Capítulo 6: La voz misteriosa y el mensaje de la pared

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Al día siguiente, Jon se dispuso a coger el autobús para ir a clase, pero vio en la parada algo que le llamó la atención. Había una chica parada que miraba constantemente un póster en una farola. Parecía que se le salían los ojos de sus órbitas mientras miraba aquel póster.

Jon se acercó a la chica para ver qué pasaba.

—Hola. —Le dijo de la forma más cordial que se le ocurrió.

—Hola, amigo. —Le dijo, atrayéndolo hacia sí—. ¿Ves eso?

La chica rodeó los hombros de Jon con uno de sus brazos.

—Hay un número áureo en esa parte. Significa que acontecimientos extraños y sangrientos se darán en el instituto. Por cierto, me llamo Clara. —Dijo.

—Yo soy Jon, encantado. Mira, el autobús pasará pronto, y si quieres podemos coger sitio juntos para hablar y eso. —Dijo Jon.

—Por supuesto. Necesito prevenirte. Puedo serte de gran ayuda, Jon. —Dijo Clara.

El autobús llegó entonces a la parada, y subieron. Clara se pegó a él con fuerza. Era una chica cuyo cabello era de color castaño oscuro, de ojos brillantes y verdes en los que Jon veía algo que le embelesaba. Le llegaba a Jon por los hombros, y vestía una sudadera de color negro con una calavera en ella.

Ambos subieron juntos al autobús, y cogieron un sitio en la parte de atrás.

—Bueno. Este autobús nos llevará hasta tu instituto. Yo me bajaré algo después, pero si detecto problemas, acudiré como un rayo. —Dijo Clara.

—Eso sería muy bueno para nosotros. Te lo agradezco. —Dijo Jon.

«¿Se puede saber qué estás haciendo, Jon? La acabas de conocer», pensó.

Jon y Clara siguieron platicando durante todo el viaje hasta el instituto, pero la parte más extraña y a la vez la mejor llegó cuando iban llegando al pueblo.

—Bueno, Jon. Aquí nos despedimos. —Dijo Clara.

Clara se acercó a Jon. Estaba acercando demasiado la cara a Jon.

«¿Qué narices va a hacer?», pensó.

Entonces, suavemente, sus labios tocaron los de Jon, y se movían dentro de ellos hacia arriba y hacia abajo. Pocas veces Jon había sentido semejante excitación. Le había besado. Entonces, se soltaron, y Jon bajó del autobús.

Jon se dirigió hacia el instituto, mientras David Federico se le colocaba detrás.

—Me das miedo ahí atrás, ¿lo sabías? —Dijo Jon.

—Que no soy gay. ¿Por qué tendrías tú miedo de mí? —Dijo David.

—Quizás porque no soy tonto, y sé que ya estás tramando algo. Alguno de tus malditos cotilleos. —Dijo Jon.

Subieron rectos hasta el instituto, sin hablar durante el resto del camino, hasta que llegaron al instituto.

—Hola, Jon. Qué alegría volver a verte. —Dijo Patricia.

—Lo mismo digo, Patricia. —Dijo Jon.

Patricia rodeó su cintura con el brazo, y Jon hizo lo mismo con los hombros de Patricia.

—Bueno, cuéntame. ¿Qué te ha pasado en el autobús? —Inquirió.

—Una chica, a la que no conocía de nada, me besó. A ver, estuve hablando un rato con ella, pero al bajarme, me besó en los labios. Lo extraño fue... que me gustó. —Dijo Jon.

Sombras de Odio II: El Sótano de los HorroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora