Capítulo 8

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Llegó a casa con la respiración agitada y la cara roja por la irritación de las lágrimas. Agradeció que Zabdiel todavía no hubiese vuelto de hacer sus recados y poder estar sólo con sus pensamientos durante un rato.

Después de calmarse, sacó el teléfono de su bolsillo y marcó  el número del orfanato. Bastaron dos tonos para recibir respuesta a través de la línea.

- Orfanato Corazón de Jesús, en que puedo ayudarle? - Erick reconoció la voz al instante, era la secretaria mal humorada que lo había  recibido el primer día.

- Buenos días, soy Erick Colón, podría  hablar con el director? - Escuchó un susurro al otro lado de la línea - Un momento por favor, le paso con él.

Aunque sólo fueron unos segundos, a Erick la espera le pareció una eternidad.

- Buenos días, en que puedo ayudarle señor Colón?

- Buenos días  director, sólo quería disculparme de antemano ya que... - Apretó los ojos y respiro - ya que... he ido está mañana a trabajar pero me he sentido realmente indispuesto después de la primera clase y he tenido que marcharme a casa.

- Ha pasado algo que deba saber? - El tono del director era ahora algo más brusco.

- No, no! Solo... Creo que he cogido una pequeña gripe y estoy ardiendo en fiebre en este momento.

Un pequeño silencio invadió la línea.  Poco después, una profunda respiración hizo que el director hablara.

- Erick... Esto se lo digo en confianza, no quiero que se lo tome a mal. Si usted no se ve dispuesto a seguir con esto..

- No señor, no es eso! - Erick le interrumpió de inmediato. Sabía  perfectamente lo que estaba pasando por la cabeza del director y mentiría si dijese que no lo había pensado - Sólo estoy algo indispuesto, ya se lo he dicho. Mañana regresare con las terapias.

- Está bien - Su voz sono incrédula - Si necesita algún día más para recuperarse del todo no dude en tomárselo, ya nos apañaremos unos días.

- Muchas gracias director. Nos vemos mañana.

La llamada se cortó  sin una respuesta. Erick era consciente de que el director no era tonto y se había  dado cuenta de lo que pasaba, aunque no creía  que imaginara la magnitud de los hechos.

El ojiverde se tumbó  en el sofá y pensó en todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo. El enfrentamiento con el rizado y el moreno había sido, sin temor a equivocarse, el acontecimiento más horrible de toda su vida.

El siempre se había visto como una persona débil y algo sensible, pero sin duda, nunca se había sentido tan inferior como lo había hecho esa mañana.

El ojiverde podía recordar a la perfección esa mirada fría y ruda clavada en él, su aliento contra sus labios y esa extrema cercanía que lo hacía estremecer. Su análisis  como psicólogo sería  que Pimentel era una persona problemática y sobreprotectora con él y con sus allegados debido a el miedo al abandono que posiblemente había  sufrido a una temprana edad. Sin embargo, si realizada su análisis como Erick, sólo podía ver en él furia contenida dispuesto a descargarla con él.

Respecto a Camacho, no tenía un diagnóstico claro para él. Parecía estar a la sombra de Pimentel y sin embargo, veía otro tipo de maldad incurable a través de sus entrañas.

Después de varias horas con sus pensamientos a mil por hora, consiguió dormir un rato y descansar su mente. No tenía  ni idea de cómo iba a enfrentar el día de mañana, pero le reconfortaba saber que sólo  tenía  clase con los más pequeños.

A la mañana siguiente y después de una tarde junto a su hermano llena de risas, Erick se levantó con otro ánimo. No iba a dejar que lo que le había ocurrido el día anterior volviese a pasar. Estaba decidió a enfrentarlos y no achantarse ante el primer inconveniente que se le presentase.

Aparcó su coche en el aparcamiento y salió con paso firme y seguro, o por lo menos eso era lo que pretendía. Atravesó el patio igual que la mañana anterior y se dirigió a la clase que le tocaba con los más pequeños.

Los niños estaban sentados en sus pupitres hablando entre ellos o jugando con cualquier objeto que tenían a mano.
Erick sonrió al verlos tan inocentes y delicados ajenos a la realidad que los rodeaba.

- Buenos días profesor - Una pequeña se acercó hasta su mesa y le propició un beso en la mejilla provocando que su sonrisa se ensanchara.

- Buenos días, Rebeca verdad? - La pequeña asintió con entusiasmo - Buenos días a todos niños, me alegro mucho veros de nuevo - Agarró  a la chica de la mano y la acompaño a su asiento.

Todos saludaron al unísono con grandes sonrisas adornando sus rostros.

- El último día nos conocimos un poquito y hoy me gustaría seguir con eso. Como no a todos se nos da bien hablar ante el resto de personas - Pudo ver de reojo como el pequeño Gabriel agachaba la cabeza - He pensado que otra forma de expresarnos es a través del papel - Comenzó a repartir folios a todos los niños - Quiero que dibujeis algo que os haga felices. Al final de la hora quiero que me los entregareis. Yo también  voy a realizar uno.

Erick se sentó y observó durante unos minutos las reacciones de los pequeños. Algunos parecían pensar sin sacar nada en claro; otros, dibujaban y borraban al mismo tiempo; y Gabriel, él  dibujaba sin parar con una sonrisa en sus labios, lo cual a Erick le hizo especial ilusión.

El ojiverde comenzó a dibujar en su folio, no había tenido que pensar mucho que era lo que a él  le hacia feliz. El rostro de su hermanastro iba cogiendo forma en el papel mientras pasaban por su cabeza numerosos recuerdos junto a él. No quería ni pensar que hubiese sido de él sin su leal compañía.

El timbre sono y los niños comenzaron a dejar sus dibujos sobre la mesa de Erick mientras él  los recogía con una sonrisa.

- Gabo vamos! - El ojiverde levantó la vista inmediatamente cruzandose con la mirada ojimiel que le había atormentado durante toda la noche. Inconscientemente su cuerpo se tenso y entró en situación de alerta.

El pequeño se levantó  con su dibujo en mano y se lo entregó a Erick con una gran sonrisa. En un movimiento rápido abrazó su pierna y salió corriendo hacia su hermano.

Pimentel parecía más relajado que la mañana anterior, sin embargo, continuaba con su mirada fría clavada en el ojiverde.

Agarró al pequeño y se lo llevó en brazos dejando a Erick sólo. El moreno agarró los dibujos y sus pertenencias y salió del aula con dirección a la sala de profesores.

El día parecía no haber empezado del todo mal y la actitud positiva con la que se había levantado esa mañana permanecía intacta.

El Orfanato - Joerick [Libro 1] {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora