Su Jin tenía los pies entumidos.
37 días mortales habían transcurrido desde que se había adentrado en aquellas montañas árticas. En el cielo, aquello solo era lo equivalente a unas pocas horas.
Desde que estaba en la tierra había envejecido con más premura, y su odio hacia aquellos que habían desterrado y por los cuales todo su clan se había extinguido, aumentaba con más y más ímpetu a medida que lo recordaba.
Sus padres y los suyos habían muerto en un aguerra que ni siquiera era de ellos. Una guerra en la que solo ella fue la perdedora. ¿y de esa forma osaban pagarle? ¿echándola como a un perro?
Los odiaba a todos. Especialmente a Ye Hua que la había despreciado. Y luego Bai Qian, esa bruja que se había entrometido en su camino.
Pero iba a vengarse. Acabaría con todos ellos a como diera lugar. Así se le fuera la vida en ello.
Por eso, cuando había escuchado de esta posibilidad, no lo pensó dos veces.
Ahora cada paso que daba, sentía que la acercaba cada vez más a su cometido.
Miro tras de sí. Un camino helado con sus huellas se observaba. La tormenta de nieve había quedado atrás y ahora, visualizaba a unos cuantos pasos la cumbre de aquella montaña.
Era la más alta de todas, ahí debía estar lo que buscaba.
Entro a la cueva que tenía enfrente y de inmediato sintió el cambio de temperatura. Ahí adentro, no existía el frio, era cálido, como si una chimenea estuviese ardiendo y nivelara la temperatura. Se deshizo de los abrigos y cuando intento dar un paso más cayó al suelo. Todo el cansancio acumulado se hizo presente. A gatas, se obligó a avanzar, la oscuridad la fue envolviendo. No veía nada.
El tiempo que tardo en esa situación le pareció tan largo que, justo cuando sus fuerzas se habían terminado y estaba por caer rendida en un sueño del que quizá no podría despertar, vio un resplandor.
- ¡Al fin! – exclamó.
Aquello era una especie de cámara. En el centro, se elevaba un gigantesco pilar de roca y granito que soportaba en lo alto una gema purpura. Sonrió.
Extendió una de sus manos y con los pocos poderes que le quedaban intento atraer la gema hacia ella. Pero ni siquiera se movió. Lo intento por segunda vez, ahora con ambas manos.
- Pierdes tu tiempo. – escucho una voz que le decía. – solo yo puedo entregar la gema.
- El guardián. Habías tardado mucho en aparecer – respondió ella.
- Supe que llegarías cuando sentí tu esencia. No eres humana, pero tampoco una diosa. ¿acaso una desterrada del reino del cielo?
- Algo así. – respondió ella con rabia. - ¿Cómo obtengo la gema? ¿puedes ayudarme?
- Puedo... ¿pero porque tendría que hacerlo?
- ¿Qué debo hacer para obtenerla?
- ¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio de obtenerla? – el tono de aquella pregunta hizo estremecer a Su Jin. De inmediato una sombra se manifestó saliendo detrás de aquel pilar. Flotaba en el aire dejando un espacio vacío entre su ser y el suelo. – Vamos, dilo... ¿Qué das a cambio de la gema?
- Mi alma. – dijo entre dientes – entrego mi alma si a cambio obtengo la gema.
- Una oferta tentadora... ¿Qué harás con el poder que ella te brinde?
- Destruiré a los que me destruyeron. Gobernaré cielo y tierra. Dioses y mortales.
- Que así sea...
El ser sonrió malévolamente y extendiendo lo que parecía ser su brazo, por medio de sus poderes movió la gema de su sitio y la dirigió hacia Su Jin.
Un resplandor purpura se extendió ante sus ojos. El ser oscuro desapareció y Su Jin sintió como su pecho era atravesado con la gema. Sintió mucho dolor, incluso creyó que moriría.... Pero al final, se di cuenta de lo que había ocurrido. Ahora ella, era una sola con la gema y todo le poder que esta le confería.
Ahora, estaba lista para la guerra. Pero antes, debía crear unas cuantas alianzas...
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HOLA MIS AMADAS LECTORAS.
AQUÍ CUMPLIENDO MI PROMESA DE ACTUALIZAR SEGUIDO.
ESPERO ESTÉN ODIANDO A SU JIN TANTO COMO YO.
NOS LEEMOS PRONTO.
WRITERROSSES
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LA FUERZA DEL DESTINO: Ten Miles Of Peach Blossom.
FanfictionSe dice que nadie cuyo nombre no esté escrito en la piedra del destino podrá conocer el verdadero amor y contraer matrimonio. Dong Hua se ha negado a si mismo está posibilidad, borrando por voluntad propia su nombre, condenandose asi a jamás poder c...