LA VIDA SIGUE

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Dong Hua abrió los ojos y lo primero que vio fue el hermoso techo decorado con sedas blancas de su dormitorio. Se incorporó. A su lado estaba una tetera y tazas de jade para el té. Al pie de su cama, el difusor de incienso aun quemaba los rezagos de la varilla de incienso, a un costado, la daga descansaba.

Recordó lo acontecido y se froto la cien con las manos. Se sentía avergonzado. ¿Cómo pudo él perder los estribos?

- ¿Su señoría? – Si Ming apareció llevando una bandeja de frutos secos, semillas y frutos.

- ¿Cómo he llegado hasta aquí?

- Lo he traído yo, señor. – respondió humildemente Si Ming – me disculpo por haberlo inducido al sueño, pero si no lo hubiese hecho, usted probablemente seguiría...

- Suficiente... - la mano de Dong Hua se elevó para silenciarlo – gracias. ¿Alguien se enteró?

- Nadie señor. Nadie supo de su visita a la roca del destino. Aunque el señor celestial Ye Hua y otras deidades vinieron na visitarlo para saber que lo tenía inquieto. Cuarenta y nueve rayos impactaron en los diferentes niveles del cielo, así que el desastre fue realmente preocupante. – Dong Hua trago saliva. Por haber sido el gobernante del mundo, gran parte de la estabilidad de los reinos estaban ligados a su vida y sus cambios de humor. Por ello, siempre intentaba mantenerse indiferente, ante todo, para evitar, precisamente, catástrofes como aquello. – Les he comentado que usted estaba en reclusión por tres días para renovar su energía espiritual y que debido a eso se debió el cambio. Lamento si no he dado una respuesta competente.

- No, estuvo bien. Fue una buena idea decir eso. – Dong Hua se puso en pie y se colocó una túnica blanca. - ¿Las doncellas?

- Ellas no vieron ni escucharon nada. Les he borrado la memoria a unas cuantas que lo vieron salir del palacio. Me he asegurado de no dejar nada que avergüence a su señoría. – Si Ming dejo la bandeja junto a la tetera. Dong Hua cavilo sus palabras. Si, estaba avergonzado de su reacción. – Señor, si me permite preguntarlo... - continuo con humildad - ¿Exactamente que pretendía hacer?

- ¿No era obvio? – incluso apenado, Dong Hua no dejaba su majestuosidad al responder. Altivo e imperioso, parecía ni siquiera haberse inmutado ante aquello, como si solo se hubiese tratado de un juego de niños.

- Su majestad es uno de los inmortales más poderosos que aún sobreviven, pero incluso para usted es imposible gravar su nombre. Intentarlo puede ser ya acreedor a un castigo. Por su bien, le suplico no lo intente. – Dong Hua observo a Si Ming, que estaba de rodillas y haciendo una profunda reverencia ante él. Sus palabras sonaban sinceras y preocupadas. Si Ming era el más cercano a él. Si no fuese así, no solo su reputación estuviese dañada, si no que quizá hubiera hecho algo peor.

- Descuida – dijo en un suspiro – no volveré a hacer nada estúpido y se llevó a los labios una almendra.





***

Fengjiu acomodaba la almohada de Wen Chang, mientras él no dejaba de mirarla.

Se sentó junto a él y revolvió un poco la sopa. En sus labios había una leve sonrisa de alegría.

- Puedo hacerlo yo... - le dijo él para evitar que ella lo alimentará.

- Sé que puedes hacerlo... - e ignorándolo coloco la cuchara frente a sus labios – abre...

LA FUERZA DEL DESTINO: Ten Miles Of Peach Blossom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora