CAPITULO 2

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- ¿Puedo ir a jugar al molino?

- Solo ten cuidado [...]

- ¡Oye! Me ha costado mucho plantar esas flores

- Lo siento... es que se las iba a llevar a...

- ¿Eres nuevo en el pueblo? Jamás te había visto por aquí

- Ah... sí, tiene dos semanas que llegamos aquí

- Oh... ¿Cuál es tu nombre?

- ¿Mi nombre?... no tengo...

- Todos deben tener nombre, yo me llamó Zusumi

- Lo siento, he olvidado mi nombre

- Está bien, te llamaré _____ ¿sí?

- Sí, me gusta ese nombre [...]

- ¡Zusumi! ¡Zusumi! - Abrí los ojos, alguien estaba tocando desesperadamente la puerta de mi habitación, me erguí y froté mis ojos

- ¿Otra vez ese maldito sueño? - susurré

- Levántate, se te hará tarde en tu primer día de clases – Gritaba mi padre desde el otro lado de la puerta

- Ya voy - Había olvidado completamente que hoy entraba a mi nueva escuela, después de todo con el alboroto de irnos del hotel para instalarnos en la nueva casa, había caído rendida. Ni si quiera me daba tiempo de darme una ducha, solo lavé mi rostro y cepillé mis dientes. Me puse un suéter encima de mi pijama que era una blusa vieja y despintada, solo me cambié de pantalones y me puse mis tenis. Cuando terminé de alistarme bajé corriendo y entré en el auto, mi padre arrancó – Odio cambiar de escuela cada medio año

- ¿Y no odias meterte en problemas?

- Tu cállate Leo

- Ni si quiera te peinaste - Leo me miraba por el retrovisor. Claro que me peiné, pero mi cabello tenía frizz a pesar que lo había amarrado en una coleta. Debo admitir que me veía desaliñada al lado de mi hermano.

- Llegamos – anunció mi padre – Cuídense. Zusumi, por favor, evita meterte en problemas

Sin duda, ese era el comentario que más me hacía mi padre y el que más odiaba. Él sabía perfectamente que pedirme aquello era como pedirle a un gato que hablara, imposible. Me encantaba meterme en peleas, lo sé, no es típico de las señoritas, como decían las malditas vecinas que solo trataban de "ligarse" a mi padre. Mi padre aún era joven, tenía diecisiete cuando embarazó a mi madre, además era guapo y buen trabajador, aparte de que ganaba bien. Mi padre pasaba por problemas y no financieros, sino que trabajaba muy diligentemente y no descansaba lo suficiente. Leo y yo, siempre tratábamos de ser buenos hijos, pero siempre debía aparecer un maldito idiota que se quisiera pasar de listo y tenía que ponerlo en su lugar, bueno ese era solo mi caso, digamos que tenía complejo de "heroína". En cambio, mi hermano, era muy diligente con los estudios, era todo lo contrario a mí. Popular, inteligente y carismático. No podía creer que fuera mi hermano mellizo.

- Este año quedamos en diferente salón

- Me alegra

- Oh vamos, sé que detrás de todas esas palabras me quieres mucho – reí, es verdad, quería mucho a Leo, pero odiaba cuando nos comparaban. "¿Por qué no eres como tu hermano?" odiaba que dijeran aquello, el único que no decía eso era mi padre.

- ¿Es enserio? – Grité cuando entré al salón y vi que no había nadie. Al parecer mi padre había exagerado al decir que se me haría tarde, cuando en realidad era muy temprano, tan temprano que no había nadie en el aula. Aunque no era tan malo después de todo, ya que podría escoger donde sentarme. Me dirigí hasta el último asiento de la última fila, saqué mis audífonos y me recargué en mi banca. Al poco tiempo se escuchaba como se iba llenando el salón.

- ¡Oye! – golpearon mi pupitre - ¡Maldita sea despierta! – Abrí los ojos y vi a un tipo al lado de mí, no le tomé importancia y volví a recargarme en mi banca - ¿Quién diablos se cree? – bufó para sí mismo y me quitó mis audífonos

- ¿Qué? – lo miré y me percaté que muchos me estaban viendo fijamente, odiaba ser el centro de atención, sobre todo siendo mi primer día aquí

- Quítate

- Hay un maldito asiento vacío ahí – señalé a mi lado

- Este es mi lugar

- ¿Ah sí? Lo siento, ahora mismo me quito – me levanté

- Así me gusta, que obedezcan – comenzó a reír y al mismo tiempo yo también comencé a reírme, me miró

- ¿Acaso creíste que diría eso? Que idiota – giré los ojos y volví a sentarme. Odiaba ser el centro de atención, pero tampoco iba a dejar que un cretino se saliese con la suya

- ¿Qué? ¿Crees que por ser una chica no te puedo golpear?

- ¿Me consideras una chica? Ah, lo siento, pero no eres de mi gusto – sonreí al ver que lo que dije había causado el efecto que yo quería

- ¡Eres una hija... - estaba a punto darme una bofetada cuando apareció un tipo detrás de él y le puso la mano en el hombro apartándolo

- ¿Te puedes hacer a un lado? Este es mi lugar – sin pensarlo el idiota se alejó. Miré al tipo aquel y me percaté que era el "sin modales" que había pagado mis cosas hace tres días. Él ni siquiera me miró y se sentó. La profesora no tardó en llegar y comenzó a pasar lista

- ¿Henry? – Alzó la mano el chico sin modales "¿Henry? No es un gran nombre" pensé

Después de que pasaron lista la clase comenzó, admito, la clase era aburrida, más aburrida que ver una carrera de tortugas. Cuando la maestra pedía que alguien participara casi nadie alzaba la mano excepto Henry

"¿Así que es un cerebrito? De seguro es el nerd de la clase, solo le faltan las malditas gafas. A pesar de saber mucho no sabe nada de modales, es lo obvio, después de todo es un hombre" pensaba mientras lo miraba de reojo. Permanecí viéndolo hasta que nuestras miradas chocaron. Las clases pasaron tan pero tan lentas, que cuando nos dejaron ir, fui la primera en salir corriendo.

*******

- ¡Hermano! Mira te traje flores... desde que llegamos aquí estás triste ¿por qué?

- ¿¡En verdad no recuerdas nada!? ¡No quiero esas tontas flores!

- ¡Luka! No seas grosero con tu hermano... Ve a jugar ... Luka ¿Por qué te comportas así con tu hermano? Sé que han pasado por un momento muy terrible ... tu hermano no tiene mucho desde que despertó

- Lo sé, pero... - lágrimas resbalaron por sus mejillas - ¿Por qué no recuerda nada? Cuando despertó no sabía que yo era su hermano, ni siquiera recuerda su nombre... No recuerda lo que pasó con nuestros padres... Pero yo, ¡Yo! ... lo recuerdo todo ¡Todo!

- ¿Y porque no le dices cuál era su nombre?

- Tengo miedo que recuerde lo que pasó... no quiero que recuerde nada [...]

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