Mitos Reales.

3.6K 230 97
                                    

Estaba disfrutando de un agradable sueño de mí y una idol corriendo por un campo de flores tomados de la mano cuando el maldito sonido de la alarma me despertó. Contuve las ganas de romperlo y lo apagué calmando mi ira.
Vamos, levanta el trasero, me dije a mí mismo como si eso me sacara las ganas de dormir dos siglos seguidos.
Cerré los ojos pensando en que solo los mantendría cerrados cinco minutos y luego me levantaría, pero cuando los abrí el reloj marcaba las 07:45am. Sí que tenía cinco minutos, cinco minutos para ducharme, vestirme y estar antes de las ocho en la puerta del dormitorio de Sarutobi. Genial, eres genial Naruto, me dije sarcásticamente.

Me duché tan rápido que me sorprendí a mí mismo y salí del baño a medio secar con la toalla sobre el hombro. Cuando estaba por llegar a mi objetivo, la ropa, me resbalé y caí de espalda al piso.
Me reincorporé y no miré el reloj para no apresurarme más y hacer alguna cagada. Me vestí con el uniforme y salí corriendo sin cerrar la puerta. Subiendo las escaleras me crucé a Orochimaru y Tsunade. Pasé de ellos sin saludar y continué mi camino. No sabía qué hora era, pero la puerta estaba cerrada. Calmé mi respiración y me quedé parado a un lado de la puerta como si hubiese estado hace más de quince minutos.

Pasó un poco tiempo que desde mi dormida perspectiva parecieron horas cuando se abrió la puerta y salió Sarutobi vistiendo un traje gris con camisa blanca y corbata negra con rayas rojas. Bastante elegante. Aunque las pantuflas blancas afelpadas le hacían ver gracioso. Me vio observando las pantuflas y levantó una ceja haciendo que enseguida mirase hacia el techo.
-Buenos días.- Dijo comenzando a caminar.
-Buenos días, señor.
-¿Desayunaste?- Con gran sincronización mi estómago rugió de hambre.- Ya veo que no. Haz también para ti entonces.

Desayuno. Bien, eso es fácil. Me le adelanté y bajé las escaleras de a dos escalones dirigiéndome a paso rápido hacia la cocina. Cuando entré divisé por la ventana a Tsunade fumando, me concentré en el desayuno e ignoré su presencia. Café, huevos revueltos y rodajas de manzana. Preparé uno para el viejo, otro para Orochimaru y uno para Tsunade.
Llevé en una bandeja del mueble los dos platos y tazas hacia el comedor. Sarutobi estaba sentado a la cabeza y Orochimaru en el lado derecho de la mesa. Le puse un plato y taza a cada uno y me fui nuevamente a la cocina. Tsunade seguía fumando. Agarré una taza y el plato lo puse sobre mi antebrazo manteniéndolo en equilibrio, abrí la puerta trasera y fui hacia ella. Me miró extrañada y como si nada le saqué el cigarro que estaba a punto de poner entre sus labios y le puse la taza en su lugar, la tomó con su mano derecha y le extendí el plato hacia la otra mano. Tiré el cigarro al piso y lo pise para apagarlo.

Sin mirarla me volví por donde llegué y me dispuse a servirme leche con cereales.
Mientras buscaba entre los muebles los condenados cereales sentí entrar a Tsunade, ella se sentó en la mesa de la cocina y comenzó a comer.
Encontré los cereales. Puse un puñado en un tazón y luego puse algo de leche. Me senté frente a Tsunade y di una probada a mi cereal. Cuándo había sido la última vez que probé algo de leche no sé, pero estaba deliciosa. En menos de cinco minutos devoré todo el tazón y me levanté a dejarlo en el lavavajillas. Enseguida me dirigí hacia el comedor para levantar los platos cuando esos dos terminaran.

Un hombre alto, de tez un poco morena, cabello negro y barba entró al comedor. Vestía una bata de dormir roja.
Se sentó en la mesa y me miró.
-¿Dónde está mi plato?- Su voz era hostil.
-Iré a prepararlo.- Le dije. Al mismo tiempo Sarutobi terminó de comer y se levantó de la mesa limpiando su boca con una servilleta.
-No vayas.- Me habló a mí.- No se levantó en hora. No es tu responsabilidad. Encárgate de los platos.- Lo último se lo dijo a Orochimaru.- Tú, ven conmigo.- Me hizo una seña con el dedo y pude sentir la mirada amenazante del hombre impuntual.

Seguí al viejo mientras subíamos las escaleras al tercer piso y él caminó más lento para colocarse a mi lado.
-Él era Asuma, mi hijo. No hagas nada de lo que diga, tu jefe soy yo.
-Entiendo, señor.- Al parecer no se llevaban muy bien.
Seguimos caminando hasta el despacho del viejo y me adelanté para abrirle la puerta, él pasó y luego lo hice yo dándome cuenta que no había ordenado los libros y estaban aún en el escritorio. Iba a disculparme pero él comenzó a observar lo que había hecho en cada libro.
-Continua con esto, yo tengo que organizar algunas cosas.- Me dijo sentándose en su silla y sacando una libreta.
-Pero ahora no es mi tiempo libre.- Le dije marcando lo obvio.
-No, pero es lo que yo te estoy diciendo que hagas, ¿verdad?- Vale, tenía un punto, pero igual.

El Último Semidiós: Wrath of Scars. (NarutoxFairyTail)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora