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No era fácil subir corriendo una curva pronunciada que estaba diseñada para que los autos pudieran girar con libertad.

Un auto ya estaba encendido esperándolo, subió y arrancó antes de que cerrara la puerta. Se escuchó otra explosión.

Salieron por la calle contraria ya que el edificio abarcaba de lado a lado. Avanzaron paralelamente e Izuku pudo ver una camioneta negra que tenía un enorme tache rojo a lo largo de todo su costado. No veía al conductor, pero de pie sobre el techo, de una manera muy peligrosa se encontraba un hombre vestido de negro, llevaba unos pantalones flojos, una sudadera con la capucha puesta y unos guantes verdes grandes. Lo vio arrojar algo y entonces otra explosión se escuchó. Como iban a la altura de ese auto no alcanzaba a ver qué es lo que los perseguía.

—¿Sabes saltar de auto a auto en movimiento? —le preguntó el chico de pelo bicolor.

—Todoroki-kun, no va a hacer eso —lo regañó Iida.

—Dime Shouto —fue su única respuesta.

—En realidad deberías ser Ice-Fire —dijo otro de los que los acompañaban que aún mantenía su capucha puesta—, a veces me pregunto si recuerdan que deberían usar sus alias. Tenían un fin, si no mal recuerdo.

La otra persona que aún mantenía su rostro oculto, pero por su cuerpo supo que era una mujer, se asomó por la ventana y silbó con mucha fuerza, dando un tono de tal forma que no era difícil imaginar que era un código. Un silbido similar respondió. Ella volvió a entrar.

—En tres calles gira a la derecha —le dijo al conductor que era el mismo de antes. Luego lo volteó a ver a él—. Tendrás 5 segundos para bajar de aquí y subir con ellos. No dudes en que si no lo logras te quedarás ahí.

Izuku respingó. Nunca pensó en la posibilidad de quedarse desolado en medio del lugar. Asintió con toda la firmeza que pudo. Se posicionó con las manos en la manija de la puerta y la pierna levantada para bajar de inmediato. Giraron de pronto con fuerza y se encontraron de frente con la camioneta, ambos se detuvieron Izuku bajó y subió, una vez más el vehículo arrancó antes de que estuviera totalmente arriba. No pudo ver, pero escuchó como un auto se estrellaba. Al parecer reflejó su preocupación por que el nuevo conductor le habló tranquilizándolo.

—Estarán bien— le dijo con una sonrisa. Esta persona no tenía máscara puesta, así que su expresión alegre estaba a la vista y era algo relajante—, actuarán como distracción y nos encontraremos en el centro. ¿Y bien? ¿Por qué te recogimos?

—¡Ah! Te guiaré a una entrada alternativa al estacionamiento donde están todos.

—Excelente —le sonrió. Y le dio una la mirada a la ventana detrás de Izuku— ¿Escuchaste eso Explosion? —Izuku se dio la vuelta y vio a una persona que estaba por meterse por ahí.

—Una mierda —fue su primera frase—, me quitaron a mis presas. Esos bastardos, yo podía con ellos.

Izuku se recorrió lo más que pudo al centro del asiento cuando esta nueva persona solo se metió agresivamente y lo golpeó un poco con los pies vestidos con unas pesadas botas militares.

—Seguro que sí —rió el conductor. Izuku se percató de que todos sus dientes se veían afilados. No sabía que eso era posible—. Pero tenemos que llevar esto al resto.

—¿Tú quién mierda eres? —le preguntó una vez que ya estaba sentado dentro, presionándolo. Una máscara escondiendo su rostro igual que el resto de personas.

—Izuku Midoriya —respondió algo nervioso, la actitud de ese hombre era imponente. Hubo unos eternos segundos de silencio en los que el otro lo miró fijamente al rostro. Fue tanto que Izuku tuvo la oportunidad de diferenciar a través de la pequeña ranura de la máscara unos inusuales ojos rojos que lo escudriñaban y lo hacían sentir diminuto.

Noche de PurgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora