15.09.2017 Laura
"De verdad que soy más tonta que hecha por encargo... madre de dios, ¿A quién se le ocurre aceptar esa propuesta del café? Solo a mí. Estúpida. Joder... que queda una hora y sigo en pijama. Estoy atacada como diría la Fergó, mi Núria... me mataría si supiera que voy a tomar un café con el rulos."
Había quedado con David en nuestro bar de Barcelona a las once de la mañana para desayunar. Llevaba en la ciudad dos días, atareada con las grabaciones de Tu cara me suena y quedando repetidas veces con Gisela. Eran las diez y, aparte de un café que había pedido al servicio de habitaciones, mi estómago andaba vacío. Soplé de nervios, indecisa con la ropa que iba a ponerme. ¿Cómo se va a un reencuentro privado con un ex después de meses sin contacto? No tenía ni idea.
"¿Y si no voy?"
Era una opción viable, inventarme una excusa y regresar a Madrid de incógnito. Nadie se daría cuenta, solo él y Gisela, claro, la única que conocía detalle a detalle la historia. Precisamente Campanilla fue la que me 'obligó' a ir. Sus insistencias habían hecho que yo aceptara aunque en ese momento quisiera encerrarme en una burbuja y no afrontar la realidad. ¿No sería tan traumático, no?
Gisela (G): Laura, Laura – empezó a aporrear la puerta de mi habitación – Laura abre que quiero verte. Soy yo, sister.
No esperaba para nada aquella visita. Entreabrí con recelo y la dejé pasar. Tiró el bolso sobre la cama y se llevó las manos a la cabeza.
G: ¡¿Qué haces todavía con pijama?! ¡Laura! ¡Reacciona! ¡Que solo desayunareis! ¡No vais a liaros! – exclamó indignada – O sí – apunto por lo bajini – ¡Vístete, va!
L: Cálmate Gis, cálmate. Que no sé qué coño ponerme, joder.
G: Uf, una, los tacos guardaditos con llave y segundo, pongas lo que te pongas vas a estar divina y va a babear por ti. Normal, sencillita, deja que él mismo fantasee. Mira, esto – unos jeans ajustados negros – y esto – una camiseta blanca con un detalle azul – ah, y tacones, eso sí, no vayas a ser un enanito.
Rodé los ojos y obedecí. Ella misma se encargó de mi maquillaje y peinado. Sutil y sobrio, sin exageraciones. Con un severo temblor en el cuerpo, me dirigí en un coche de alquiler a la cafetería donde habíamos quedado, a las afueras de la ciudad condal. Entré en el local semi vacío bajo unas oscuras gafas de sol y sin observar a nadie, me dirigí a la primera planta donde tantos desayunos habíamos compartido. Todas las mesas estaban vacías. ¿Y si se había rajado él? Miré la hora. Todavía faltaban más de cinco minutos. Me senté al lado de los grandes ventanales y suspiré. Me entretuve con el Instagram hasta que noté su presencia enfrente de mí. Levanté la vista del móvil y lo vi, impecable como siempre, bien vestido, visiblemente nervioso, intentando mostrar una leve sonrisa.
D: Hola – murmuró con inquietud.
L: Hola – me levanté y nos dimos dos besos.
El silencio inundó el espacio, cortante, helador. Con un '¿Qué tal?', David rompió la tensión. Me encogí de hombros.
D: ¿Qué significa?
L: Estoy llena de trabajo y bueno, tirando y luchando. ¿Tú?
D: Va – respondió secamente – He estado mejor, sinceramente. No te veo muy contenta.
L: No me psicoanalices – le advertí – Estoy bien, cansada de tanto currar, pero mi situación actual no es tan mala como podría serlo. Saco libro en diez días.
D: Ya, ya. Seguro que me dejas de vuelta y media, ¿no? – me sentí agredida, francamente.
L: Te dejo de la forma que te mereces y si quieres saber más, te lo lees. He callado mucho, demasiado diría yo – contesté de forma borde.
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Dejemos el pensar atrás
FanfictionCuando la vida ya no puede dar más vueltas, más oportunidades a un amor tan complicado, distintos acontecimientos provocan un nuevo acercamiento entre Laura y David. Sin embargo, el constante recuerdo de su pasado, de su amor fallido, les dificult...