Capítulo 6

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Se mantuvo estático durante varios minutos todavía con el miedo en el cuerpo. Secó sus lágrimas con la manga de su camiseta mientras escapaba un último sollozo de sus labios. No se atrevía a moverse de allí, cada movimiento inocente que daba en ese lugar le llevaba a una situación peor e ininteligible para él. No entendía por qué todos ahí parecían querer hacerle daño ni el por qué se había convertido en el blanco fácil para todos. Él había llegado ilusionado esa mañana con la intención de ayudar a esos chicos y, sin embargo, ellos parecían querer destruir cada una de sus ilusiones.

Cuando ya se encontró más sereno, se incorporó con la necesidad de salir de allí cuanto antes. No quería encontrarse con nadie, no se veía capaz de lidiar con nada más ese día. Caminó por los pasillos casi vacíos con la mirada fija en el suelo queriendo pasar desapercibido, y parecía haberlo conseguido hasta que notó como algo no dejaba avanzar su caminata, o mejor dicho, alguien.

Levantó su rostro con miedo hasta que se encontró con el pequeño ojimiel abrazado a su pierna como había hecho antes. Tenía miedo, no quería que el rizado apareciese en ese momento y cumpliese la amenaza que había hecho hace a penas unos minutos, pero la sonrisa inocente de ese niño le hacía no poder irse así sin más.

- Gabriel ven aquí! - Erick se sobresalto al escuchar ese grito a sus espaldas, no le hacía falta voltear para saber de quién se trataba. El pequeño parecía ignorar al rizado ya que continuaba en la misma posición - Haz caso cuando te hablo! - El moreno soltó su pierna y miró al ojiverde con un pequeño puchero en su rostro. Pocos minutos después desapareció de su campo de visión. Erick continuó su caminata a la salida sin girar a ver al rizado, no quería enfrentarlo, no aún.

Una vez llegó al coche soltó todo el aire que se había acumulado en sus pulmones. Su cuerpo temblaba y a la vez sudaba mientras que escalofríos recorrían toda su piel. Necesitaba hacer esto, necesitaba lograrlo por él mismo, era el momento de demostrarse que podía con ello, sin embargo, el miedo desmoronaba cada uno de sus pensamientos.

No pudo olvidar esa mirada furiosa en toda la noche. Las sábanas se pegaban a su cuerpo debido al sudor que emanaba de él mientras que su cabeza seguía en un continuo forcejeo  entre lo que quería y lo que sentía que debía hacer. A penas había conseguido dormir esa noche cuando su despertador comenzó a sonar.

Se dirigió a la ducha esperando poder relajarse y escapar de sus pensamientos aunque sólo fuese durante un rato, pero haber mirado la noche anterior el calendario no le estaba ayudando nada... Hoy su primera terapia era con los jóvenes de 19 años y eso le causaba verdadero pánico.

Unos toques en la puerta le sacaron de su trance.

- Erickin, quieres que te lleve al orfanato? Tengo que ir al banco a por unos papeles y me queda de paso - El mayor había irrumpido sin esperar respuesta, algo que el ojiverde siempre le recriminaba  pero esa mañana había  decidido ignorarlo - Podemos parar a desayunar por el camino si tienes tiempo.

- Está bien Zabdi, me arreglo  y en unos minutos bajo - Su hermano asintió  con una sonrisa a la vez que cerraba la puerta para darle intimidad.

Erick pensó  que sería  una buena idea,  seguramente las historias de Zabdiel le ayudarían a distraerse y de esa manera conseguiría relajarse.

Como había previsto, el camino y el desayuno con su hermano habían sido de lo más amenos. Zabdiel no había  parado de contar batallitas durante todo el trayecto haciendo que el ojiverde riese descontroladamente durante todo el tiempo que habían  pasado juntos.

Sin embargo, en el momento en el que se había encontrado con las rejas de ese lugar los nervios y el mal estar habían  vuelto a florecer. Permaneció unos segundos parado frente al timbre intentando calmarse pero se dio cuenta que eso no estaba más que empeorando la situación.

Se armó  de valor y llamo al telefonillo del cual enseguida se escuchó una voz dándole paso al recinto. Caminó por el patio a paso apresurado esperando no cruzarse a nadie que perturbase su calma desde tan pronto y se felicitó cuando entró en el edificio sin haber tenido que lidiar con nadie.

Se dirigió al aula 25B  donde le tocaba impartir su clase esa mañana. Cuando estaba frente a la puerta, cogió aire y lo echó con furor repitiendo la escena un par de veces más esperando de esa manera calmar un poco sus nervios.

Abrió la puerta y se dirigió a la mesa de profesores sin atreverse a mirar a los alumnos que ya se encontraban allí. Acomodó  sus cosas y sacó los apuntes que había preparado el día anterior para empezar con sus terapias. Una vez ya no tuvo nada más  con lo que distraerse, sus ojos se posaron en los jóvenes que ya se encontraban allí, algunos continuaban con sus conversaciones como si él  no estuviera,  otros parecían estar dormidos o descansando sus cabezas sobre las mesas, y otros lo miraban con incertidumbre. A Erick no le parecieron tan malos a simple vista, aunque no iba a bajar la guardia tan pronto.

Cuando se dispuso a cerrar la puerta para empezar con las presentaciones, una mano desde el otro lado lo frenó con bastante fuerza.

- Pero que tenemos aquí? Jodida  maravilla Pimentel, hoy debe ser nuestro día de suerte! - Erick estaba a punto de entrar en pánico - Que pasa bonito, tenías  ganas de seguir con lo que dejamos ayer a medias?

- Les ruego que si pertenecen a está clase se sienten en sus lugares y sino salgan inmediatamente del aula - El ojiverde no podía  escuchar como había  salido su voz, el miedo y los nervios le estaban haciendo temblar y sentía  que iba a desvanecerse en cualquier momento.

- Pero como te gusta mandar..  - El moreno que lo había  estado increpado desde que lo vio el primer día en el patio, se acercó  a su oído mientras posaba una mano en su cintura atrayendolo hacia él - Te gusta tener público o prefieres que arreglamos esto a solas?

- Venga Camacho siéntate- El rizado lo agarró suavemente del brazo llamando su atención- No nos pribes a los demás  de ver lo que tiene que contarnos esta pedazo de mierda.

El moreno soltó  una sonora carcajada mientras se acomodaba en el asiento al lado del ojimiel - Tienes razón, ya tendré tiempo de follarmelo en otro momento.

Erick no podía reaccionar, permanecía estático en su lugar incapaz de pronunciar palabra. Todos los ojos estaban ahora posados en él y el pánico recorrió todo su cuerpo sin saber que hacer o que decir, sólo quería salir corriendo de allí.

El Orfanato - Joerick [Libro 1] {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora