Capítulo 2 "Cadena"

497 77 21
                                    


Sabía el significado de aquellas palabras, lo que implicaba una invitación como esa, pero había una preocupación rondando su cabeza desde hace un par de días y a pesar de lo que se decía, siendo varón, creía tener una opción que no se remitiera a entregar su virtud a cambio de una condena menos grave porque dudaba que el príncipe encontrara agradable participar en esa clase de actos con un hombre y temió entonces, que su consanguínea fuera puesta en la línea entre lo que podía significar la absolución y el castigo.

Iré susurró esa noche cuando la lámpara de un sirviente alumbró la oscuridad del calabozo. Trató de no pensar demasiado cuando el hombre le guio a una habitación para que se limpiara un poco y aunque sus muñecas fueron liberadas por unos minutos para acicalarse y vestirse con otras ropas, estaba al tanto de que lo único que lograría intentando huir de un palacio custodiado por los mejores guerreros del reino, sería que le asesinaran antes de lo pactado.

Sus manos fueron atadas detrás de su espalda y mientras caminaba a la guía del hombre se preguntó si él sabría lo que le esperaba, si estaba bien con el hecho de que su amo ordenara la presencia de un criminal en sus aposentos, pero quizás no tenía derecho a preguntar, después de todo dudaba fuera a cambiar algo si lo hiciera.

–Adelante, el joven príncipe le espera –dijo, luego de abrir las puertas principales que llevaban a las habitaciones del heredero de la corona.

Caminó vacilante, no porque tuviera miedo de él ni su destino cuando había asumido las consecuencias de sus acciones, sino porque se sintió abrumado por alguna razón, como si se sintiera pequeño entre aquellas grandes paredes.

–No pensé que vendría –dijo, sin poder ocultar su placer al verlo empujar las puertas con dificultad debido a las cuerdas sujetando sus manos detrás de su espalda como una pequeña cadena que restringía sus movimientos en un intento de evitar que fuera capaz de huir o lastimarlo.

–Fue usted quien insinuó que lo hiciera.

Sonrió –parece no estar acostumbrado a recordar que habla con el próximo rey.

–Como ya lo ha dicho, no lo recuerdo –dijo sin cambiar su expresión–. Dudo que un príncipe desee la presencia de un criminal en un lugar que no sea un calabozo.

–Tal vez tenga algo de razón, después de todo esta es una petición especial.

Se levantó de su asiento y se acercó a aquel joven de pie en medio de su alcoba, observando con mayor detalle aquellos rasgos que se habían visto opacados por la oscuridad de su prisión y pese a su estado más precario que al inicio, sus cabellos todavía tenían algo de brillo de forma similar al estado de su piel, donde se podía percibir un atisbo de suavidad, quizás debido a su edad o a la mujer que le había dado a luz.

Sujetó su barbilla para mirar mejor su rostro y el menor se sintió como un cerdo siendo evaluado por un carnicero para ser llevado al matadero.

–Su mirada es insolente al igual que la forma en que se presenta ante mí.

–Yo no me arrodillaré ante usted si eso es lo que espera.

Sonrió –no esperaría menos de ti.

Le soltó y caminó por la habitación pidiéndole que tomara asiento, agradeciendo que este obedeciera. No se quejó a pesar de las ataduras y la incomodidad, y se sintió orgulloso de haberse fijado en él porque ningún hombre se había comportado de esa manera frente a él; estaba seguro de que sería bueno cumpliendo el papel que había elegido para él.

–¿Por qué quería verme aquí?

–Asumo debe tener una idea, después de todo no es ingenuo ni estúpido como otros –dijo antes de mirarle–. Me interesa.

Enslaved {KyuSung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora