CAPITULO 1

3K 174 12
                                    


(Doce años después)

Era increíble, esta era la cuarta vez que nos mudábamos en dos años. Cuando creía que por fin podía hacer mi vida en un lugar, papá llegaba con "grandes noticias", mudarnos de nuevo por su empleo. Al menos, esta vez lo habían mandado a una ciudad y no al campo, no es que tenga algo en contra con la vegetación, me agrada el campo la gente es muy amable y unida, pero la señal del internet no era muy buena que digamos.

Nos estábamos quedando en un hotel en lo que encontrábamos una casa para mudarnos, y vaya que era un tanto difícil, ya llevábamos cerca de un mes hospedándonos en el hotel. Ahora mismo íbamos en camino a encontrarnos con un agente de bienes raíces, ya que después de tanto, mi padre accedió a consultar a uno.

- ¿En serio tenemos que mudarnos de nuevo? Estoy harta de cambiarme de escuela - Miré por la ventana

- Hablas como si tuvieses amigos – Se burló mi hermano

- Cállate Leo - Traté de estirarme hacia los asientos de atrás para asestarle un golpe

- Cálmense chicos, harán que choque - Papá me jaló para que me sentara de nuevo, le hice caso y miré para enfrente mientras me abrochaba nuevamente el cinturón de seguridad, cosa que no sirvió de nada porque en menos de dos minutos habíamos llegado a nuestro destino.

Papá estacionó el carro y bajamos.

- Hola señor Hensley, por aquí - nos hizo un gesto para que entráramos

La casa era bonita por fuera, se veía grande y la verdad me vi viviendo ahí. Me emocioné cuando recordé que nos habían comentado que tenía piscina, así que entré apresurada, pero mi alegría se desvaneció. Como dicen, no juzguen a un libro por su portada, y yo lo había juzgado rápidamente, la casa era bonita por fuera pero por dentro estaba descuidada, se notaba que habían tratado de arreglarla aunque no les funcionó. Mi hermano y yo intercambiamos una mirada y nos alejamos de ahí para inspeccionar un poco más a fondo. Era verdad que tenía una piscina, pero vaya decepción, eso parecía un chapoteadero.

- Entonces ¿Qué les parece esta casa? - Preguntó el señor de bienes raíces, era amable y simpático, pero se notaba que era un poco nuevo en esto

- ¿Es una broma verdad? - Respondí y Leo me dio un pellizco para que me callara o tal vez para que no dijera algo grosero

- Supongo que hay otras casas que nos enseñará - Habló mi padre

- Si, pero creí que les gustaría reúne todo lo que me pidieron - Tartamudeó un poco

- Lo sé, pero queremos ver más ofertas - Papá guardó silencio como si reformulara una oración varias veces - No queremos una casa tan descuidada que parece que se va a caer en cualquier momento - Estaba por abrir la boca cuando un ratón pasó corriendo por mis pies, haciéndome gritar - Tampoco la queremos con mascotas

El señor parecía muy apenado, pero no se volvió grosero, en cambio nos mostró unas casas mejores que las anteriores, y después de ver unas cinco nos despedimos de él diciéndole que nos mantendríamos en contacto.

- ¿Nos podemos quedar un rato en el centro? - Miré a mi padre

- Solo tengan cuidado - Tras esas palabras Leo y yo nos encaminamos al centro. Pasamos cerca de media hora ahí.

- Iré a comprar bebidas ¿quieres? - Me levanté de la banca donde leo y yo estábamos descansando

- ¿Tú invitas? – asentí – Entonces sí

Entré a una tienda y tomé dos refrescos y frituras. La fila era larga, me formé.

- Serían $40

- Sí, claro – Tomé mi bolsa y busqué mi dinero. Al parecer se me había perdido mi cartera – Lo que me faltaba - susurré mientras revolvía mis cosas una y otra vez

- ¿Está todo bien? – preguntó la cajera

- Sí, un segundo, no encuentro mi cartera

Me comencé a desesperar, la fila detrás de mí seguía creciendo.

- ¿Va a comprar o no? Apúrese – Gritó uno de los tipos que estaba casi hasta atrás de la fila. Hice caso omiso, aunque no me faltaban ganas para responder. Por eso odiaba a los hombres, son unos desesperados

- Cóbrese esto y eso – la persona que estaba detrás de mí pagó lo mío. Era un chico alto, cabello no tan corto de un negro intenso, debo admitir que no era feo.

- Graci – Se marchó antes de que pudiera decir algo más. Tomé mis cosas y salí

- ¿Por qué rayos tardaste? Creí que te habían secuestrado – preguntó Leo

- No exageres, se me perdió la maldita cartera y para colmo un idiota me estaba gritando, me contuve, le hubiera pegado – mi hermano puso sus ojos en blanco

- Tú y tu odio hacia los hombres. Aún no entiendo porque no me odias a mí o a papá

- ¿Quién dice que no te odio? – bromeé – Además tú no eres un hombre eres un maldito puberto y papá es papá

- ¿Puberto? – bufó – Te recuerdo querida melliza, que tenemos dieciocho, eso no es ser puberto

- Da igual, para mí lo eres

- ¿Y cómo le hiciste para pagar?

- Un tipo lo pagó por mí

- Vaya hasta que sirvió de algo que tengas una cara linda – comenzó a reír y yo solo puse los ojos en blanco

- Pero el idiota es un sin modales, le estaba agradeciendo y solo se fue

- ¿Qué querías? ¿Qué te pidiera tu número?

- No, pero al menos debió esperar a que terminara de hablar y no irse como un animal - me dejé caer en la banca y abrí unas frituras me las llevaba a la boca.

A pesar que pasé viviendo 12 años con mi padre y hermano, tenía un poco de odio a los hombres, no era porque algún chico me haya dejado o algo por el estilo, simplemente me seguía la maldición de toparme con hombres detestables. En todas mis relaciones, fui aprendiendo que los chicos no son como te lo pintan en los libros. Todos solo hablan sobre sí mismos, no toman nada enserio y lo peor son sucios y sin modales. Muchos dicen que no todos son iguales, pero por favor, durante mi vida solo conocí a tipos así. No iba a cambiar de opinión hacia ellos hasta que conociera a alguien diferente.

Te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora