Final, capítulo 21 "Guerra"

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"Solo porque te vas, no significa adiós; tú puedes pensar que te has ido, pero estás dentro de mí..." –S.L.


Sus pasos se apresuraron viendo una flecha caer ante él cuando estuvo a punto de llegar al menor y ni siquiera tuvo que pensarlo dos veces porque su mano ya había empuñado su espada con un deseo incontrolable de destruir a quien sea que hubiera tenido la osadía de hacerle daño a su guardia.

La espada silbó en el aire después de hacer un corte horizontal en el vientre del extraño que se había acercado al menor y cuando su espada se halló en lo alto, no sintió compasión alguna cuando el pensamiento de terminar con aquel hombre apareció en su cabeza.

–A-aléjese de él –dijo una voz trémula y una exhalación escapó de sus labios antes de mirar en la dirección de la cual escuchó provenir a aquella voz y se sorprendió al ver una jovencita con una capa que sostenía precariamente un arco–, no quiero herirlo.

No comprendió al inicio, qué hacía una jovencita en medio de una guerra, pero cuando sus ojos se encontraron, distinguió una emoción familiar en ella y entendió en ese momento que la razón se debía a que ella compartía la misma sangre del muchacho que ahora yacía herido en la nieve. Era su hermana.

Y aquel descuido pareció ser lo suficiente para que el hombre al que había derribado se incorporara porque antes de poder reaccionar, ya tenía el filo de su arma contra su cuello.

–Llévatelo –escuchó que le dijo a la menor–. Yo no intentaría nada, majestad, no está en posición de hacerlo.

Vio a otra persona aparecer y notó una figura pequeña, demasiado para tratarse de un hombre inmerso en la guerra y supo entonces que debía ser una mujer. La voz, ¿por qué creía reconocerla? Pensó, pero todo estaba dando vueltas en su cabeza, no había tiempo para pensar en calma en medio de un enfrentamiento y ese momento no fue una excepción.

–¿A dónde lo llevan? –cuestionó sin saber si seguía con vida o estaba pendiendo de un hilo; necesitaba que un médico lo revisara, podía desangrarse o quizás la herida era demasiado grande.

–¡Rápido! –ordenó al temer que no pudiera retenerlo mucho tiempo y Jonghoon aprovechó el momento para sujetar su mano y alejar su arma de su cuello; tal vez no estaba preparado para la guerra, pero había sido instruido desde niño para ser capaz de pelear y no permitiría que alguien alejara a Kyuhyun de él después de haber perdido su rastro, pero no esperó que al hallarse sobre el cuerpo de aquel soldado con el pensamiento de asesinarlo, encontrara debajo de las telas, el rostro del guardia real de la princesa de Butzina.

–¿A dónde lo llevan? –cuestionó usando su ventaja para hacerlo hablar, dejándole en claro que no dudaría en cortar su cuello si intentaba huir.

Silencio.

–¿A dónde? –volvió a preguntar, permitiéndole sentir el filo de la hoja en su piel, dejando que una pequeña gota carmín se deslizara por su cuello.

–Órdenes reales de la princesa, majestad –dijo con cierta petulancia, como si le hiciera gracia encontrarse en aquella situación–. Ella sabía que el rey probablemente prescindiría de él cuando ya no fuera necesario.

–¿Por qué? –preguntó sin entender, sabía que la menor ya se había puesto en riesgo al revelar información confidencial del propio rey, así que hacer tal cosa por un hombre...

–Ella lo ama –respondió creyendo saber a qué se refería con aquella pregunta y por un momento, vio el fuego en la mirada del contrario, esfumarse, como si hubiera algo que él ignoraba.

Enslaved {KyuSung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora