Capítulo 17: El plan de entrada

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Llegó el día siguiente, y el momento de elaborar el plan. Jon se encaminó hacia la parada del autobús, listo para cogerlo. Cuando subió, le temblaban las manos. Tenía, en el fondo, miedo de saber qué le esperaría allí, en el frío y oscuro Sótano de los Horrores.

Cogió el autobús, con un fuerte escalofrío en el cuerpo. Allí encontró a Daniel y a David.

—Bueno, Jon. Has llegado justo a tiempo para meternos en el puto Sótano de los Horrores. —Dijo Daniel.

—Habrá que esperar a que el primo de Teresa nos explique cómo abrir el portal. —Dijo Jon.

—Pues... entrad vosotros. A mí me acojona. —Dijo David.

—Cobarde. ¿No quieres descubrir lo que causó los asesinatos y las desapariciones? —Inquirió Jon.

—La verdad es que prefiero quedarme fuera. —Dijo David.

—Total, tampoco es que te necesite. —Dijo Jon.

El autobús marchaba en dirección al instituto, y Jon sentía una extraña oscuridad en el ambiente. Ese trimestre, habían sucedido cosas muy extrañas.

—Jon. —Oyó de repente.

«¿Qué coño ha sido eso?», pensó.

Entonces, bajaron del autobús, en dirección al instituto. Jon se alarmó al ver a los profesores hablando, y a todos los compañeros en círculo alrededor. Estaba claro que algo había pasado. La cosa no pintaba bien.

—Tenemos malas noticias, chicos. —Dijo la directora cuando se acercaron.

—¿Qué ha pasado? —Inquirió Jon.

—P-Paloma, h-ha de-desaparecido. —Dijo Marta.

Jon se acercó a Marta.

—Marta, tranquila. Tranquilízate. Cuéntame. ¿Cómo que ha desaparecido? Si estaba aquí ayer. —Dijo Jon.

—Estábamos saliendo del instituto ayer, y, cuando me di la vuelta, había desaparecido. —Dijo Marta.

Jon se llevó las manos a la cabeza, claramente mostrando preocupación. Paloma había sido una de las personas más leales a él durante los sucesos que habían tenido lugar en el instituto. No podía abandonarla ahora. Ella no lo habría hecho de ser al revés.

—Marta, voy a necesitar que vengas conmigo al Sótano de los Horrores. —Dijo Jon.

Entonces, Jon vio a Clara entre la muchedumbre. Había coches de policía, lo que indicaba que la policía también había acudido. Habían acudido también la Guardia Civil y los GEOs.

Las unidades GEO salieron del instituto.

—No parece haber nada que indique que se la llevaron. —Dijo el capitán de los GEO.

—Capitán, dudo que usted me crea si le digo lo que he visto, pero creo que Paloma está en el interior del instituto. —Dijo Jon.

—Tendré que comprobarlo para creerte, chico. Pero por lo que parece esa joven y tú sois muy amigos. —Dijo el capitán de los GEO.

—Sí, por eso no voy a quedarme de brazos cruzados. Nuestro grupo es conocido, y tenemos permiso del gobierno para usar armas. Si usted y sus hombres quieren acompañarme, adelante. —Dijo Jon.

—Yo también iré. —Dijo Clara.

—Y yo. —Dijo Marta.

—No pensarás luchar tú solo, ¿verdad? —Dijo Patricia.

—Gracias por el apoyo, chicos. —Dijo Jon.

El capitán de los GEO sonrió, y el grupo escogido entró. Justo a tiempo, el primo de Teresa apareció, junto con ella.

—Bueno. Me llamo Javier, y soy físico teórico especializado en teoría de cuerdas. Vamos a abrir ese maldito portal, como prometimos. —Dijo el primo de Teresa.

—Yo tendré un arma preparada para apuntar a la cabeza de esa puta criatura. —Dijo Teresa.

Jon y Clara se dieron la mano, mientras caminaban junto con los GEO y el resto del grupo. Los GEO utilizaban fusiles de asalto M4A1, Jon llevaba una Heckler & Koch MP5A3 y una Beretta 92FS, Marta llevaba una Desert Eagle, Teresa llevaba un subfusil FN P90, Clara llevaba una Beretta 92FS y el capitán llevaba además una pistola SIG Sauer P226.

—Vaya. Parecéis un auténtico equipo de élite. —Dijo Javier.

—A Marta le sienta muy bien el traje de asalto. Y Clara se ve deslumbrante. —Dijo Jon.

Entonces, las dos le miraron con cara de estar deslumbradas. Siguieron avanzando, y vieron el mensaje de sangre en la pared, y algo aterrador puesto más abajo, también con sangre.

«SU CADÁVER YACERÁ PARA SIEMPRE EN EL SÓTANO DE LOS HORRORES, Y MIS HIJOS LA DEVORARÁN», ponía.

Entonces, se dirigieron al patio de atrás.

—Hay una puerta. —Se percató Marta.

—Javier dice que el Sótano se halla en otra dimensión. —Dijo Jon.

—Exactamente. Por eso hay que abrirla, y este enorme aparato lo hará. —Dijo Javier.

Javier sacó un extraño instrumento que empezó a concentrar energía.

—¿De dónde sale la energía? —Preguntó Marta.

—Del vacío. Esta energía se crea por efecto Casimir. —Dijo Javier.

—¿Qué es el efecto Casimir? —Inquirió Marta.

—Es un efecto que se ocasiona por la existencia de partículas virtuales que se desintegran en cortísimos períodos de tiempo, y que, a la larga, puede producir energía. —Dijo Jon.

Entonces, Jon pronunció una serie de palabras. Ni siquiera supo cómo empezó a hacerlo. Solamente que el aparato comenzó a concentrar más y más energía hasta que, finalmente, algo se abrió. Abajo, se veía negro y sin ninguna luz.

—Bajemos. —Dijo Jon, algo inseguro.

Entonces, bajaron, y Jon sintió cómo una extraña energía lo iba absorbiendo, al igual que al resto de los que estaban allí.

Entonces, llegó a una oscura zona.

—¿Marta? ¿Clara? ¿Teresa? —Llamaba Jon.

—Bienvenido, chico. ¿Estás listo para la prueba final? —Dijo una voz.

Se encontró sumido en una oscuridad total, excepto por las velas que titilaban.


Sombras de Odio II: El Sótano de los HorroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora