Fengjiu miraba las orquídeas purpuras plantadas en el jardín de su palacio.
En algún momento ella intento plantar unas cuantas, pero morían inevitablemente al paso de los días; pero esas, llevaban un par de semanas y seguían tan radiantes como si estuviesen a la orilla del riachuelo.
Pasaba mucho tiempo observándolas, incluso había sustituido sus paseos por quedarse en su jardín y leer junto a aquella orquídea, tocar el erhu o simplemente tomar una siesta con el viento rosándole el rostro. Se sentía tranquila y feliz.
Escucho que las puertas se abrieron y una doncella le anuncio que el guardia de los establos Shaoyang, había llegado tal cual ella lo solicito.
Se levantó de inmediato del césped, se sacudió sus ropajes y fue a la entrada de su palacio. Ningún hombre podía entrar a sus aposentos, asi que debía verlo en la terraza.
Shaoyang la reverencio en cuanto la vio.
- Estoy a sus órdenes, mi señora. ¿Qué necesita que su servidor haga? – le dijo con propiedad.
- Lo he mandado llamar solo para agradecerle. – le respondió con dulzura mientras se acercaba a él para susurrarle – las orquídeas que ha plantado son increíbles. Gracias por eso...
- No sé de qué me habla... - intento mentir, y a ella le causo algo de gracia.
- Sé que fue usted... aunque aún no me explico cómo pudo entrar sin ser visto a mis pabellones... es un hombre hábil... - se alejó de él y en voz alta decreto con solemnidad – desde este momento Shaoyang deja de ser un guardia de establo y pasa a ser guerrero de mi guarda en primer grado. Asígnenle el puesto de la entrada principal y el uniforme que le corresponde.
- Pero mi señora... - intercedió otro guardia sin atreverse a mirarla – no hay ya puestos disponibles. Todos los lugares están ocupados...
- ¿Y? – respondió ella altiva – he dado una orden. Quiero a Shaoyang como mi guarda y no aceptaré un no por respuesta... ¿O prefieren que la orden venga del gobernador?... – el guardia bajo aún más la mirada y ya no dijo más nada.
Desde ese momento Dijun fue puesto a vigilar la entrada al palacio de Fengjiu.
A sus oídos llegaba las injurias que sus compañeros comentaban entre sí. Nadie se explicaba por qué el favoritismo de la honorable consorte hacia ese recién llegado sin mérito alguno.
Cuando Wen Chang llego de sorpresa un par de días después, frunció el ceño al verlo en la entrada, Dijun no se inmuto, se limitó a saludarlo con respeto como lo haría cualquier otro. Wen Chang lo había mirado con desprecio, pero tampoco dijo nada.
- ¿es que ni siquiera tengo la libertad de elegir quien quiero que proteja mi vida? – le había reclamado ella cuando Chang le toco el tema. Y con tal de no dar importancia, implanten termino aceptándolo; sin embargo, ordeno que sus cosas fuesen trasladadas al palacio de la honorable consorte, no estaba dispuesto a separarse más de ella.
De ese modo, Dijun tuvo que soportar la presencia de Chang por un par de semanas, en las cuales tuvo que obedeceme cada capricho.
Desde darle de comer en la boca, hasta lavar la ropa y mostrar su calzado. Dijun se sentía humillado.Afortunadamente eso se acabo cuando se anunció que la primera esposa, la cual se había recluida en su propio palacio al otro extremo del complejo, estaba embarazada y Fengjiu, en un arranque de celos e ira, saco todos los ropajes de Chang a la terraza y no le abrió la puerta cuando él reclamo entrar.
Asi fue como Chang tuvo que regresar a su propio palacio y dividir su tiempo ahora entre sus deberes de gobernador, su primera esposa e intentar contentar a Fengjiu. Se reprochó a si mismo haber cometido un error como ese, y mientras su frustración iba en aumento, Dijun celebro en su interior, sin embargo, le dolía escuchar a Fengjiu llorar por las noches, así como ver las bandejas de comida que entraban desde la mañana y eran retiradas hasta el anochecer sin ser tocadas por la consorte.
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LA FUERZA DEL DESTINO: Ten Miles Of Peach Blossom.
FanfictionSe dice que nadie cuyo nombre no esté escrito en la piedra del destino podrá conocer el verdadero amor y contraer matrimonio. Dong Hua se ha negado a si mismo está posibilidad, borrando por voluntad propia su nombre, condenandose asi a jamás poder c...