- Aburrida. Así es como últimamente me siento.
- ¿Extrañas Qing Qiu?
- Aveces... aunque últimamente he estado pensando más en Feng Jiu - Bai Qian movió su abanico intentando entretenerse con el y disipar un poco la pereza que la consumia.
- Sabes que puedes ir a visitarla cuando gustes. - Ye Hua le sonrió a su esposa. Sabía bien que su adaptación a los nueve cielos había resultado difícil para ella, siendo de un espíritu libre, tantas reglas y protocolos la hacían sentir á menudo como un pájaro enjaulado, por ello, él siempre intentaba complacerla en sus deseos a manera de compensacion.
- Tal vez lo haga. Quiero cerciorarme de que este gobernando bien...
- ¿Qué este gobernando bien?...¿O que haya superado a Dong Hua?
Bai Qian no respondió.
Ella mejor que nadie sabía lo impetuoso del carácter del clan Zorro, que su sobrina dejará de querer a Dong Hua no era cuestión de trescientos años...El Palacio de Tai Chen estaba impregnado del aroma de incienso de rosas.
Había tanto silencio que podía parecer que el lugar se hayaba abandonado por completo, sin embargo, Dong Hua se hayaba sentado en medio del gran salón con los ojos cerrados, meditando.
En los últimos años habían dedicado gran parte de su tiempo a esta práctica para poder recuperar sus poderes perdidos durante el juicio terrenal que había hecho.
Si Ming entró sigilosamente para no perturbarlo. Lo observo, definitivamente tenía mejor aspecto, sus poderes habían regresado antes de lo previsto.
Era bueno saber que todo regresaba a la normalidad.- ¿Piensas quedarte parado ahí? - le dijo Dong Hua sin abrir los ojos.
- Lo lamento. No quería interrumpir.
- ¿A qué has venido?
- Vine a traerle un presente. Al parecer alguien lo ha dejado a las afueras de su palacio, mi señor.
Dong Hua abrió los ojos. Si Ming le ofrecía de forma ceremoniosa un cofre de plata.
- ¿Por qué alguien me enviaría un presente? Más aun... ¿Por qué no muestra la cara?
- Definitivamente es algo muy raro. Cada cien años en esta fecha aparece un presente frente a la puerta del palacio de Tai Chen. – Si Ming dudo un momento si continuar o no. No pudiendo evitarlo, dijo con una sonrisa nerviosa y un tono de añoranza – Es una gran coincidencia... si hacemos memoria... Un día como hoy, hace 300 años, la pequeña princesa Feng Jiu fue coronada. – y espero la reacción que sus palabras provocarían.
- Feng Jiu... - repitió Dong Hua como si aquellas palabras fuesen ajenas. Se puso en pie. Abrió la caja lentamente y dentro encontró una piedra Tornasol. - ¿La alta diosa sabe de estos presentes? ¿crees que sea ella quien se divierte haciendo algo así?
Si Ming titubeo...
- No lo creo, señor. Alta diosa Bai Qian aún guarda cierto resentimiento hacia usted. Eso es algo bien sabido por todos en los 9 cielos. Además, dudo mucho que ella obre de esta manera. Tampoco creo que esté enterada, no he dicho ni una palabra al respecto en todos estos años.
- Quien quiera que lo haga... ¿Qué pretende exactamente con esto?
- ¿No es evidente señor?... Que usted recuerde quemar un incienso para la buena fortuna de pequeña princesa...Aquellas palabras parecieron remover algo en el pensamiento de Dong Hua, al menos Si Ming así lo interpreto. Haciendo una reverencia, dejo el cofre sobre un cojín y se marchó de aquel palacio llevando consigo una sonrisa traviesa que su señor no logró ver.
Una vez a solas, Dong Hua observo la piedra tornasol. Dicha piedra, sólo se encontraba en las montañas de Qing Qiu.
La idea de que la propia Feng Jiu colocara aquellos presentes le había cruzado por la cabeza en millar de veces. Sin embargo, ella no había abandonado su reino en todo aquel tiempo, ni siquiera cuando había sido invitada a alguna celebración en los nueve cielos, la última vez que se habían visto, había sido en la boda de Ye Hua y Bai Qian.
Feng Jiu habia llegado vestida con ropas tan ostentosas e iguales a su rango, que a él le había costado trabajo creer que fuese ella, sin embargo, la calidez en su mirada seguía intacta, y sonrió para sus adentros al saber que seguía siendo la misma.
Cuando había llegado el turno de saludarse, sostenerse las miradas había resultado sumamente difícil.
- Dong Hua Dijun... - murmuro ella, e hizo una reverencia.
- Ahora eres el monarca de Qin Qiu, no debes hacer reverencias.
Ella no había respondido. Sin volver a mirarlo, fue a reunirse con su tía. Y después de eso, nada.
Dong Hua coloco aquella piedra junto a los dos obsequios anteriores. El primero se trataba de una flor de duraznos que jamás se marchitaba, y el segundo era perla luminosa del lago de Qing Qiu.
Tomo una varilla de incienso de rosas y lo encendido frente a aquellos objetos.
- Mucha fortuna para ti... Jiu'er.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
2DA. ENTREGA DE ESTA HISTORIA.
LAMENTO LA TARDANZA.
GRACIAS POR LEER, POR SUS VOTOS Y POR COMPARTIR ESTA MAGNIFICA HISTORIA.
OJALÁ LES GUSTE Y ESPEREN EL PROXIMO CAPITULO QUE PROMETE ACELERAR CORAZONES.
NOS LEEMOS PRONTO.
WRITERROSSES
ESTÁS LEYENDO
LA FUERZA DEL DESTINO: Ten Miles Of Peach Blossom.
FanfictionSe dice que nadie cuyo nombre no esté escrito en la piedra del destino podrá conocer el verdadero amor y contraer matrimonio. Dong Hua se ha negado a si mismo está posibilidad, borrando por voluntad propia su nombre, condenandose asi a jamás poder c...