¿Qué tiene que ver ella?

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-¿Qué haces tú aquí?- miró a mi padre- ¿Porque lo has traído?- preguntó Gadriela mientras caminaba por el pasillo.

Yo iba detrás suya. Necesitaba saber porque y quien era.
Llegamos a la sala de las sillas. Samuel y Azrael estaban hablando con ella. Parecía nerviosa, irritada. Nunca la había visto así.
-¿Porque estáis aquí?-
-Necesitaba saber cosas sobre lo de esta mañana y mi padre me trajó...- no me dejó continuar.
- Castiel necesitaba respuestas sobre lo que había pasado está mañana y no se cree nada que le cuento. Así que pensé que tú mejor que nadie podía explicarselo.- mi padre estaba muy calmada. Se notaba que elegía con cuidado sus palabras.
-¿Hoy? Cuando hay reunión de urgencia, ¿De verdad?-  se frotó los dedos en la nariz como si estuviera nerviosa.
Me cogió del brazo y se sentó en una silla.

-¿Qué quieres saber?- me preguntó.
No podía hablar. Ahora que la tenía delante no podía emitir palabra.
-Ya veo no sabes el que.- se quedó pensando.- Soy una oscura, una sombra. De la familia de los Za. Soy capaz de controlar la oscuridad a mi antojo ¿Algo más?-

Me quede callado, iba a soltarlo todo.
-¿Porque no me lo dijiste, es que no confiabas en mi ? ¿Donde estuviste este verano? ¿De qué os conocéis tu y Azrael? ¿Pensaba que éramos amigos?- me sentía bien, aunque creo que había subido el tono de voz.
-1 Este mundo es secreto. Nadie puede decirte que pertenece a él. Sólo pueden enseñarlo 2 Este verano estuve donde te dije en Europa. 3 Somos compañeros de clases. 4 Si que lo somos. Por eso te salvé la vida.-
-¿Salvarme la vida?- cuando había pasado eso. Me relaje y baje los humos.
-¿Esta mañana en el gimnasio? yo cree la barrera. Fue difícil, porque entraba mucha luz y no había sombras casi. Azrael consiguió que no te achicharra la cabeza esa alma y que la enfermera no sospechara nada.-

No tenía palabras. Si era cierto me habían  salvado la vida. Mi hermano, Miguel había entrado en la sala con un montón de papeles. Sonó un pitido. Gadriela se levantó.

-Vas a venir con nosotros, pero no hablaras, ni te moverás, ¿entendido? - me dijo mi hermano Miguel.
Los seguí atravesando de pasillos. Miguel le estaba explicando a papá algunas cosas de los papeles. Llegamos a una sala grande con trece sillas rodeando una mesa. Una pantalla de televisión. A los lados había una rinconera enorme para sentarse. Estaba a rebosar de gente. Mi padre se sentó a la derecha en una de las sillas, yo detrás de él, en la rinconera.

Gadriela, el tal Samuel, su padre y un montón de gente estaba en la sala.
Ella a la izquierda, nosotros a la derecha.
Empezó hablando un señor de la edad de mi padre situado en el centro.

-Da comienzo la reunión de hoy- su torrente de voz era grave, emitía respeto al hablar.- comencemos con el primer punto de hoy. Las almas que han ido a por hijos de telépatas.-

-Bueno para aquellos que no lo sabíais, los siete hijos de los telépatas han sido atacados. A la luz del día, en sus respectivas escuelas. Algunos han sufrido daños significativos. Otros como Castiel han tenido la suerte de que son novatos y sus vigilantes estaban cerca para que la conexión no fuera dolorosa.- decía un chaval de la edad de mi hermano unos 21, con una carpeta y enseñando cosas en la pantallas. - Según los protectores las puertas están cerradas y no hay ninguna que haya podido estar abierta. Así que eso nos lleva al problema ¿De dónde han salido esas almas y que quieren?- dijo mirando a todo el mundo.

Al principio parecía que no sabían qué decir. Todos en silencio, sin moverse. Hasta que uno empezó a hablar y a partir de ahí discutían entre ellos. Mi hermano se sentó a mi lado.
-Esto es normal. No dicen nada y de repente el ruido invade la sala. Todos se echan la culpa, menos uno que está pensado y dará una respuesta razonable ¿Quién crees que es?- me miró.
-No se- respondí, tampoco me importaba.
-Mira atentamente, sólo uno de ellos no está metido en la conversación. Si lo encuentras sabrás quién es el que sabe más de todo este asunto.- nunca había oído hablar a mi hermano así, parecía un adulto, un abogado o un policía.

Miraba con quien hablaba cada uno todos estaban hablando a la vez. Miraba sus caras, sus gestos. Me estaba quedando sin gente y allí estaba ella. Era su padre él único que no estaba metido en la conversación. Le decía algo al oído. El parecía no estar del todo seguro o preocupado. Se puso firme, afirmó con la cabeza y se sentó resto. Gadriela se acercó al joven que había hablado antes. Le dijo algo y este le cedió su sitio.

Un Tímido Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora