¿Estás bien?

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Piper camina con rapidez hacia la calle dónde Percy dejó su coche, esperando que siga ahí. Suspira de alivio al ver a los dos pelinegros charlando fuera del auto.

—¿Lograste obtener la dirección? —le pregunta a Nico.

—Sí, pero hay un problema —hace una mueca.

—¿Cuál?

—La dirección es del colegio. De una computadora de la sala de computación —dice Percy.

Los hombros de Piper caen.

—Muchas personas usan esa sala —se queja ella— ¿Cómo sabremos quién es el admirador?

—No podemos saberlo —contesta Nico—. A menos que seamos psíquicos.

—Debe haber un modo —insiste Piper—. No lo sé, quizá podríamos vigilar el casillero de Annabeth.

—O tu teléfono —señala Percy—. Dijiste que el admirador te ha escrito mensajes.

Es cierto. La castaña lo había olvidado.

—¿Tienes aún los mensajes? Podría intentar rastrearlos.

—No. Los he eliminado todos —responde la chica. Nico frunce el ceño.

—Pues queda vigilar el casillero... o esperar hasta que te vuelva a escribir —dice Nico—. Hasta entonces... nos vemos luego.

Y se va.

Percy mira a Piper con una sonrisa burlona.

—No sabía que te gustaba Nico —comenta. Piper alza las cejas, habiendo olvidado también ese detalle.

—Ni yo sabía.

El pelinegro se ríe.

—Es hora de irnos, Piper. Ya luego planearemos nuestro siguiente plan para descubrir quién es el admirador secreto.

Unos días más tarde, en el colegio...

Annabeth se encuentra con Jason en la cafetería para hablar con él. Desde el día que ofreció su ayuda para saber qué pasaba entre Piper y Percy no han hablado, por lo que ella no pudo contarle las novedades que hubo después.

Encuentra a Jason en una mesa, jugueteando con un tenedor.

—Ya sé lo que pasa entre Percy y Piper —dice Annabeth sin rodeos. Jason aparta la vista del utensilio para mirarla.

—¿Y qué es?

—Piper está enamorada de un chico, Percy lo sabe. Está haciendo de Cupido.

Las cejas del rubio se alzan.

—¿De verdad? —pregunta extrañado—. Si quiera a un Cupido ¿por qué no te buscó a ti?

—Porque me había mostrado algo distante con ella, y entonces buscó ayuda en alguien más.

—Hmm... —entrecierra los ojos.

—¿Qué pasa?

—Suena sospechoso —se frota la barbilla con aire pensativo—. Para mí que hay algo que Piper omitió.

—¿Crees que me mintió?

—No dije eso —señala—, pero podría haberlo hecho.

—Pero... —ella lo mira con confusión—. No entiendo por qué lo haría.

—Si Piper mintió... debemos averiguarlo —se encoge de hombros el chico. Sin despedirse, se pone de pie para unirse a la fila para el almuerzo de la cafetería. Annabeth se queda sola en la mesa y abre su correo.

Con sorpresa, ve que tiene un mensaje nuevo sin leer de parte de su admirador ¿Qué dirá esta vez? ¿Seguirá pidiendo disculpas?

«Me encantan tus sonrisas. Es lindo verte sonreír, pero últimamente pareces muy seria.

¿Estás bien, Annabeth?

-Tu admirador secreto»

Honestamente, estaría mejor mucho mejor si Percy volviera a estar con ella.

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