Dos Lunas.

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-Llévenselo.
-Tú... ¡¿qué fue lo que hiciste?!
-Me aseguré de detener algo que no comprendemos.

Mientras salíamos del terreno desolado donde antes había estado la ciudad, varios soldados del Consejo Mágico Mundial, un grupo que regulaba a todos los magos en el mundo y tenía una cede en cada país, aparecieron junto con Jellal y Sasuke.
Me tomaron por la fuerza y apresaron en un vehículo para prisioneros, Lucy, Gajeel, Meredy y Gray intentaron detenerlos pero Freed, Minerva y Ur los detuvieron, entrar en enfrentamientos con soldados del Consejo Mágico significaba convertirse en un enemigo de nivel mundial. Así que me llevaron, lo único que podía ver dentro del vehículo eran las marcas rojizas que permanecían en mi mano derecha.
Podría escapar, en condiciones normales, pero no tenía fuerzas y antes de subir me inyectaron un suero que nubló mis sentidos.

Permanecí sentado, esperando llegar a nuestro destino.
Sentía los párpados pesados, e hice un esfuerzo por mantenerme despierto, pero fue en vano. Caí dormido sobre el frío metal de la camioneta.

-¡Arriba!- Me dieron una leve patada y desperté, la luz que entraba por la puerta trasera abierta me encandiló y me cubrí con mis manos esposadas.
El soldado del Consejo Mágico me tomó por el brazo e hizo bajar de la camioneta, un enorme edificio de ladrillo blanco rodeado de torres de vigilancia y amurallado, por el símbolo sobre las puertas adiviné que era una propiedad del Consejo Mágico. ¿Dónde? No tenía la menor idea.
Caminé siendo escoltado por dos soldados hasta parar frente a un hombre con una túnica de Caballero Rúnico.
-¿Naruto Sarutobi, verdad?- Era un hombre delgado de estatura media con cabello corto casi rapado de color negro, tenía las patillas ligeramente largas, ojos color verde esmeralda y las cejas delgadas. El lado izquierdo de su cara estaba cubierta por tres cicatrices, la más corta en diagonal hacia arriba en la dirección de su ojo izquierdo y cruza con la más larga de las tres, la otra va similarmente orientada pero esta subía hacia la frente. Tales cicatrices cubrían su ceja izquierda y parte de su cabello.

Uno de los soldados golpeó mi hombro, y asentí.
-Bien, me presentaré, mi nombre es Mest Gryder, soy el alcaide de esta prisión.- Ya lo estaba suponiendo, era una prisión.- Estamos en "La prisión de Sangre", ubicada en la isla Enca. ¿Sabes por qué estás aquí?- Volví a asentir.- Eso hace mi trabajo más fácil, pero por formalidades aún debo decirlo. Naruto Sarutobi, se te acusa de actos terroristas en la destrucción de Vroldar, y testigos te declaran como hijo de un Dios y una mortal. Estoy seguro que sabes la clase de resentimiento que se tiene hacia los Dioses, así que en los siguientes tres días se organizará tu juicio, y se decidirá tu ejecución. No estarás mucho tiempo aquí, así que no te pongas cómodo, hijo del demonio.- Dijo refiriéndose a mi padre.

Luego de eso entramos en el recinto, primero me hicieron cambiarme dejándome con solo unos pantalones casi destrozados, esposaron mis manos hacia atrás y también mis pies.
Bajamos por escaleras metálicas a un piso subterráneo, y me encaminaron hacia una de las cuatro celdas que había allí.
-Entra.- Dijo el soldado y me empujó dentro.- No intentes nada, mientras dormías hemos colocado un hechizo en ti, si te apartas a más de 200 metros de la prisión, tu cuerpo comenzará a incinerarse. Te lo digo como advertencia.
Me senté con las piernas cruzadas al fondo de la celda, esto era lo peor que podía pasar, y la culpa es mía por ser imprudente, no podía escapar, y era clara qué decisión sería tomada en el juicio. Si bien las personas no saben de la existencia de los dioses, existen los mitos, leyendas e historias pasadas de generación en generación, y por una en particular se generó un odio y rechazó profundo hacia lo divino, y la creación del antropocentrismo.

Cerré los ojos, simplemente esperando, ignorando el chillido de ratas, el goteo del techo resonando en el suelo y el olor putrefacto.
Me había dormido, y cuando desperté me sobresalté al ver un lobo blanco frente a mi celda, tenía líneas y pequeños círculos celestes en su pelaje que brillaban con intensidad. Y recordé, era el lobo que vi en Iceberg luego de la pelea contra los Yetis. El ambiente se tornó frío, y cuando quise acordar el lobo se encontraba a escasos milímetros de mí, casi juntando su nariz con la mía.
Bajó su cabeza y cuerpo levemente, casi como una reverencia. Acerqué mi mano a su pelaje, y antes de que hiciese contacto él se acercó a mi mano por voluntad propia.
El sonido de pasos contra metal dirigió mi atención hacia las escaleras, y una vez separé mi mirada el lobo desapareció, como si nunca hubiese estado allí.

El Último Semidiós: Wrath of Scars. (NarutoxFairyTail)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora