DRAGÓN

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-Abel, ¿Qué color te gusta más para la alfombra de la sala de los tronos? El negro creo que es más imponente, pero el rojo creo que da más elegancia... Y el azul solo es bonito.- Selene estaba obsesionada con la decoración, desde que es reina, había cambiado el interior del castillo más veces de las que su novio podia contarlas.

-Elije el color que quieras mi reina, confío en ti.- Abel no podría estar menos interesado, estaba leyendo unos documentos que le mandaron desde Colombia.

Todos dejan inmediatamente sus actividades cuando un hombre vestido con una armadura de color púrpura que cubría cada centímetro de su cuerpo irrumpió por la fuerza en la habitación, su armadura era de verdad imponente con un diseño inspirado en los lobos, parecía estar echa con acero y su casco el cual cubría todo su rostro también contaba con visor oscuro que hacía imposible ver sus ojos, en su mano izquierda tenía un gran escudo en el cual guardaba una espada que en su empuñadura también tenía diseños de lobos.

-¿Quien demonios eres tú?.- Los guardias de el castillo no tardaron en rodear a el hombre de armadura y apuntarlo con sus lanzas y espadas.

-Mi nombre es Alator.- La gruesa voz de Alator resonó en todo el castillo.- Y soy un dragonlord.

-¿Un que cosa?.- Selene se puso al lado de su novio algo dudosa.

-Un dragonlord... Eso es imposible... Están extintos...- Mondred interviene.

-No... Aún no... Yo soy el último de ellos.- Alator bajo un poco la cabeza.

-¿Porque haz irrumpido así en mi castillo?.- Abel hablo molesto.

-Porque necesito tu ayuda... Abel... Bauer.

-¿Mi ayuda?

-El último huevo de dragón... Esta en poder de los humanos.

-Los dragones... ¿Siguen vivos?

-No... El último dragón falleció hace más de 3000 años... Por años se creyó que los dragones de habían extinguido... Hasta hace poco que un grupo de esclavos mineros encontró enterrado el último huevo de dragón.

-Abel la mina en Chile...- Kevin intervino en la conversación.- La mina que se derrumbó tras el un terremoto y varios esclavos lograron escapar.

-Señor los antiguos magos creen que los huevos de dragón podrían vivir hasta 10,000 años antes de nacer... Si los humanos descubren la forma de abrir el huevo y adiestrar a la criatura...-Mondred hablo.

-Podrían usarla para atacar y desatar otra guerra... Con un dragón de su lado... Seria casi imposible hacerles frente.- Kevin interrumpió la explicación de Mondred.

-¿Que esperas obtener tu de todo esto?.- Abel se dirigió a Alator.

-Soy un dragonlord su majestad... El único hombre que tiene el poder de controlar a los dragones, no quiero que esa maravillosa criatura sea usada en una estúpida guerra...

-Esta bien... Te ayudaré a encontrar el huevo de dragón... Pero quiero algo a cambio.

-¿Qué cosa?.

-Tu lealtad... Tener un dragón de aliado podría serme útil en alguna momento.

-¡Los dragones no son armas! Tampoco son para la guerra ni para buscar poder... Son criaturas de magia Abel Bauer... No dejaré que lo uses para tú ejército.

-Ese es el precio dragonlord... Si quieres mi ayuda en tu búsqueda... Deberás darme tu palabra de que tu y ese dragón servirán a mi reino.

-Yo solo le sirvo a una persona Abel...- Alator saco la espada de su escudo y cuando un guardia trato de atacarlo con su lanza, bloqueo el ataque con su escudo y enterró la espada justo en su corazón, causando que cayera a el suelo muerto.- Solo me sirvo a mi mismo.

-¡Atrapénlo!.- Abel grito enojado mientras sus ojos empezaban a brillar de rojo.

Se desató una pelea entre los guardias de el castillo y Alator, donde se demostró que era cierto el rumor de que los dragonlords eran excelentes espadachines, solo necesito de 2 movimientos para cada uno de los guardas para que estos cayeran a el suelo sin vida, su espada, al igual que toda su armadura y su escudo eran mágicos, por esa razón los hombres lobo no podían sanar las heridas que les ocasionaba su espada y fallecían.

-¡NO!.- Abel salto enojado a pelear cuerpo a cuerpo con Alator una vez que atravesó con su espada a 17 de sus mejores hombres lobos.

-No vine a pelear contigo Abel Bauer.- Alator se cubría con su escudo los violentos ataques que Abel le proporcionaba con sus garras.

-Abel basta.- Selene entro en la pelea transformada y logro separar a ambos contrincantes.

-¿Que estás haciendo?.- Abel hablo molesto mientras era apartado de la pelea.

-Tal vez estoy salvando tu vida... Escúchame... Ahora la prioridad es tomar el huevo que los humanos tienen en su poder... Así impediremos que nos ataquen... Después de eso... Veremos qué hacer con el.

-¿Y como sabemos que el no es quien usará el dragón contra nosotros?

-Como te dije Abel Bauer.- Alator volvió a guardar su espada en su escudo.- Los dragones no deben ser usados como armas... Te doy mi palabra de que ese dragón no será usado en tu contra si me ayudan a recuperarlo... Pero no dejaré que lo uses para tú ejército.

-¡Yo soy el rey!.- Abel grito con ojos rojos.- ¡Tú no vas a decirme a mi que hacer caballero!.

-Abel...- Selene apagó su transformación y regreso a la normalidad.- Por favor....

-Esta bien.- Los ojos de Abel se apagaron al encontrarse con los hermosos ojos azules de su amada reina.

-Tenemos un trato entonces Abel Bauer.- Alator extendió su mano.

-Supongo que si... Aunque no olvidaré la sangre licantropa que derramaste hoy.

Alator se acercó a uno de los guardias muertos, con su mano tocó una parte de el cuello de su casco el cual de retiró dejando ver su rostro, era un apuesto hombre que aparentaba tener alrededor de 27 años, con barba corta y cabello que le llegaba hasta los hombros, nariz afilada y ojos cafés igual que su cabello.

-Uxer pilery cure lexar.- Alator puso su mano en la herida de el guardia y sus ojos empezaron a brillar de color púrpura como su armadura.- ¡Uxer pilery cure lexar!.-  después de unos minutos el guardia abrió los ojos muy despacio y una vez que la mano de Alator se retiró de el abdomen de el guardia, la herida que provocó su muerte ya no existía.

Alator repitió el mismo proceso con todos los guardias caídos.

-No es mi intención enemistarme contigo Abel Bauer.- Alator volvió a tocar el cuello de su armadura y su casco con visor oscuro volvió a aparecer.

-Encontremos el huevo para que te largues de mi castillo.- Abel molesto comenzó a caminar a su oficina.

El Poder Del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora