —les anunció enredando los dedos de las manos— y mamá no lo iba a dejar solo así que por eso no pudieron venir. Nos desean que nos mantengamos a salvo.

Inko se levantó y colocó una mano sobre su hombro para darle apoyo, Ochako la miró y se abrazó a ella. Cualquiera que debiera pasar la purga lejos de sus seres queridos tenía que vivir una constante preocupación. Pero Izuku no estaba seguro de que tener a su madre ahí en la ciudad con él sirviera de tranquilizante para nada, en las demás prefecturas la violencia era menos propensa, usualmente solo se daban algunos pequeños casos que incluían riñas. Casi se podían contar con los dedos los crímenes que se daban en todas las demás prefecturas esa noche.

Por eso mismo la mayoría de personas que no querían formar parte y tenían posibilidad se iban. Otros, como ellos que debían trabajar, no tenían otra opción más que quedarse. Y, en sentido contrario, todos los que querían formar parte llegaban a la ciudad exclusivamente para eso.

Izuku salió al pasillo para revisar antes. Descubrió a Iida, su vecino de la izquierda, que iba llegando con una mochila colgada del brazo. Él se había mudado casi al mismo tiempo que ellos hacía tres años. Era bastante seguidor de las reglas, un hombre estricto, pero amable y agradable. Con el tiempo se habían hecho buenos amigos. Lo saludó inclinando la cabeza y abrió su propia puerta para entrar.

—Mantente a salvo —fueron sus últimas palabras. Porque esa noche, ese era el deseo que más se daba.

Cerraron con llave y fuerza todo el lugar. Prepararon la comida y cenaron más temprano de lo normal, sabían que si no lo hacían antes de que sonara la alarma luego no podrían ingerir nada. Se sentaron en el pequeño sofá de la sala y encendieron el pequeño y anticuado televisor. Las noticias informaban sobre los preparativos que las personas llevaban a cabo para mantenerse a salvo. O para participar. Cuando una nota preocupante sobre el incremento de venta ilegal de armas terminó, apareció en pantalla la imagen que anunciaba el inició de la noche más larga del país.

"Esto no es una prueba, este es su Sistema de Transmisiones de Emergencia anunciando el inicio de la depuración anual autorizado por el gobierno de Japón.

Se autoriza el uso de armas de clase 4 e inferiores durante la depuración, se restringe las armas de otra clase.

Se ha concedido la inmunidad a la depuración a los funcionarios gubernamentales de rango 10 y no se les deberá hacer daño. Después de sonar la sirena cualquier delito, incluyendo el asesinato, será legal durante 12 horas continuas.

Los servicios policiales, de bomberos y médicos de emergencia no estarán disponibles hasta mañana a las 7 de la mañana al concluir la depuración.

Benditos sean los nuevos padres de la patria y nuestro país. Una nación renacida.

Que Dios esté con ustedes."

Comenzando de inmediato la alarma que da inicio a la purga.

Izuku sintió cómo Ochako se abrazaba a él y la rodeó con el brazo para tratar de transmitirle tranquilidad y protección. Su madre cruzó los dedos de las manos haciendo plegarias a los dioses. Sus dioses, no el que este nuevo gobierno anunciaba retomando la advertencia que se daba también en Estados Unidos. Izuku nunca dejaría de considerar que perdieron la cabeza cuando optaron por realizar la misma actividad que América.

Noche de PurgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora