Sombras de Odio II: El Sótano de los Horrores

Epílogo

En la oscura sala con el oscuro trono en el que se sentaba el Amo de las Sombras, un hombre paralítico, que había perdido la movilidad en sus piernas, hombres de las Sombras del Odio, a juzgar por sus trajes, entraron por la puerta de la gran sala.

—¿Y bien? ¿Qué tal ha ido la operación? —Dijo el Amo de las Sombras.

—De puta pena. Se nos han escapado otra vez. Jon mató a Darío y a la criatura del Sótano de los Horrores, y antes de eso se escapó de la nave en la que lo teníamos secuestrado. —Dijo uno de los hombres.

—Maldita sea. ¿Es que no sois capaces de matar a un simple adolescente? Es un crío de 17 años. Un crío de 17 años que no tiene ni idea de cómo funciona realmente el mundo. —Dijo el Amo de las Sombras.

—Un crío de 17 años capaz de usar armas, y que tiene a otros críos de 17 años que lo respaldan, y a varios adultos curtidos, como a Teresa Rubio. —Dijo otro de los hombres.

—Teresa Rubio. Esa zorra ya intentó acabar con nuestra organización una vez. Así que la muy perra estaba buscando apoyo para tirar a la mierda mi organización. Ahora ya lo tiene. —Dijo el Amo de las Sombras.

—¿Y qué sugiere que hagamos, jefe? —Inquirió uno de los hombres que estaban allí.

—Sacaremos la infantería pesada. Nosotros también contamos con un ejército. ¡Llamen al Gran Ejército! —Dijo el Amo de las Sombras.

Entonces, uno de los hombres hizo sonar una enorme campana, y un ejército formado por personas, sombras, zombies y unas extrañas criaturas encapuchadas y de aspecto siniestro y terrorífico se congregó en la sala.

—Bien. Vosotros sois nuestra principal fuerza de ataque. Vamos a joder a esos rebeldes vivos. —Dijo el Amo de las Sombras.

Los hombres del ejército hicieron gritos de guerra, que resonaron por toda la sala.

—¡Vamos a darles a esos cabrones su merecido! —Dijo el Amo de las Sombras.

Todos vitorearon y empezaron a disparar sus armas, que eran carabinas Heckler & Koch G36C, hacia el techo, y eso significó el comienzo de una sangrienta guerra. El caos no había hecho más que empezar.

                                                                FIN DEL SEGUNDO LIBRO