Capítulo 4

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Papyrus caminaba a grandes zancadas por el Underground, Sans descansaba en sus brazos, cómo era posible que hubiera pasado aquello, su coraje crecía conforme recordaba las palabras de Alphys; no era posible que fuera a morir, su hermano era fuerte, era uno de los mejores monstruos que existían; cierto es que era flojo, pero sus razones debía de tener, además no era como si él en algún momento no lo fuera, sabía que Sans estaba enfermo de algo; pero nunca pudo sacarle la información y llegó un punto en el tiempo en el que lo dejó estar, si Sans decía estar bien, entonces está bien y eso es todo, si tan solo hubiera insistido más.

- Señor Papyrus, señor. - le habló uno de los centinelas que había dejado la noche anterior vigilando el lugar.

- ¿Qué quieres estoy ocupado? - respondió con su usual tono de voz, intentando no mostrar su nerviosismo, había ocultado el cuerpo de Sans bajo una manta para que nadie lo reconociera, sería peligroso que supieran que había una EXP de 999 tan frágil y pequeño, no importaba que fuera fuerte, ellos no verían eso.

- Señor hemos visto huellas provenientes de las ruinas, posiblemente el humano... - se interrumpió a sí mismo al olfatear el aire un poco, había un olor familiar pero a la vez era sutilmente diferente.

- ¿Señor? ¿Le pasa algo a su hermano? Huele diferente de lo usual. - aquel animal estaba por revisar los estatus de Sans, eso no debía pasar, aunque estuviera en sus brazos, nadie debía saber que se encontraba en esas condiciones.

- Quiero que encuentres lo que sea que haya salido de la puerta y me lo hagas saber, estaré con Alphys. - comenzó a caminar mientras la mirada del animal seguía centrada en sus brazos, Papyrus, giró sobre sus tobillos para decirle con la magia activada en su ojo izquierdo, mostrando una sonrisa que aterraría a cualquiera que lo viera.

- No deberías meterte en asuntos que no te corresponden saco de pulgas.

- Lo siento, señor. - comenzó a aullar para llamar al resto del escuadrón canino, Sans comenzó a remolinearse en sus brazos, parecía que ese sonido estaba comenzando a despertarlo.

Sin importar cuanto trato Papyrus de calmarlo con susurros y caricias fue inevitable que Sans despertara, asomando su cabeza por el hombro de su hermano; el centinela giró su rostro al escuchar movimiento sobre su alto mando, parpadeo varias veces, Sans era pequeño, pero no tanto, sacudió su mano a modo de despedida cuando el pequeño de rostro sonriente comenzó a saludarlo.  Sintió la necesidad de verlo de cerca y olfatearlo un poco más para reconocerlo.  No sabía que su rostro mostraba un sonrojo mientras su mirada seguía el camino del segundo al mando.

- Ya estamos aquí, Spike... ¿Spike? - estaba perdido en sus pensamientos, Dogamy y su pareja se miraron desconcertados.

- ¿Señor?

- Creo que me he enamorado. - fue lo único que susurro.

La pareja de perros se observó unos instantes antes de ver en la misma dirección que veía su superior, al no tener nada cerca de su campo de visión, olfatearon el aire, solo podían oler a los hermanos esqueleto, Papyrus como siempre con ese peculiar aroma amenazante y Sans, desprendía un leve olor a cachorro recién bañado, quizás había cargado alguno; se encogieron de hombros, tenían trabajo que hacer.

- ¿Ese perrito es tu amigo? - preguntó Sans regresando su rostro para ver el de Papyrus, lucía molesto.

- Es mi subirdinado.  Sans no seas amigable con los desconocidos. - el nombrado agachó la cabeza apenado, no había sido culpa suya, la curiosidad pudo más con él.

Siguieron caminando hasta pasar por Waterfall, ese campo lleno de flores eco, Sans tenía la necesidad de detenerse y escucharlas, era como una travesura, no podía dejar de hacerlo, escuchaba secretos de gente conocida como la coneja de la tienda o el pequeño monstruo amarillo fanático de Undyne.  Sin poderse contener susurro algo a la flor eco más cercana, después la arrancó con cuidado y se la dio a su hermano para que la hiciera hablar.

Cambio de rolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora