NUEVA ESCLAVA

238 23 4
                                    

Diana ya había pasado una semana como esclava personal de el Alfa supremo, y aunque por fuera ella simplemente agachaba la cabeza, se arrodillaba y seguía todas las órdenes de manera sumisa y obediente sin hacer ninguna queja, pasaba todo el día encadenada de manos y pies limpiando la habitación de Abel, fregando el piso con trapos y un balde de agua con jabón y cocinando para el, acomodando su ropa, y de noche la encerraban en una celda con cadenas en sus muñecas y tobillos que estaban pegadas al techo, obligándola a dormir colgada de brazos, todas las mañanas 2 guardias iban a despertarla, arrojándole un balde de agua fría sobre ella y este día no sería la excepción.

-Despierta humana.- El guardia arrojo el balde de agua fría sobre la joven de largo y liso cabello naranja/rojizo y piel blanca.

-El Alfa despertara en 30 minutos.- El otro guardia soltó las manos de Diana de las cadenas pegadas al techo.- Debes hacer su desayuno y llevarlo a su habitación.

La niña cayó de rodillas al sucio y frío piso por el cansancio y el susto de no haber dormido lo suficiente y ser despertada bruscamente, observó como sus manos pasaron de estar pegadas al techo a estar encadenadas una con la otra con grilletes que apretaban sus muñecas, también observó como encadenaban sus pies y la empujaban para obligarla a caminar fuera de la celda y directo a la cocina.

-El Alfa ordenó su desayuno favorito, chilaquiles con salsa roja.- La cocinera de el castillo que también se encontraba encadenada de la misma manera que Diana, había dejado los ingredientes necesarios para cocinar en la barra frente a ella.

-Por desgracia a los vampiros les gusta la sangre de rata.- Diana tomo con odio los ingredientes y prendió la estufa para empezar a cocinar.- Podría envenenar al idiota supremo con veneno para rata si hubiese alguna aquí en el castillo.

-No lo notaría.- La cocinera prendió otra estufa para cocinar el desayuno de Kevin y su novia quienes también vivían en el castillo.- Su poder de sanación detectaría el veneno y lo neutralizaría, solo serías acusada de intento de homicidio y sin duda te matarían.

-¿Alguien ya lo intento?

-¿Qué crees que le pasó a la esclava que estaba antes de ti?...- La cocinera bajo la mirada y se puso tensa, sacudió un poco la cabeza y siguió cocinando.

-¿Que veneno utilizo?...

-Aconito... Se rumoraba que el veneno de esa flor era letal para los hombres lobo... Y lo es... Un hombre lobo común habría muerto... Al Alfa le tomo una semana recuperarse por completo.... No existe un veneno lo suficientemente poderoso para matar a Abel Diana...

-No puede ser invencible... Llevo una semana aquí y no eh encontrado nada... Necesito algo... Lo que sea... Alguna debilidad para acabar con el...

-Yo llevo aquí más de 4 años.... Y ¿Sabes cómo eh durado tanto?... Baje la cabeza... Y acepte que así son las cosas ahora... Eh visto morir a 23 personas por las manos de el Alfa en los años que llevo a su servicio.... Todas atentaron contra el... Y todas fracasaron...

-Ninguna de ellas era yo.- Diana termino de preparar los chilaquiles en salsa roja y los puso en la bandeja para llevarla a la habitación de Abel.- Es solo cuestión de tiempo para que llené mis manos con la sangre de el idiota supremo...

-Estas jugando con fuego pequeña.... No hay manera de matar a Abel...

Diana salió de la cocina y se dirigió a la habitación de Abel con la bandeja en sus manos, al llegar a la puerta, los guardias encargados de custodiar su habitación la abrieron y ella entró mientras los guardias cerraban detrás de ella, al entrar observó al Alfa supremo terminando de vestirse después de su ducha.

-Le traigo su desayuno mi amo.- Diana puso la bandeja en la mesita de centro y se apartó un poco para darle espacio y pudiera comer.

-Esta delicioso.- Abel comía feliz saboreando cada bocado, Diana siempre tuvo un talento natural para la cocina, un don que heredó de su madre en paz descanse.

-Me alegra que mi comida sea de su agrado.

-Veo que aprendes rápido de lo que se trata ser una esclava.- Abel termino de desayunar y dejo su plato devuelta en la mesita de centro.

Diana se limitó a sonreír de manera hipócrita mientras en su mente se imaginaba lo hermoso que sería que el desayuno hubiese estado contaminado con nitrato de plata, pero las platerías se cerraron y quemaron hace mucho tiempo y toda su mercancía fue quemada con ellas y ahora se prohíbe sacar plata de las minas durante las excavaciones así que básicamente la plata es imposible de conseguir.

-Oye.- Abel trono los dedos sacando a Diana de sus pensamientos.

-Perdóneme señor... No pude descansar bien....

-Que sea la última vez.... Que te dé una orden y no la escuches por estar distraída ¿Entendiste? Si necesitas descansar termina tus tareas rápido para que puedas retirarte.

-Perdón... Señor...- Diana hablo con dificultades para dejar salir las palabras.- ¿Podría repetir su orden?

Quiero que limpies este cuarto, y cuando termines quiero que ayudes a la cocinera a preparar algo de comer para recibir a Ramón Ramírez.

-¿Puedo saber quién será nuestro invitado?...

-Ramon... Es uno de los demonios más fuertes y es el nuevo líder de México, vendrá para supervisar el traslado de prisioneros que se moverán a la nueva prisión en su país, se quedará unos días en el castillo así que ordena a una de las esclavas preparar una habitación para el y otra para su hijo que también vendrá de visita.

-Como ordene mi amo.- Diana bajo la cabeza y tomo la bandeja con el plato vacío donde antes estaban los chilaquiles.

Los guardias abrieron la puerta desde fuera y salió directo a la cocina para lavar el plato.

-Sigues con cadenas... Supongo que el alfa sigue respirando.- La cocinera se burló mientras lavaba los trastes.

-Dije que... Algún día... No sé cuándo y no sé cómo... Pero un día el alfa pagará por haber asesinado a mis 2 padres....

-Hay... Si tuviese una moneda por cada vez que eh odio eso... Seria incluso más rica que el Alfa niña.

El día pasó, en efecto Ramón llegó de visita acompañado por Adam; su hijo de 13 años, ambos se alojaron en sus respectivas habitaciones y disfrutaron la comida que Diana ayudo a la cocinera a preparar, Diana estuvo ahí cuando sacaron a los priscioneros de el calabozo de el castillo, el calabozo estaba dividido en 2 partes; una para los esclavos y después estaba una zona donde mantenían a los criminales más peligrosos de el planeta, pero no criminales normales, criminales sobrenaturales, ya que a pesar de que la mayoría de el mundo sobrenatural adoraba y respetaba a Abel y a su gobierno, algunos sobrenaturales soñaban con su poder y trataron de quitárselo, claramente sin éxito, almenos los que habían sido capturados.

-¿No se van a escapar?...- Adam pregunto asustado escondiéndose tras su padre por miedo a los aterradores hombres esposados que los guardias estaban subiendo a una camioneta.

-Tranquilo hijo.- Su padre lo saco detrás suyo y lo puso a su lado sin soltar su mano.- Las esposas que tienen están encantadas, un hechicero les puso un hechizo para que quien las tenga pierda todos sus poderes.

-Entonces... Ellos... ¿Son humanos?...

-Mientras tengan las esposas si, básicamente son humanos sin poderes.- Su padre puso su mano en sus hombros y su Adam sonrió un poco más tranquilo.

Pero mientras los priscioneros avanzaban esposados y custodiados por los vampiros, detrás de Abel estaba su esclava lista para acatar cualquier orden, o almenos eso creía el Alfa, cuando Diana escucho lo que las esposas hacían, sus ojos brillaron y su rostro dibujo una sonrisa malvada, en su mente ella ya tenía el plan para cumplir la promesa que le hizo a sus padres.

El Poder Del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora