No sé ni cómo hice para volver al colegio. Era como si me hubieran puesto la cabeza dentro de una bolsa de plástico. No podía respirar, boqueaba, el plástico contra mi boca, contra mi nariz, cada vez más pegado, hasta dejarme sin aire. Las imágenes de lo que me había contado el padre de Marito volvían una y otra vez. Eran imparables, como buscar con la lengua la herida en la boca.
Llegué dos horas después del horario de salida. Cuando llegué la mujer de la entrada empezó a gritarme. Vinieron dos de las monjas y una me agarró del brazo.
-¿Dónde te habías metido? –gritaba y me sacudía como si mis palabras estuvieran encerradas y ella pudiera así lograr que salieran.
La mujer de la entrada decía que ahora no sabía cómo ubicar a mis padres. Llamó a casa pero no estaban.
-¿Cómo pudiste hacerles una cosa así? –me decía una y otra vez, y parecía que estaba por largarse a llorar.
Era una mujer muy flaca con dientes enormes y ojos saltones. Se ponía nerviosa con facilidad y tenía la costumbre de revolotearnos alrededor a la salida del colegio. Me hacía pensar en una gallina asustada, pero tenía buen corazón y me sentía realmente responsable de nuestras entradas y salidas. Si yo no hubiera estado tan aturdida, me habría dado culpa haberla puesto en ese estado. Pero yo no tenía ninguna posibilidad de pensar en eso en ese momento.
-¡Están viniendo para acá¡ -dijo una de las monjas que había ido a atender el teléfono y salió corriendo ahora del cuartito de recepción-. Estaban en un teléfono público. Tu mamá lloraba como una loca.
-Y cómo no iba a volverse loca –dijo la mujer y me miró acusadora.
Sentí un alivio totalmente absurdo cuando vientrar a mis padres. Mamá tenía los ojos hinchados de llorar y papá parecíaperdido. Nunca los había visto tan asustados. Me abrazaron y nos quedamos lostres abrazados, llorando. Ellos no tenían idea de por qué yo me había puesto allorar así, pero no me importó. Estábamos juntos y ellos solo queríanprotegerme. Yo no tenía ningún otro lugar adonde ir.
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Piedra, papel o tijera
Teen FictionAlma va todos los fines de semana, con sus padres, a su casa en el Tigre. Allí conoce a Carmen y a Marito, dos hermanos que viven con su abuela, en una casa sencilla. Las aventuras por el Delta, el despertar del amor y el fin de la inocencia los une...