Capítulo 7: Feliz cumpleaños Laurita

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Flashback

Laura 25.6.2009

La brisa miamense soplaba delicadamente. Paseando por Ocean Drive de su mano me sentía una más, una chica que cumplía 34 años disfrutando de los primeros frutos de esa segunda oportunidad. No me observaban, no me perseguían, era Laura, no Chenoa y él no era Bisbal, era simplemente David. Era feliz, él me había devuelto la ilusión y me había prometido que esta vez sí íbamos en serio, que Elena era agua pasada (habían roto un mes antes), se había marchado a España y que solo tenía ojos para mí. Siempre había sido muy reticente a irme de mi adoptivo Madrid pero desde que me di el impulso de visitar Miami, me quería quedar. Él era la razón por la cual no había regresado a casa a celebrar mi cumpleaños o a volver a la 'normalidad'. Para mí normalidad en ese momento no era tener un ejército de fotógrafos enfrente de mi portal, ahora era poder tomar un café sin murmuraciones a mis espaldas, darme un beso con mi chico en la calle y no observar un flash acosador o pasar una agradable velada en un restaurante sin miradas indiscretas. Aunque estaba trabajando en mi nuevo disco y él también, nos las ingeniábamos para exprimir el máximo de tiempo juntos. Sin embargo, parecía que se había olvidado que era mi cumpleaños. No me lo había mencionado en ningún momento. Ni tan siquiera me había felicitado.

"¿De verdad no se acuerda?"

Una punzada de tristeza me invadió. No podía ser posible... David no era así. ¿Me lo habían cambiado?

D: Estás ausente... – su voz me sacó de mis pensamientos – ¿Te pasa algo?

L: No, ¿Qué me tendría que pasar?

D: Parece que hayas visto un muerto – lo miré por encima de las gafas – Vale, no he dicho nada. ¿Te apetece un bañito?

L: Vale – acepté con poco entusiasmo.

Tendimos las toallas cerca de un espigón, quedando bastante escondidos de la muchedumbre que ocupaba la parte central de la playa. Me quité la camiseta y los shorts con más lentitud que David que, con su habitual energía, ya estaba listo para ir al agua.

L: Eh, échame crema y échate tú también.

D: Jo – protestó como un niño pequeño.

L: Ni jo ni leches, que luego te quemarás.

D: Sí – aceptó acercándose a mí y obedeciendo.

Con un suave masaje, me aplicó una capa de crema solar en la espalda.

D: Estás guapísima – me susurró al oído – Te como entera.

Me sonrojé y sonreí como una boba. Tiró de mí hasta ponerme en pie y entrelazando mis dedos con los suyos nos adentramos en el agua. Estaba algo fría. Me quedé en la orilla, impidiendo que David lograra su propósito: mojarme de arriba abajo.

D: Venga Laurita...

L: No, no – me negué.

Se zambulló por completo y seguidamente me abrazó. Forcejeé para que no lo hiciera y perdí la batalla, cayendo de espaldas al agua ante sus risas. Me agarró a peso y nadamos unos metros. Rodeó mi cintura con sus piernas y mi cuello con sus brazos. Me besó tiernamente, olvidando que no recordaba el día que era. Esa segunda oportunidad me estaba regalando momentos mágicos. Él se había encargado de explicarme que se escondía tras nuestra ruptura y después de ese primer encuentro en una fiesta de la jet set latinoamericana, habíamos decidido reemprender lo que un día dejamos a medias. Estaba siendo una fantasía, una nube de la cual no quería bajar.

L: ¡David! – exclamé cuando noté que sus manos subían por mis muslos peligrosamente – ¡Qué estamos en un lugar público! – me reí.

D: ¿Por qué hemos desaprovechado tanto tiempo?

Dejemos el pensar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora