Ye Hua movió la pieza y sonrió.
Dong Hua en cambio, miro de forma airosa como estaba a dos movimientos de perder el juego.
No había estado muy concentrado durante la partida. En su mente seguía la incógnita de quien dejaba aquellos regalos frente a su palacio. Verlos le incomodaban de algún modo, pero la idea de tirarlos a la basura le desagradaba aún más. Tampoco podía enviarlos de vuelta, no tenía la certeza que fuese la misma Feng Jiu quien los enviara.
Pensándolo bien, hacía mucho que no sabía nada de ella. Ningún rumor había llegado a sus oídos. Solo esos regalos misteriosos eran lo único que parecían avivar el recuerdo.
- Solo ríndete. Deja de ir contra corriente y déjate llevar... las preocupaciones por las consecuencias pueden esperar...
Dong Hua levanto una ceja y miro a Ye Hue, que con una sonrisa triunfadora había pronunciado aquellas palabras.
- Lo que acabas de decir... ¿es por el juego? ¿o debo interpretarlo como un mensaje en doble sentido? – y movió una pieza.
- Yo hablaba del juego.... ¿acaso mis palabras pueden ser interpretadas de alguna otra forma? – y sin borrar esa sonrisa de triunfo Ye Hua movió su pieza.
- No. De ninguna otra. – Ye Hua miro con aire divertido a su compañero. En los últimos años se habían vuelto un poco más unidos. A menudo se reunían a jugar, o simplemente a conversar de asuntos sobre la paz de los reinos. Dong Hua siempre daba excelentes ideas con base a su experiencia, más sin embargo, su hermetismo persistía, y ni las bromas ni insinuaciones sobre la joven Feng Jiu, podían ser mencionados.
- Te gane. – anuncio moviendo su pieza. - ¿Hay algo que te atormente? Has estado muy pensativo el día de hoy.
- Nada. ¿Que podría preocuparme?
- ¡Ye Hua! – la voz de Bai Qian llamando a su esposo se aproximaba hacia ellos, y en breve, la alta diosa entro al salón donde ellos estaban. Saludo con un asentimiento de cabeza a Dong Hua y dirigiéndose a su esposo continuo - ¿podemos hablar? Es algo urgente.
- Claro. – de inmediato se puso en pie y su rostro adquirió la misma preocupación que la de su esposa. Se alejaron un poco y ella comenzó a darle el mensaje.
Dong Hua miraba la escena con suma atención. Su curiosidad se despertó al ver la preocupación de ella. No era normal verla tan alterada.
Una joven doncella se arrodillo a su lado para servirle más té y recoger la bandeja con los diminutos bocadillos restantes.
- Has que Si Ming venga apenas se marchen los señores del cielo. – le dijo casi al oído. La doncella asintió y se marchó con diligencia justo cuando Ye Hua regresaba.
- Voy a tener que retirarme. Hay asuntos que debo atender.
- ¿Hay algo grave que esté ocurriendo?
- No, en absoluto. – sonrió y haciendo una reverencia dio media vuelta.
Bai Qian lo esperaba en el mismo lugar en donde habían hablado.
Por instantes la mirada de ella y Dong Hua se cruzaron. Cada quien sabía lo que sabía.
Ye Hua se emparejo con ella y la tomo del brazo para salir del palacio de Tai Chen.
Mientras tanto en el reino de los mortales se encuentra la cordillera ártica, que es un sistema montañoso con abundantes cumbres heladas y glaciares.
Alrededor de ella los mortales siempre han tejido diversas historias, convirtiéndola en un punto místico para admirar. Pero adentrarse en ella ya es en sí una sentencia de muerte. Se dice que han sido muchos los que han entrado para recorrerla y llegar a los misteriosos tesoros que oculta, pero que ninguno ha podido regresar de sus viajes.
Su Jin recordó esta información justo al verse de pie ante aquel monumental paisaje de montañas blancas. Había hecho un largo viaje hasta ese lugar, casi dos años.
Había escuchado de un viajero sobre lo que escondía aquella cordillera y apenas oírlo supo que tenía que intentar llegar hasta es tesoro. Durante su travesía, había seguido recabando información, había hecho mapas a base de conjeturas hechas por todos aquellos que conocían las historias, se había hecho de abrigos y suficientes víveres para soportar un buen tiempo.
Aún conservaba sus débiles poderes, pero no serían suficientes si los empleaba desde el inicio. Tenía que ser meticulosa si deseaba sobrevivir.
Acomodándose el abrigo de piel de oso gris y colocándose la capucha sobre la cabeza, se adentró poco a poco por el sendero nevado que se abría paso entre los riscos, mientras que al frente podía observarse como un humo blanco se esparcía... una tormenta de nieve estaba cayendo mas adelante...
- ¿Me mandó llamar señor? - Si Ming se inclinó y espero que su señor hablara.
- ¿Sabes si ocurre algo malo?
- ¿Algo malo? – pareció no comprender la pregunta.
- La alta diosa Bai Qian vino muy afligida, intercambio unas palabras con el señor del cielo Ye Hua y ambos se marcharon tan presurosamente como si el mundo estuviese en peligro. ¿Ocurre algo que el palacio de Tai Chen ignore?
Si Ming pensó detenidamente. Dong Hua, como siempre, hacia parecer con su tono de voz que nada le importaba, pero él sabía que tantas preguntas indicaban que se sentía sumamente curioso.
- No tengo ninguna información al respecto. Ni en este reino ni en ningún otro. – Dong Hua, que se hallaba de pie, coloco las manos a su espalda y empezó a caminar de un lado a otro. – Pero... si usted lo desea puedo poner más atención en lo que se escucha por los pasillos. Hoy precisamente visitaré a Cheng Yu, quizá pueda averiguar algo.
- Hazlo. Pero que parezca discreto. Si los señores del cielo salieron así de preocupados, debe ser algo realmente grave.
Si Ming hizo otra reverencia y salió de allí.
Si Dong Hua se interesaba tanto en saber algo, es porque ese algo valía la pena, pensó.
Y no pudo evitar tener un mal presentimiento.
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HOLA MIS AMADAS LECTORAS.
HE AQUÍ EL 5TO. CAPITULO.
QUICE COMPENSARLAS POR LARGO TIEMPO QUE NO ACTUALICE.
AHORA ESTARÉ ACTUALIZANDO CADA SEMANA APROXIMADAMENTE.
GRACIAS POR SEGUIR LEYENDO, POR SUS ESTRELLITAS Y POR SUS COMENTARIOS.
DÉJENME SABER SUS COMENTARIOS....
NOS LEEMOS PRONTO.
[] WRITERROSSES []
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LA FUERZA DEL DESTINO: Ten Miles Of Peach Blossom.
FanfictionSe dice que nadie cuyo nombre no esté escrito en la piedra del destino podrá conocer el verdadero amor y contraer matrimonio. Dong Hua se ha negado a si mismo está posibilidad, borrando por voluntad propia su nombre, condenandose asi a jamás poder c...