Capítulo 16 "La otra cara de la corona"

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Podía escuchar las voces de un par de niños y olisquear el aroma del pan horneándose mezclado con el acero que era trabajado por un herrero en uno de los puestos a la distancia, hacía mucho que no visitaba el mercado y le había sorprendido saber que podría ir junto con las doncellas del palacio y otros hombres a comprar algunos objetos y comida para el castillo. El rey no le había pedido nada a cambio de un privilegio como aquel y se preguntó si tendría que ver con alguna cuestión de alcoba que todavía no había tratado con él.

–¿Han escuchado?, el joven rey aún no está casado –murmuró una joven comprando en el puesto a su izquierda donde algunas mujeres se juntaban para comprar telas y broches que hicieran juego con su ropa y les ayudara a resaltar su belleza.

–Oí que un aristócrata lo visitó, pero dudo que haya sido una princesa si no ha contraído nupcias todavía.

–¿Creen que los antiguos reyes organicen una búsqueda para encontrar a la siguiente reina?, mi abuela dijo que en su tiempo el rey eligió a una doncella del reino para que fuera la esposa de su hijo.

–Sin duda sería agradable casarse con un rey, especialmente porque he escuchado que es realmente apuesto –murmuró una y un par de risillas se ocultaron detrás de manos blancas cubiertas con telas coloridas.

–Estoy segura de que un heredero con el rostro del rey sería maravilloso y si no es así, seguramente pueda heredar algo de la belleza de la antigua reina.

–En lugar de preocuparse por la belleza de otras personas deberían preocuparse por dejar de hablar de rumores y tener conversaciones de esa clase en el mercado porque dudo al rey le interesen mujeres con tales modales –entregó las monedas al hombre del puesto y las jóvenes le miraron mal, especialmente cuando su hombro chocó con el de una de ellas, empujándole con una carencia de sutileza que le hizo acreedor a palabras que le describían como grosero y maleducado.

***

Los cabellos empapados de tinta se deslizaron suavemente por el papel y el movimiento de su muñeca cesó con el último trazo, escuchando el casi mudo bullicio que llegaba a sus oídos de la lejanía, advirtiendo que un grupo de personas que trabajaban para el castillo habían vuelto y más importante aún, un joven que debía estar en ese momento cuidando de él en la habitación.

–Caquis –dijo cuando los párpados del hombre de ojos oscuros se elevaron para mirarle apenas dejar un pequeño saco sobre la mesita de madera que utilizaba mientras practicaba la caligrafía, escribiendo algo que a él no debía de interesarle.

–¿Debo considerar que es un obsequio?

–Un obsequio que usted ha pagado –respondió–, carezco de dinero así que he vendido una piedra.

–Espero que te hayan dado más por ella que algo como esto o ambos habremos sido estafados, tú por un comprador y yo por creer que serías capaz de apreciar el valor de algo tan costoso.

–Los concubinos solo conocen su cuerpo, despilfarrar dinero que no es suyo es común para alguien que no proviene de una cuna como la suya –dijo–, quizás se preocuparía menos si consiguiera una consorte tal y como murmuran en el pueblo. –Mordió la fruta mientras miraba por la ventana de la habitación un momento y creyó sentir la mirada del rey, pero ignoró la sensación cuando tomó su puesto.

Jonghoon era un hombre astuto, pero incluso él se había visto engañado por aquella conversación, preguntándose si debía ser lo suficientemente ingenuo como para sospechar que las palabras del hombre a su cargo no guardaban alguna extraña emoción que no había vislumbrado antes.

Enslaved {KyuSung}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora