Capitulo 24

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Gael.

¡¿Dónde mierda esta?! Observo detalladamente toda la habitación. Sus cosas siguen aquí, esa es buena señal. ¡Por Dios! ¿Dónde está? Me pongo una mano en la cintura, y con la otra me hago el cabello hacia atrás. Estoy frustrado. ¿Por qué me hace esto?

Doy vueltas por toda la habitación, esperando una respuesta, que no sé de dónde mierda me ira a caer. Pienso rápido y voy por mi celular en la otra habitación. Rápidamente marco el número de Isabella. Comienza a timbrar, pero no responde. ¡Joder! ¿Por qué me hace esto? ¡¿Por qué?! Si me sentía mal, en haberle hablado de esa manera, ahora me siento peor. Por mi culpa se fue, a no sé dónde carajo. Esta mujer me va a volver loco, ya estoy convencido de eso.

Creo que ya estoy listo para ir directo al manicomio. Creo que eso no serviría de nada, mejor me suicido, esa sería una mejor opción. Porque si no me vuelve loco, terminara matándome de un infarto.

Sigo caminando de un lado a otro. Son las 12 de la madrugada. He marcado su celular más de 30 veces y no responde. ¡Maldita mierda! ¿Donde estas, Isabella? ¡Donde carajos estas!

Me siento en la cama cansado de dar vueltas. Dejo el celular sobre la cama y tomo mi cabeza con ambas manos. Hundo mi cabeza entre las piernas frustrado por la situación.

Pienso por unos minutos, que puedo hacer. Salir a buscarla, no creo que sea una buena idea. ¡Es Nueva York! Esta ciudad es inmensa, no sé dónde podría empezar la búsqueda. Podría estar en cualquier sitio. Perdería tiempo si saliera a buscarla. Ya es adulta, no sé por qué me preocupo tanto. Tal vez porque es de noche, y ya será casi la 1 de la madrugada.

Mi cerebro empieza a tranquilizarse y a razonar sin perder la cordura. Cálmate Gael. Ella sabe cómo regresar, no es como si conociera la ciudad. ¿Pero si le pasa algo? Ya es muy tarde para que ande sola. Y más si anda caminando.

Frunzo el ceño. ¡Mi auto! Corro rápidamente a revisar en la sala, si no se ha llevado mi auto. Si eso hizo, estaré más tranquilo. Aunque ni tanto. ¡Es mi auto! Nadie lo toca.

Miro el mueble enseguida de la puerta, y percato que las llaves siguen en su lugar. El auto sigue aquí. Maldición, casi me da un infarto. Pero todavía sigo preocupado por ella.

Regreso a la habitación. Tomo de nuevo el celular. Intento marcarle de nuevo, pero igual sigue sin responder. Cuando regrese, me va a escuchar.

Me acuesto en la cama. Cierro mis ojos para poder descansar un poco. Poco a poco me voy quedando dormido.

Escucho unos pasos de tacones en la habitación. Estoy seguro que Isabella ha llegado, si es que no estoy soñando. Abro mis ojos y observo el reloj que está en la mesita de al lado. Son las 3:30 de la madrugada. La luz del baño esta encendida. Me siento en la cama y espero a que Isabella salga del maldito baño.

—Gael, me asustaste —dice dando un pequeño salto asustada al verme— ¿Qué haces aquí? Creí que estabas en la habitación de Axel.

—¿Dónde carajo estabas? —pregunto molesto. Muy molesto, frustrado, encabronado y lo que le sigue. La observo fijamente.

—Fui a caminar, quería pensar un poco. Además, de que quería dejarte solo. No pensé que te darías cuenta de que no estaba —se sienta en la cama y comienza a quitarse los tacones.

—¿Por qué te fuiste? Vine a buscarte para arreglar las cosas, y tú ya no estabas. Me tenías preocupado Isabella.

—No lo creo.

—¿Que no lo crees? ¡¿No viste el maldito celular?! Te estaba llamando ¿por qué no me respondías?

—¿Para qué? ¿Para seguir discutiendo? No gracias. Si tu no querías discutir, yo tampoco —suspiro con frustración.

Juro Vengarme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora