Capítulo 15

2K 146 248
                                    

Sans ayudó a Papyrus a entrar en el local, los perros guardianes habían llegado cuando todo terminó, no hubo más que hacer que recopilar los datos de los monstruos caídos; al revisar los estatus descubrieron que Papyrus se encontraba en el máximo por lo que adjudicaron la masacre al segundo capitán, todos los miembros de la guardia aplaudieron su gallardía al enfrentarse él solo a una pandilla de cinco delincuentes altamente peligrosos.

En el bar de Grillby los murmullos de las hazañas de Papyrus no se hicieron esperar, desde que habían secuestrado a Grillby y a su hermano y los estaban torturando de maneras inimaginables hasta que la pelea comenzó cuando le dieron el primer golpe al más bajo de los esqueletos.

Sans estaba bastante nervioso, sabía que a Papyrus no le agradaba el lugar y mucho menos el monstruo de las llamas, sin embargo, se encontraba bastante maltrecho y la única manera de curar sus heridas era alimentarse debidamente.

- Lo de siempre. - dijo tan siquiera se encontraban sentados en una de las mesas, Grillby dio un asentamiento de cabeza y marchó tras la barra, a Papyrus le preparó una ensalada que si bien no era su especialidad, le salían bastante decentes.

- Aquí tienes. - le dijo a Sans colocando una botella de mostaza frente a su rostro; era inercia más que nada lo que movía a Sans, por lo que tomó la botella entre sus manos y dio un gran sorbo; sin embargo, tan pronto la sustancia espesa y amarilla tocó su lengua; Sans cerró sus ojos con fuerza e hizo una mueca que dejó a más de uno intrigado por lo que estaba ocurriendo; era la primera vez que Sans actuaba de esa manera.

- ¿Estás bien? - preguntó Grillby al verlo, Sans comenzó a forzarse para tragarse aquello, no iba a escupir en el suelo ya que eso era descortés, además de que su hermano lo veía con una ceja alzada.

- Si, lo siento... Hoy... Sabe diferente je, je... - fingió reír y siguió bebiendo a pesar de que el sabor no era enteramente de su agrado, no podía dejar que sospecharan de él, pero su rostro no podía mentir, estaba esforzándose demasiado.

- Déjame darte otra cosa. - dijo Grillby después de ver por tercera vez que Sans hacia un gran esfuerzo para no vomitar.

Poco después regresó a la mesa donde se encontraban los esqueletos con una taza en la mano, la colocó en la mesa, lo mas cerca a Sans; éste observó la taza, era algo parecido a la leche, además tenia un toque de canela y algo de miel, humeaba un poco, Sans estiró sus pequeñas manos y las detuvo a milímetros de la taza, alzó la vista y observó a Papyrus, buscando su aprobación, Papyrus asintió dando un mordisco a su comida, no deseaba admitirlo pero esa cerilla sabia cocinar casi tan bien como é; por no habría problema con tomar lo que les ofreciera.

- Que rico... ¿Qué es? - preguntó Sans de pronto al darle un sorbo, tenia manchado su labio superior con algo de leche, Grillby sonrió Sans era demasiado lindo, siempre lo había pensado y lo seguiría pensando hasta que se volviera polvo.

- Es una fórmula a base de leche, una receta secreta de mi familia, te ayudará a crecer. - le dijo después de limpiar con una servilleta la leche de su rostro, Sans le regalo una sonrisa tan llena de inocencia que a Grillby le apareció un sonrojo, tenía enormes ganas de darle un beso, pero no era ni el momento ni el lugar para hacer eso.

- ¿Te gustó? Puedo hacer más si lo deseas. - dijo dando unas pequeñas palmadas en la cabeza de Sans, por lo menos aún podía tocarlo y eso ya era algo que agradecía a más no poder, realmente Sans era único en el tamaño y en el tiempo que fuera.  

A Grillby le asaltó una duda, sabía que Papyrus tenía algo que ver con el tamaño de Sans y su distinto comportamiento para nada decepcionante, incluso debería darle las gracias, este Sans era más lindo de lo que recordaba y lograba un efecto bastante preocupante en su cuerpo y su alma; pero ese comportamiento solo lo había visto en monstruos realmente pequeños, por lo que no pudo evitar preguntar en un tono lo suficientemente bajo como para ser un susurro destinado a su propio ser, que bien pudo escuchar el segundo capitán de la guardia real.

Cambio de rolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora