Capítulo 12: Vuelvo a ti (II)

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Levanté la vista del mármol para mirarme al espejo. Tenía los ojos hinchados y la nariz como un tomate. Aun así, no era eso lo que me preocupaba en esos momentos, sino la presencia que estaba detrás de mí, a una distancia prudente, apoyada en la pared.

L: ¿Qué haces aquí? – le pregunté con la voz entrecortada y sin girarme.

D: No me gusta verte llorar, Laura.

L: No es fácil para mí esto.

D:¿Te piensas que para mí sí? – me volteé hacia él – A mí tampoco me gusta que ahora llegue Rosanna y jugar a la parejita feliz igual que tú juegas a la familia feliz con Carlos y la prole. Es que te miro y te comería a besos porque te quiero y esta situación me está matando desde hace demasiado. Porque no olvido lo que pasó el lunes ni lo olvidaré en la vida y no solo porque fue un polvo maravilloso, sino por todo lo que me haces sentir. Porque eres la mujer de mi vida y estás llorando en un camerino por algo que no tiene solución por ahora. Yo también quiero dejarme llevar pero de momento estamos atados de manos y pies, tanto tú como yo. Tenemos que desatar estos nudos y te juro que estoy en ello. No sé si tú estás dispuesta. No creo que lo de Barna fuera la última noche. No lo será. Lo nuestro está condenado al fracaso, o al menos eso pensaba, pero no es verdad. Te miraba en el escenario y me transmitías una verdad tan pura Laura... pero tanto... lo nuestro va más allá de las cuatro oportunidades fallidas. Ya sabes porque han sido fallidas, han fallado por terceros factores externos. Jamás lo hemos dejado porque hubiésemos querido. Solo nos hemos separado porque alguien lo ha querido así y te aseguro que he sido tonto dejándote perder pero se acabó, Laura. No pienso perderte una vez más. Voy a luchar por ti aunque me deje la vida pero te necesito. Sin ti no soy nada y sé que no eres feliz. No con Carlos. La chica que vi ayer a la que vi el lunes difieren cantidad. Y te amo... joder... es que te amo...

Y habiendo desnudado su alma, David abandonó mi camerino dejándome totalmente atónita, con la cara repleta de lágrimas y sin poder responder. Me recompuse como pude y salí al pasillo. Lo busqué por ambos lados y lo único que vi fue a Narcís junto a Carlos, los niños y Rosanna.

Na: Hombre Laurita, volvemos a vernos. ¿Qué te pasa? Te veo muy inquieta – dijo en un tono que no me gustó un pelo.

L: Nada, nada. Voy a ver a Ro – respondí como pude.

Di un abrazo a Adrián, saludé a las gemelas e ignoré a Carlos y a la víbora que por lo visto habían entablado una conversación la mar de interesante ajena al resto de personas que se encontraba ahí. Me escabullí hasta la sala donde conversaban mi amiga e Ito. Estaban tirados en un sofá riendo con Ella.

L: Ro – la llamé desde la puerta – ¿Puedes venir un segundo?

Ro: Claro – se levantó y se acercó a mí. Me tomó del brazo y viendo que empezaba a temblar nos encerramos en mi camerino – Suéltalo.

Me eché a llorar. No podía más, pero tampoco quería herir a gente tan querida como Carlos o Adrián ni tener que pasar miedo y creerme las falsas esperanzas que las otras ocasiones me había prometido David y habían resultado un fracaso porque alguien nos había visto o nos habíamos dejado ver sin querer. Me abrazó, calmándome y preguntando qué había pasado.

L: David me acaba de hacer la declaración de amor de su vida – confesé sollozando – Esto debe acabar. O nos olvidamos el uno del otro o lo retomamos.

Ro: ¿Y tú que quieres? ¿Qué le has contestado? – nos sentamos en un sofá.

L: No me ha dado tiempo a responderlo. Se ha marchado. No sé qué quiero. Supongo que ser feliz, pero me cuesta demasiado. No quiero volver con él y que en dos meses todo se haya ido a pique. Carlos me aporta estabilidad pero ya no sé qué pensar y eso de esconderle tanto y haberle sido infiel me pesa.

Dejemos el pensar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora