"Tócame, quémame toda la piel, tócame más... háblame con un idioma extraño que solo pasa a ser parte de mí" –L.F.
El crujir del metal palpitaba en sus oídos mientras las espadas chocaban en el aire y el aliento escapaba sin poder retenerle lo suficiente para saciarse de él; estaba agotado, el cuero le quemaba la palma con la que había sujetado el mango de su arma desde el amanecer y aunque el cansancio comenzaba a abrumarlo más que la suciedad de la tierra mezclándose con el sudor de su piel, impregnando de oscuridad el tono de esta, un pensamiento le impedía dejar que aquel encuentro terminara con la derrota.
Giró sobre sus talones, empujó su brazo izquierdo con fuerza para dañarlo y apuntó la cresta plateada de su espada contra el cuello enemigo antes de que se recompusiera –suéltala –dejó caer su arma a la tierra al escuchar la orden y sonrió antes de retroceder un paso, entregando su arma al asistente de la armería que lo acompañaban a él y a su maestro cuando estaban practicando en los jardines del palacio.
–El desempeño del joven príncipe ha sido sobresaliente este día –halagó–. Apuesto a que la espada de dos manos ya no será un problema para usted.
Sonrió –debería estar más preocupado por el hecho de haber sido vencido por su estudiante que por una espada.
–Cualquier maestro estaría contento con el hecho de ver a su aprendiz superarlo, pero en el caso de su alteza, parece ser algo sin importancia; me temo que su triunfo no pudo opacar el orgullo que había en su mirada desde que llegó al campo de práctica.
¿Y cómo podría un simple triunfo con espadas compararse a su joven cuerpo?
La noche anterior había descubierto con fascinación los placeres que guardaba su concubino, lo apasionado que podía ser y pese a haber sido reducido al grado de ser quien fuera el receptor de la excitación del otro, no podía molestarse del todo porque había cumplido la función principal de su papel que era satisfacerlo.
Diecinueve años. Su concubino era bastante joven en comparación con otros hombres con los que había llegado a estar, pero ninguno le había provocado ese deseo constante de verle de nuevo para acariciar su piel y escuchar su voz impregnada de excitación.
Jungsoo decía que debía tener cuidado, pero lo único en su mente era ver a su concubino atravesando las puertas de sus habitaciones para proveerle de sus atenciones. Dejó que las sirvientas le quitaran el traje que utilizaba para entrenar y estas se retiraron para dejarlo a solas en el cuarto de baño para que quitara las únicas prendas que impedían mostrar su desnudez.
–¿Él está listo? –cuestionó luego de permitir que su sirviente ingresara y a pesar de darle la espalda al estar en la tina, los años le habían hecho reconocer el sonido de sus pasos.
–Lo estará, así que no debe preocuparse.
***
El aliento escapó de su garganta al igual que un gemido mientras sus labios colmaban de atenciones su cuello y su virilidad le recordaba el privilegio que le había otorgado a alguien de su clase para reclamar al heredero de la corona de Maljut.
–Se ha derramado en mi y yo en usted, su alteza; los cielos deben estar furiosos porque no ha puesto su semilla en una mujer.
El susurro en su oreja había erizado su piel como si reaccionara al simple timbre de su voz y sonrió –no me importa, porque yo nunca estaré con una.
Tomó sus labios con pasión y deseo, acercando su cuerpo joven al suyo en un insensato deseo de sentirle aun más y se descubrió a sí mismo de espaldas en su cama en el anochecer con su concubino sobre él, provocándole al grado de desear que el movimiento no se detuviera porque la vibración que causaba a su cuerpo era un aliciente lo suficientemente agradable como para no renunciar a él tan pronto.
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Enslaved {KyuSung}
FanficHabía conocido la tentación en el pasado y pese a ser un fuerte opositor de los caprichos, pronto se dio cuenta que deseaba tener el poder de manipular aquel temple que se mostraba sin temor y una firmeza que pocos poseían en su posición; deseaba es...