Capitulo 19: El Gran Final

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Capitulo 19: El gran final.

La sala de espera en aquel aeropuerto en Washington estaba hasta el escollo de personas, si bien el invierno azotaba cada rincón de aquella y muchas ciudades del país y no había nada, ni siquiera el mismo Dios podría acabar aquel frío clima que hasta al más abrigado hacía trepidar. Pero era tiempo de moverse, de irse y aun su vuelo no salía.

Eso a Alan Grant le alteraba los nervios, en una magnitud rebasando la enajenación.

Sin embargo en aquel momento cualquier atisbo de aquella actitud tan propia de él era lo que menos podría sentir en ese instante, nada en aquel lapso podía superar el miedo y la incertidumbre que poseía en sus adentros.

Nada.

El no era un hombre de aferrarse a la tecnología, no disfrutaba mucho las computadoras, los celulares, incluso tardo meses en poder comprender el horno microondas que Kate le había regalado para llevárselo al campamento en Fork Pekk, usualmente le pedía a Billy que se ocupara de esas cosas. Sin embargo disfrutaba mucho de ver la televisión y claro, en días donde el frio le congelaba hasta las neuronas no dudaba en encender la calefacción. Pasada unas horas en aquellas fechas donde el invierno hacía estragos, como cualquier otro día disfrutaba tomar café y ver algunos programas de su gusto o simplemente las noticias.

Cosa que no le hizo para nada bien.

Había decidido llamar a su hija aquel día, tenía un par de días donde no había podido hablarle, quizás se encontraba algo ocupada como para llamarlo, y simplemente dejo de insistir.

Ella siempre le llamaba de vuelta.

Cambiando de canal en canal, llamo su atención que cada televisora espaciaba la misma noticia, la misma conductora con el mismo tema. Eso le causo curiosidad se detuvo en los noticieros de CNN que en letras enormes anunciaban "DESASTRE EN PARQUE DE ATRACCIONES" sus oídos escuchaban detenidamente todo lo que la mujer hablaba, y el corazón se le detuvo cuando anunciaban que aquel suceso se daba en el parque donde su hija trabajaba. Se quedo inmutable, y aquella sensación de pánico lo invadió hasta lo más profundo.

Y como siempre las miles de preguntas empezaban a chocar una con otra en su cabeza, como un monopolio sin fin. No dudo en ningún momento y volvió a tomar el teléfono para llamar a Costa Rica.

Pero nada... Simplemente no tenía respuesta.

Alan Grant en ese momento rompió su juramento de nunca más, ‹‹y ahora si era en serio›› volver a aquella isla.

Y si, tal vez Kate estaba a salvo, quizás con lo inteligente que era esa joven salió de aquel despreciable lugar al que juro jamás volver, pero no estaba seguro, nadie le daba seguridad de ello. Solo hasta que la viera o escuchara la voz de la mujer.

Podría creerlo.

Y ahora se encontraba en el aeropuerto esperando el llamado para abordar el avión e ir a las calurosas tierras de Centroamérica. No dejaba impaciente de mirar su antiguo pero aun funcional teléfono celular esperando la fiel llamada de su primogénita y cerciorarse de que ella estaba bien, y no tener que partir. La gente hablaba en voz alta, los parlantes llamaban vuelos a abordar, la gente se movía impaciente contiendo el frio que hacía a pesar de estar bajo la calefacción.

Parecía un mismísimo parque allí adentro.

Pero el teléfono celular comenzó a sonar en medio del bullicio del gentío y se detuvo a observar que no poseía aquel contacto grabado en su directorio y las esperanzas crecieron cuando vio que aquel número no pertenecía a su localización geográfica. Con un suspiro de alivio y emoción presionó el botón del teléfono y lo colocó en su oreja.

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