Narra Valeria
De repente se abren las puertas del ascensor dejando ver a mi hermana delante.
-¡He llegado antes! -dice contenta.
Sonrío sarcásticamente y agarro la maleta para a continuación buscar el pasillo correspondiente.
-Es por aquí -dice Hugo señalando al pasillo de la izquierda. Correcto.
-¿Sabes en qué habitación están los gemelos?
Paula como siempre no se calla ni debajo de agua. No sé para qué quiere saber la habitación si no la voy a dejar ir.
-Eso no lo puedo decir- le saca la lengua.
-Porfi, porfi...-insiste la pesada de mi hermana.
Yo, intento ignorar está situación y sigo andando hacía delante con mi maleta en las manos y buscando el número 122 en las puertas.
-Venimos desde Barcelona, porfi,porfi.
Pero qué bocazas, ya le tuvo que decir hasta donde vivimos.
-Mira, hacemos una cosa. Cuando quieras ir a verlos o no los encuentrres, me avisas, ¿vale?
-Vale, ¡gracias Hugo! Eres el único segurata bueno, ¿a qué sí Val?
La miro mal. Ignoro de nuevo la situación y vuelvo a lo mío.
- Aquí es, por fin -digo parándome frente a la puerta 122.
Meto la llave y la abro. Paula sale corriendo hacia dentro dejando las maletas tiradas por el pasillo.
Por lo que veo, Hugo se ofrece a recogerlas.
- Según tu hermana soy el segurata más bueno, ¿tú qué crees?
- Creo que, en realidad ningún segurata es bueno. Sólo te tocan los cojones y no te permiten hacer lo que quieres -digo sincera.
-Oye, que yo te he dejado entrar.
-Pero no a la primera-me cruzo de brazos.
-Bueno, pero reconoce que soy el que mejor te ha caído de todos -sonríe divertido.
-Mmm...-digo metiéndome dentro de la habitación-tengo que irme, hasta dentro de una semana.
Antes de que pudiera cerrar la puerta, me interrumpe.
- Espera, ¿es verdad lo de que no ibas a salir?
-Puede ser -digo divertida- Chao.
(...)
-¿Puedo bajar ya a verlos?- pregunta Paula por décima vez en la mañana.
- Te he dicho que te esperes a la hora de comer.
-¡Pero por qué a la hora de comer!-insiste.
- Porque así bajo yo de paso, te dejo con la patulea de niñas y me voy yo a buscar un sitio donde comer fuera del hotel.
- ¿No quieres comer conmigo?
- No es que no quiera, sino que prefiero irme a un lugar de comida rápida-miento.
-Es por Dani, ¿verdad?- me sorprende con esa pregunta.
-No.
No contesta. Termino de deshacer la maleta y guardo toda la ropa en el armario, y a continuación meto la maleta bajo de la cama. La habitación está genial, con dos camas de matrimonio, un gran armario, un escritorio con un televisor, un baño y una terraza con vista espectaculares a la playa de Marbella.
- ¿Por qué ya no quieres hablar de Dani?
- ¿Para qué hablar de un gilipollas?- me encojo de hombros.
Paula sabe perfectamente lo que pasó con Dani, por eso no me contestó a lo de gilipollas. Ella también cree que fué un gilipollas, pero igualmente sigue siendo su maldito ídolo de mierda. Nos quedamos un rato calladas. Miro el reloj que está colocado en la pared y me doy cuenta de que son casi las dos de la tarde.
- Vamos a bajar ya, pero sólo porque tengo hambre.
- ¡Gracias! - dice pegando saltitos.
A continuación bajamos las dos hasta la recepción donde se encuentra con un grupo de niñas justo en la puerta del restaurante esperando a Jesús y al otro. Me despido de mi hermana y cuando voy a darme la vuelta para largarme una voz me interrumpe.
- ¡Val! - me giro- Se me ha olvidado el pase vip en la habitación, ¿puedes ir a cogerlo? Es que sino me quitan el sitio.
Mierda. Maldigo a mi hermana y me vuelvo hasta el ascensor para cogerlo. Rezo de nuevo para no encontrarme a Dani por los pasillos mientras subo a la habitación. En realidad, me da igual que me vea el a mi, lo que no quiero es yo verlo a él, porque me hará recordar todos los momentos que tuvimos, y después de lo mal que lo he pasado, no quiero que pase eso. Si mis padres hubieran sabido lo que pasó con Dani no me hubieran mandado a estar aquí con mi hermana. Pero igualmente no se lo pensaba decir.
Hago el recorrido de la recepción a la habitación y de la habitación dos veces, y en menos de tres minutos, por tal de que no haya la casualidad de verle. Aunque el hotel es bastante grande, y ellos deberían de estar en las sweets, con la mala suerte que yo tengo seguro que me los encontraría.
Como ya he dicho, llegué de nuevo a la recepción en menos de tres minutos y fuí hasta donde se encontraba mi hermana.
- La próxima vez vas tú misma a coger el puto pase de los cojones y si te quedas sin sitio asume las consecuencias- se lo doy de mala gana - Me voy a comer por ahí. Vuelvo despúes.
Ando hasta la salida del hotel. Por fín voy a salir de aquí y voy a poder comer sola y tranquila sin peligro de que aparezcan. Abro la puerta principal y salgo. Me encuentro a Hugo.
- ¿Ya ha pasado una semana? - dice Hugo divertido
- Comer tendré que comer, ¿no?- suelto una carcajada- ¿Sabes de algún Burguer por aquí?
- Hay uno justo a dos calles de aquí - me señala- ¿Pero por qué te vas a comer fuera si aquí tienes un restaurante?
- Porque hay demasiado gilipollas suelto por aquí dentro. Me voy, adiós.
Se ríe- Hasta luego.
Sigo andando hacia delante y por fin salgo del hotel. De repente veo una furgoneta negra aparcar y veo que un chico alto, moreno y con tupé sale de él. ¿Jesús? Me quedo en shook, pero igualmente reacciono y me doy la vuelta y salgo corriendo hacia atrás. Me voy a donde estaba Hugo, quien habla con una chica rubia y delgada. Hugo, al verme la cara de descomposición, me para.
- ¿No ibas al Burguer? - me mira-¿qué te pasa?
Obviamente le contaría a Hugo que Dani venía justo detrás de mi, y él intentaría ayudarme a salir por otra puerta o a incluso esconderme, pero la chica rubia esa seguía ahí, y a parte, estaba en estado de shoock, no me salían las palabras en ese mismo momento.
Fuí ha abrir la boca para hablar, pero alguien me interrumpió.
- Mar -no puede ser- mi amor, ¿qué pasa?
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Déjame Quererte → Gemeliers
Teen FictionQue raro es ese momento en el que dos personas se cruzan sin saber que van a terminar queriéndose.