Verdades a medias

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Dejamos el coche y seguimos andando. No hablamos. Yo solo lo seguía. Llegamos a una piedra que estaba tallada. Tenía una pequeña fuente.
-No bebas- parecía que me había leído la mente. Supongo que sí.

-Estos dibujos representan la lucha entre el mal y el bien. Las almas son seres oscuros, pero como ellos hay más. Sombras, guerreros, demonios, sirenas, ogros, trolls, orcos... No todos son malos. La mayoría viven a nuestro alrededor sin que nos demos cuenta. Lo que pasa es que las almas son los más rebeldes. Hizo falta una alianza entre las sangres para que dejaran de sembrar el caos.-  escuchaba atentamente todo lo que me decía. - Los blanco son tipo hadas, ninfas, luceros y más que no pueden hacer daño. Luego estamos nosotros.- Le mire, pensaba que éramos de los blancos.- los seres de color. Telépatas, sirenas, amazonas, cazadores...

-Hace tiempo las almas sembraban el caos, pero por culpa de nosotros y los blancos. Así que conseguimos apaciguarlos con pactos. Ellos nos dejarían en paz si les dábamos cultivos, permitimos dejarles salir una vez cada mes y que sus hijos estuvieran a salvo. Aceptaron y desde entonces no ha habido problemas entre ellos y nosotros.
Otros oscuros querían pactos. Debido a que ellos eran los únicos capaces de controlarlos. No les importaba ayudarnos pero querían una cosa. Amnistía. Y eso no podíamos dárselo por ser guardias simplemente. Así que pidieron que las futuras generaciones no vivieran con el rechazo de todos ni  fueran juzgados.
Así que llegamos a un pacto, si ellos ayudaban a nuestros hijos con sus poderes y a controlar las almas, nosotros no le hablariamos de este mundo a nuestros hijos hasta que fuera necesario al igual que ellos,  para que no se criaran con prejuicios. Las sombras vieron fugas en ese trato, pero aceptaron. - se quedó sin decir nada unos segundos.- Azrael es una sombra, por ejemplo ¿Entiendes porque no te hablé de esto antes?-

- Si comprendo- se escuchaba a alguien hablar.  Venían por donde habíamos llegado. Mi padre se escondió detrás de unas piedras y yo lo seguí.
-Este sitio es solo de los oscuros. Nosotros no deberíamos estar aquí.- me susurró.

Quienes se acercaba eran dos jóvenes un chico y una chica. Pero no los podía distinguir por los agujeros.
Nos movimos y ellos también y pude llevar a ver qué eran Azrael y Gadriela. Estaban bebiendo de la fuente. Entendía que Azrael estuviera aquí, ¿pero y Gadriela?

-¿Porque crees que ha venido esa alma?- le preguntó Azrael, estaban como mirando los dibujos.
-Supongo que alguien a incumplido el acuerdo. Porque hoy no es el día. No ha salido de aquí. - dijo aliviada Gadriela
- Pues eso solo puede significar que no es nuestro problema. -  sonrió Azrael.
-Llamaré a los otros, para averiguar de dónde ha podido salir. Pásame mi móvil-

Se lo estaba pidiendo. Ella se acercó a él. Él se acercó, la beso y ella lo tomó por la cintura y se alejó. Le había cogido el móvil.
-¿Y ahora qué?- le dijo ella con una sonrisa pícara. En ese momento mis esperanzas cayeron rápidamente. Se habían besado, lo que significaba que había algo entre ellos.

Llamó a alguien.  Él le estaba susurrando cosas. Le pregunté a mi padre porque no nos íbamos. Me dijo que la única salida era por donde habíamos salido.
-Samuel... Hemos tenido un encontronazo con un alma hoy... Iba a por un telépata. Si avisa al grupo... Es que Azrael era su vigilante por eso... Si el avisará a los suyos...¿Que si voy esta noche?... Sí claro... Adiós.- termino la llamada. Se me olvidaba que hoy había reunión. Cierra esto. - señalando a la piedra y las cerraduras de las que no me había dado cuenta.

-Mira la flor- le dijo Azrael un tanto preocupado.  Se estaba cayendo de la rama y acabó sobre la gran piedra posándose delicadamente.
-¿Notas el ambiente más frío?-  
El viento empezó a soplar y apareció un ser similar al del gimnasio. Pero este parecía un cuerpo de verdad. Azrael cayó al suelo. Gadriela lo miró, pero estaba más atenta de aquello que se había formado.

-Menos mal que estás aquí no sabía dónde encontrarte.- dijo el ser. Esta vez hablaba en alto.
-¿Qué quieres, acaso nos conocemos?- preguntó curiosamente. Debíamos ayudarla esa cosa era peligrosa. Mi padre vio mis intenciones y me sujeto.
-No, no hemos tenido el placer de hacerlo.- hablaba de una forma sarcástica y seria. -Se que eres buena defendiendo a gente que parece no tener las de ganar ¿Y me gustaría que me representaras? Porque no ha sido uno de los nuestros quien a atacado a esos telépatas. Alguien le estaba obligando.-
-No lo dudo, ¿pero porque iba ayudarte?-
-Porque quieres que el tratado se vuelva a firmar, pero con otras consideraciones ¿No? ¿Hablamos ya el mismo idioma?-
-Te escucho.- se sentaron en la roca
¿Que tenía Gadriela que ver con todo esto?¿Era ella acaso una oscura? ¿Telépata?

-Eres la chica más poderosa de los tuyos...-
-Si vas por ahí estás equivocado, ya que soy la única así que tira por otro camino.- le dijo cortante, totalmente segura de sí misma.
-Creo saber quién quiere que esto salga mal. Es León el grande. Quiere que estalle la guerra. Sabe vuestros planes...-
-Para. No hables de eso, los árboles son mensajero del enemigo ¿Es que no escuchas los  corazones palpitantes? No es que no te creas, pero tienes ideas raras. Esta noche ven a aquí.- le entrego una tarjeta.- ¿Me ayudas a subirlo al coche?- señalo a Azrael y aceptó.

Se fueron por dónde había venido. Mi padre y yo salimos unos minutos después. Aún no era capaz de asimilar que Gadriela era como yo o que no era normal. Todo era tan raro y que nunca me lo hubiera contado me dolía. En el coche a casa no hablamos, pero necesitaba hablar con él. Así que esperaría a esta noche cuando estuviera solo, en su despacho. Había sido apuñalado por la espalda dos veces por la misma persona en un par de minutos.

Un Tímido Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora