Capítulo 11: La trampa

100 5 2
                                    



—¡Es una trampa! —Gritó Patricia.

Entonces, entraron seres de aspecto humano con ojos negros: definitivamente, demonios. Se acercaron a ellos y les empezaron a atacar.

—Demonios de mierda. —Dijo Jon antes de lanzarles un cubo de agua bendita.

Los demonios afectados por el agua bendita se retorcían y agonizaban en el suelo, hasta que murieron, pero aún quedaban bastantes.

—¿Quién quiere que me coma sus entrañas? —Dijo uno de ellos.

—Nadie, monstruo devorahombres. —Dijo Mario, antes de clavarle un puñal matademonios en el corazón.

Tras clavarle el puñal, la sangre brotó de la herida, y el demonio murió.

Dos demonios rodearon a Jon, pero Jon sacó dos pistolas matademonios que tenía guardadas y los mató a balazos. Cayeron muertos al suelo tras recibir los disparos.

—¿Alguno más quiere atacarme? —Dijo Jon.

Entonces, uno de los demonios sacó un machete, pero en lugar de atacar a Jon atacó al vampiro, a quien cortó la cabeza de un machetazo. La cabeza cayó al suelo, y la sangre salpicó por todas partes.

—Bueno. Matemos a estos hijos de puta. —Dijo uno de los demonios.

—Vosotros tranquilos. Me he tomado el tiempo de poner una trampa a estos malditos demonios. —Dijo Jon dirigiéndose a sus amigos.

Entonces, Jon apretó una palanca, y una serie de cubos de agua bendita empezaron a salir del techo, derramando su contenido en las cabezas de los demonios y matándolos.

Salieron de la trampilla lo más rápido posible. Además, salieron del pabellón para llegar al patio.

—Nuestras pelotas han estado a un mixto de que nos las corten. —Dijo Félix.

—No tenía ni idea de que la trampilla era una trampa. Pero al menos tenemos una pista de quién podría ser el heredero del Inquisidor. —Dijo Jon.

—¿Dónde? Sácala. —Dijo Mario.

—Dice: Sobre el trono oscuro, un joven de pelo castaño, alto y de ojos marrones se sienta, controlando a la bestia con oscuras canciones, en un idioma que hasta a las sombras perturba. La muerte llegará a todos los que se le opongan. —Dijo Jon.

—Joven de pelo castaño, alto y de ojos marrones. Esa descripción concuerda con varios chicos que hay en el instituto. —Dijo Paloma.

—Sí. Y conocemos a más de uno. Averiguaremos quién demonios es el heredero. —Dijo Jon.

Entonces, Jon salió del instituto, y fuera, se encontró a Clara, quien lo besó apasionadamente antes de hablar con él.

—Hola, Clara. ¿Qué me quieres decir? —Dijo Jon.

—Pues quiero darte una pista de quién podría ser el heredero del Inquisidor. —Dijo Clara.

—Vaya. Es justo lo que necesito ahora mismo. ¿Cómo es que siempre haces para saber lo que necesito? —Dijo Jon.

—Puro instinto. —Dijo Clara.

—Bueno, vamos al grano. —Dijo Jon.

—Sí, ahí va. Creo que el heredero del Inquisidor podría ser David Federico. Piénsalo bien. Siempre habla de echar maldiciones, y es quien más datos parece tener acerca de los extraños incidentes aquí. Si David Federico es el heredero del Inquisidor, tienes que acabar con él cuanto antes, dado que puede matarnos a todos. —Dijo Clara.

—Como sea él juro que lo mataré. —Dijo Jon.

—Aunque, no obstante, también hay otros candidatos a ser el cabrón que está causando esto. Por ejemplo, está Darío. Siempre con esa extraña mirada de psicópata, quién sabe lo que se cuece en su cabeza. —Dijo Clara.

—Yo prefiero no acusar a nadie sin tener pruebas. Es lo mejor. —Dijo Jon.

—Quiero que vigiléis a David Federico. Estate atento a todos sus movimientos. Jon, a todos. Si ves algún signo, el más mínimo, de traición, ve directo a por él. Ese chico siempre ha sido alguien muy traicionero. No dudaría en traicionaros si gana algo con ello, y por eso hay que pillarle con las manos en la masa. —Dijo Clara.

—Siempre he sabido que es un mentiroso, pero dudo que me traicione si sabe a lo que se enfrenta. —Dijo Jon.

—Pues si lo sabe y si te traiciona, hemos de actuar en consecuencia. —Dijo Clara.

—Vaya, Clara. Sabes mucho sobre cómo actuar en momentos de traición. —Dijo Jon.

—Pura experiencia. Yo supe de la existencia de un mal oculto en el instituto antes que nadie. Y fui traicionada varias veces, de ahí la experiencia. —Dijo Clara.

—Bueno. Imagino que tendrás claras las pautas para combatir la fuerza maligna que amenaza el instituto. —Dijo Jon.

—Las tengo, y por eso hemos de seguirlas. Sólo así averiguaremos quién está provocando disturbios en el instituto. —Dijo Clara.

—Sí. Lo averiguaremos. El mensaje hablaba acerca de un lugar llamado el Sótano de los Horrores. Si ese lugar está oculto en alguna parte del instituto, hay que encontrarlo cuanto antes. Las leyendas dicen que era donde el Inquisidor torturaba a sus víctimas, y parece ser que sus gritos se escucharon durante años. —Dijo Jon.

—Pues bueno. Vámonos. Tenemos mucho trabajo por hacer, y hay que descansar. Mañana seguiremos averiguando qué es lo que pasa en este instituto. —Dijo Clara.

—Tienes razón. Seguro que con tu ayuda averiguamos cuál es el mal que asola este lugar. —Dijo Jon.

Entonces, juntos, salieron del instituto. Tenían que llegar a sus respectivas casas, para así al día siguiente continuar explorando e investigando.

El peligro y la muerte estaban cada vez más cerca.



Sombras de Odio II: El Sótano de los HorroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora