Capítulo 6

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Papyrus llegó a casa con Sans en brazos, era increíble el hecho de que no fuera difícil, en ocasiones anteriores era un tanto cansado el llevar a su hermano dormido hacía su habitación; sin embargo, en esta ocasión, con el cuerpo de Sans tan pequeño, no le parecía pesado en absoluto, llegó a la planta alta con bastante facilidad, acomodó a su hermano sobre el colchón; ahora puede comprender el porqué su hermano no acostumbraba a dormir en su habitación, no estaba desarreglada; pero tiene la ventana rota y hace que la brisa fría del exterior se cuele, haciendo que la habitación se vuelve horriblemente fría; el colchón estaba sobre el suelo y el daño que presentaba era realmente catastrófico.  Sabe que tiene que arreglar eso, primero la ventana, después la base de la cama y por último el colchón, su hermano no debía estar durmiendo en esas condiciones; una pregunta invadió su mente, ¿Por qué no ha prestado atención a todo eso hasta ese momento?

Con Sans en el maltrecho colchón puede trabajar un poco para hacer la habitación un poco más confortable, coloca una sábana sobre la ventana; observa el tronco secó que se encuentra afuera, debería quitarlo pues fue el causante principal de que la ventana se encuentre en esa condición; aún puede sentir la brisa sin embargo, no es nada comparado a como se encontraba hace unos minutos; ha tomado algunas mantas y sabanas que coloca sobre el colchón para hacerlo más confortable, acomoda a Sans sobre ellas y lo cubre cuando ve que se abraza a si mismo a causa del frío ; fue a su propia habitación por mantas, esperaba que no fuera demasiado pesado, pues lo ha cubierto con tres mantas lo suficientemente gruesas; pero puede notar una sonrisa apacible en el rostro de su hermano; sonríe complacido, se agachó para besar su frente, no puede apartar la mirada de ese pequeño esqueleto.  Por unos instantes añora el pasado, esos tiempos donde era su hermano quien se encargaba de guiarlo al mundo de los sueños, esos tiempos cuando los cuentos de peleas medievales no faltaban; mismos donde el valiente caballero peleaba ferozmente contra el dragón que custodiaba con recelo la torre donde yace la princesa cautiva; su imaginación siempre ha sido activa por lo que comienza a imaginarse cómo se vería él mismo en la situación de su hermano, contándole a Sans uno de esos cuentos.  No lo haría, era bastante vergonzoso y tenía una reputación que mantener.

Quiere besarlo nuevamente, esa mejilla redonda grita por ser marcada con un beso, Sans giró su cuerpo cuando estaba por terminar el contacto, por lo que el beso que estaba destinado a su mejilla termina en su boca; Papyrus está asustado, nunca antes había tenido un error de esa magnitud; si Sans se llegará a enterar que tuvo semejante accidente probablemente él... sin poder evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas gracias a su último pensamiento, "ese" Sans no volverá, para qué preocuparse por lo que su hermano haría si lo descubre si eso jamás ocurrirá.  Observa al pequeño y sonríe, el sueño que le acompaña debe ser agradable pues le observa sonreír.  Suspira, acaricia el cráneo de Sans antes de ponerse de pie y se marcha a su habitación a descansar un poco, ese día fue agotador y merecía un poco de descanso.

Se deja caer pesadamente en su cama, esa que tiene como cabecera una calavera; ese diseño le hace sentir imponente, malvado, pues si deseaba que los demás pensaran que así era su personalidad, debía primero sentirse a si mismo malvado.  No tenía muchos ánimos, debía admitir que le agradaba ser el mayor, tener el poder y tomar decisiones; pero no era diferente a lo que hacía anteriormente, simplemente que hay una diferencia entre hacerlo porque así lo quería a tener que hacerlo porque era parte de su nueva obligación.

Observó su habitación, Sans siempre se había preocupado por darle todos los lujos que deseaba cuando eran más pequeños, poco después de que su padre desapareciera y no pudiera siquiera recordar su rostro; a su madre nunca la conoció, según los relatos que Sans le contaba, ella enfermó poco después de darle a luz, esa enfermedad la consumió hasta el punto en que terminó hecha polvo; fue cuando Gaster, su padre, desesperado por una solución que nunca llegaría, comenzó a utilizar el núcleo en un vano intento por traerla de vuelta, sin poder remediarlo cae dentro por su propio error.  A partir de ese momento Sans se hizo cargo de amueblar la casa, tomó el cuarto que anteriormente ocupaba su padre para poder darle privacidad; sin embargo, cada capricho que tenía su hermano lo cumplía sin rechistar, las jornadas laborales fueron extenuantes, Papyrus no sabía de donde sacaba dinero pero eso no importaba, cortinas nuevas, cobijas, ropas, colchas... incluso la ropa que lleva puesta y el traje de batalla que porta con orgullo fueron regalos que Sans le compró cuando él así lo quiso; no se siente capaz de hacer lo mismo por el pequeño.

Cambio de rolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora