Capítulo 26

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Alissa.

—¡Mamá! por favor, diles que no se lo lleven —lágrimas y más lagrimas no dejaban de caer por mis mejillas.

—Tranquila Alissa, todo estará bien —me decía mi madre, la miraba igual que yo, estaba destrozada.

—tenemos que hacer algo mamá, no podemos quedarnos así.

—No podemos hacer nada mi niña —me decía— se ha ido.

—¡NOOO! —Gritaba con desesperación.

—¡Por favor no, se lo suplico! —lagrimas, y más lagrimas bajaban por mis mejillas. Mi mamá me abrazo a su cuerpo con mucha fuerza.

Estaba arrodillada frente a la puerta, observando como se llevaban a mi padre. Como me lo habían arrebatado de esa manera tan cruel. Mi padre, mi bello padre. Lo habían alejado de mí.

—¿Por que, mamá? ¿Por qué le hicieron eso? —le pregunte a mi mamá con lágrimas en los ojos. Unas lágrimas que por más que quisiera, no dejaban de caer.

—No lo sé, cariño. Tengo que averiguarlo.

—¿Mamá? —escuche que preguntaba Gisele, apareciendo detrás de nosotras. Ambas nos giramos a verla— ¿Por qué lloran? ¿Dónde está papá?

—Ven cariño —le dijo mi madre. Ambas nos pusimos de pie. Cerré la puerta. Mamá tomo de los hombros a Gisele, y se la llevo a la sala. Yo le seguí. Mamá se sentó con Gisele, y yo enfrente de ellas en otro sofá. Limpie mis lágrimas, para que mi hermana no se preocupara.

—¿Dónde está mi papi? Escuche gritos desde mi habitación —trago saliva al ver a mi hermanita ponerse cada vez más nerviosa. Mi madre me observa, y las lágrimas comienzan a correr de nuevo con abundancia. No puede decirle lo que paso.

—Tu papá... ya no.. ya no...—de repente, escuchamos el timbre de la casa. Las tres nos sobresaltamos al escucharlo. Estábamos muy alteradas. Rebeca la joven de servicio, salió de la cocina para ir a abrir la puerta.

—¿Dónde está mi papi? —pregunta de nuevo Gisele.

—Señora, la buscan —dice Rebeca, interrumpiendo.

—Gracias. Podrías llevarte a las niñas a su habitación —Rebeca asiente con su cabeza, y va por Gisele. Mi madre se pone de pie, dejándonos con ella.

—¿A dónde vas mamá? ¿Quién te busca? —le pregunte.

—No puedo decirte nada, Alissa. Ve a tu habitación. Ve con tu hermana, has lo que te ordeno —me dijo un poco molesta— Rebeca, por favor llévatelas.

Sin más que decir, tuve que obedecer a mi madre. Subíamos las escaleras, junto a Rebeca. No tenía ni la mayor idea de cómo le diríamos a Gisele lo que paso. De seguro me preguntara hasta que le diga. Pero no quiero ser yo quien lo haga. Así que le inventare cualquier cosa.

Estaba arriba en el segundo piso, cuando escuche la voz de un hombre. Doy la vuelta rápidamente, y observo como mi madre lo saluda, para después dirigirse al despacho. Esto no va bien.

—Rebeca, ahora subo. Iré a por un vaso de agua para Gisele —le dije, pero ella me detuvo.

—No, señorita. Yo voy por el agua. Usted quédese con su hermana.

—¡No! —reacciono rápidamente— Yo iré, no tardare —sin decir más, baje con rapidez las escaleras, sin obedecer a Rebeca. Camine hasta el despacho donde estaba mi madre y ese hombre. Tenía que saber más de lo que paso. Me coloque detrás de la puerta, y escuche lo que decían.

Juro Vengarme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora