Capítulo 4

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- Erick, como te ha ido? - Zabdiel abrazó a su hermano en cuanto le vio entrar en casa. La relación de dichos hermanos era más que idílica y la muerte de sus padres había logrado unirlos todavía más. Ellos vivían juntos en una gran mansión mas que envidiable y pasaban la mayoría del tiempo en ella sólos o con la novia de Zabdi, la cual no quería admitir que vivía ahí a pesar de que pasaba ahí la mayoría del tiempo.

- Bien, la verdad que muy bien, allí todos son muy amables y me han tratado de maravilla - El ojiverde intentó fingir una medio sonrisa pero le estaba costando trabajo después de el día que llevaba.

- Valeee... Y ahora me vas a contestar que tal de verdad o vas a seguir mucho rato más diciéndome mentiras? - Posiblemente Zabdiel era a la única persona en el mundo la cuál nunca conseguía engañar por muy buena que fuese su interpretación.

- Está bien... Ha sido bastante horrible... Nose Zabdi, creo que no valoramos lo que tenemos. Enserio, podría decirte que la gente allí es imbécil y está totalmente amargada y no mentiría, no, para nada mentiría... Pero siento curiosidad por ver más allá de eso, no se, algo les ha tenido que llevar a ser de esa forma, nadie nace odiando.

- Pero.. te han tratado mal? - Su cara parecía enfurecerse conforme relataba la pregunta.

- No, claro que no! Es solo que veo mucha rabia en ellos, y miedos, no sé! Hoy en mi primera clase había un niño de cinco añitos que estaba aterrorizado, parecía que quería desaparecer, como si tuviese miedo al mundo. Me gustaría saber que le hace sentirse así, pero por otro lado creo que no voy a ser capaz de aguantar la historia que habrá detrás, igual que la del resto de niños... - Erick agachó la cabeza mientras decía estas palabras. No quería rendirse, no tan pronto, pero lo cierto es que tenía miedo, no ha que le hiciesen algo, sino miedo a involucrarse demasiado y sufrir con ello.

- Enano déjalo, enserio déjalo! No necesitas demostrar nada a nadie, no tienes por qué sufrir con ésto! Ese lugar no es para ti! - Las intenciones de sus palabras eran buenas pero habían causado en su hermano menor el efecto contrario, cambiando el semblante nada más escuchar sus palabras.

- Que ese sitio no es para mí? Y para ellos sí? Zabdiel no seas egoísta! - Sus palabras sonaron a reproche y su tono lo confirmaba - Debemos estar agradecidos por todo lo que tenemos, joder, nunca nos ha faltado de nada, ellos no tienen la culpa de no haber corrido con la misma suerte!

- Erick no era eso lo que quería decir.. perdona. Solo quiero que sepas que decidas lo que decidas yo te apoyo, pero no quiero verte sufrir, y sé lo sensible que eres y como te invo...

Las palabras de Zabdiel fueron interrumpidas ya que el teléfono de su hermano comenzó a sonar y éste respondió al momento.

*Llamada*

- Hola?
- Hola , Erick Colón por favor?
- Si, soy yo. En qué puedo ayudarte?
- Hola, soy el director de el internado, perdona que te moleste pero necesito que vengas a firmar unos papeles de tu contrato para enviarlos hoy mismo. Lo siento pero a Carmen, nuestra secretaría, se le olvidó dártelos a tu llegada.
- Bueno no hay problema, ahora mismo voy.
- Muchas gracias, se lo agradezco. Aquí lo espero.
- Hasta ahora.

En el momento que finalizó la llamada Erick suspiró con frustración mientras dirigía la mirada a su hermano, el cual continuaba sentado a su lado haciendo señas para que le contase lo que sucedía.

- Tengo que volver al internado para firmar unos putos papeles.. - En sus gestos se podía ver el desagrado que esto le provocaba.

- Y no puedes hacerlo mañana? -  Zabdiel se levantó de su asiento a la vez que su hermano.

- No, los necesitan para hoy mismo. Me voy a cambiar y vuelvo para allí, espero no tardar mucho. - El pelinegro subió las escaleras hacia su habitación para ducharse y ponerse un atuendo más afín a el.

Una vez arreglado y habiéndose despedido del mayor, se metió en el coche camino a el internado. Durante todo el trayecto su mente no dejo de divagar.

No quería dar la razón a la estúpida recepcionista pero era cierto que hasta el mismo dudaba poder separar los sentimientos en sus terapias. Cuando le informaron donde iba a realiar sus prácticas solo había sentido ganas y entusiasmo, sin embargo, ahora el miedo había conseguido superar al resto de emociones.

Su cabeza continuó luchando entre lo que quería y lo que creía que debía hacer y sin darse cuenta, ya se encontraba entrando en el estacionamiento del colegio.

Salió del coche y se dirigió a la entrada, ahora ya sin sorprenderse de la multitud de barreras de seguridad.

Su atuendo esta vez era mucho más cómodo y propio de él, lo cual le hacía sentirse más seguro. Su look informal con pitillos negros y unas zapatillas del mismo color se  acompañaba de una chaqueta de cuero desgastada.

Al darse paso en el patio sus inseguridades volvieron a surgir. Cuando había llegado a la mañana éste estaba vacío pero ahora todos los jóvenes y niños se encontraban ahí, unos jugando a fútbol, otros sentados hablando y otros simplemente se dedicaban a correr de un sitio a otro. Las miradas se iban posando en él allí por donde pasaba haciendo que su incomodidad creciese a cada paso que daba.

- Vaya bonito, nos volvemos a encontrar. Hoy debe ser mi día de suerte, o el tuyo - Esto último lo dijo en un susurro acercándose más a el joven psicólogo el cual había frenado de inmediato al toparse con este en frente de él.

- Lo siento, tengo prisa y no me apetece perder el tiempo contigo - El chico intento esquivarlo pero este lo retuvo agarrándole bruscamente del brazo.

- Pero yo antes me he ofrecido a enseñarte el lugar y tú cómo buen chico no vas a rechazar mi acto de bondad verdad? - Las personas de  alrededor miraban tímidamente la escena pero nadie decía ni hacia nada ya que parecían tener miedo o por lo menos excesivo respeto al joven.

- Sueltame, me estás haciendo daño. Te he dicho que tengo prisa así que déjame en paz - el ojiveree se intentó soltar de él pero solo consiguió que éste aumentara su agarre.

- Richard déjalo, y ven que tenemos un asunto pendiente - el rizado apareció en la escena poniéndose detrás de el joven dominicano, esta vez era él el que sujetaba su brazo.

- Joel luego arreglamos eso... no ves que ahora lo que me apetece es pasar un buen rato? - sonreía sin apartar la mirada de Erick el cual parecía aterrorizado y con ganas de salir corriendo de allí.

- Richard he dicho que vamos, necesito arreglarlo ya joder! - Joel soltó su brazo y camino en dirección contraria a la de Erick con la esperanza de que el dominicano le siguiese.

- Nuestra cita va a tener que esperar un poquito bonito porque tengo un amigo muuuuyy pesado - ésto lo dijo aumentando el tono para que Joel le escuchase el cual se encontraba a una pequeña distancia sin inmutarse - pero no te preocupes lindo que nos volveremos a ver - volvió a susurrar en su oído y soltó el brazo del chico con brusquedad.

Erick continuó inmóvil unos segundos con la mirada fija en el rizado el cual le devolvía ésta sin pestañear. El ojiverde se dió media vuelta rompiendo el contacto y apresuró su paso casi corriendo hasta la entrada. Su mirada estaba enrojecida y tenía unas ganas inmensas de echarse a llorar.

El Orfanato - Joerick [Libro 1] {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora