Una vez más, caluroso y seco era el clima aquella tarde del viernes 20 de agosto.
Aula de conferencias y usos múltiples del Instituto Romero, ubicada en el condado de New Coventry en Oregon, una universidad con algo de prestigio, era normal que las clases comenzaran a principios de septiembre, pero como parte de una tradición, durante el curso anterior se seleccionaron los mejores proyectos de todas las carreras para poder concursar a nivel regional y posteriormente a nivel nacional con otros institutos. Los mejores fueron quedando ronda tras ronda durante el aquel verano, solo mejor de lo mejor llegaron hasta aquella semana. El club de medios digitales tenía que estar presente para documentar cada uno de los proyectos, pues durante el nuevo curso los miembros del club tendrían la oportunidad de acompañar a los concursantes y dar cobertura en dichos eventos.
En aquella aula había espacio para muchos stands, pero conforme fue pasando la semana solo quedaron diez los cuales fueron ocupando los primeros que se encontraban más próximos a las puertas principales.
Un chico de tercer semestre era el encargado de las fotografías, delgado, estatura promedio, cabello oscuro, un poco largo y desalineado.
—Pecosa, ¿Podrías ir con aquellos dos a entrevistarlos? —señalo dos muchachos de últimos semestres de piel morena.
— ¡No me llames "Pecosa" cuando hay gente!— dijo una abochornada muchacha de cabello castaño, con algunas pecas en su rostro, delgada con caderas anchas y un poco más alta que aquel muchacho.
—Guapa, ¿Podrías hacerme ese favor?
— ¡Te vas arrepentir de tus palabras Jeremy!
La chica tomo una grabadora de una mochila y fue directo a formular unas cuantas preguntas, Jeremy tomo su cámara y revisaba las fotografías de todo el día, clic a clic pasaban las fotografías, unas mal encuadradas otras muy buenas eran arruinadas por personas que iban pasando en el fondo y se colaban dentro de la escena. Un ringtone comenzó escucharse dentro de los bolsillos del pantalón de Jeremy, una llamada entrante, a ver el remitente vio que se trataba de su padre, algo raro puesto que a no ser de una emergencia o algo muy urgente no llamaba, Jeremy preocupado contesto inmediatamente.
— ¿Bueno Papá?
—Jeremy, hijo, ¿Cómo estás?, te marco para saber si vas a poder venir mañana.
—Hola papá, estoy bien, si de hecho los jueces ya terminaron de calificar los mejores proyectos, ya nos notificaron que no tendremos que ir el lunes, pero quizás los demás días si para entregar nuestros reportajes a revisión.
—Bueno, tu madre me ha dicho que te llamará más tarde, una amiga suya de la preparatoria llego de sorpresa y la invito a tomar un café, lleva más de dos horas que se fue, supongo que llegara en un rato más.
—Está bien, llegaré después del almuerzo de mañana.
—Quiero que tengas mucha precaución en la carretera y más con ese vejestorio, recuerda que no es lo mismo que traer la camioneta roja.
—Descuida papá ya domine las mañas que tiene.
—De acuerdo llámame o llama a tu madre mañana cuando llegues, quizás nosotros lleguemos un poco después de mediodía, nos vemos, voy a pasar al ballet por tu hermana sale a las seis y tengo que salir antes para evitar el tráfico, cuídate hijo y salúdame a Adele.
Jeremy bloqueo su celular y lo puso donde siempre, mientras que Adele regresaba.
—Listo, son un poco secos al hablar ese par, se nota que saben mucho de robótica pero sinceramente exponiendo son pésimos, supongo que los jueces vieron algo muy bueno en su proyecto.
ESTÁS LEYENDO
El beneficio de la duda
Ciencia FicciónJeremy tenía la vida perfecta: Estudiaba una carrera universitaria, tenía una novia que lo amaba incondicionalmente, padres amorosos, pero un pequeño viaje cambiaría su vida, en sus manos está el conformase o tomar revancha al destino tomando ventaj...