Nada

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Al abrir los ojos estaba en una inmensa sala blanca. Ya no sentía dolor. Me podía mover bien. Todo parecía funcionar bien dentro de mi cuerpo, pero aquella sala blanca era efímera. No sabía cómo salir. Pensaba que estaba en un sueño, pero me dormía y volvía a estar hay. No había muebles, no había cielo, no había agua, no había gente, no había nada.

Caminaba por el lugar hacía más nada cruzando los dedos para encontrar algo al final. No había nada, solo blanco miraba izquierda, derecha y nada. No tenía fin.

Cuando me hartaba de andar me sentaba en el suelo, o en el cielo. Todo me parecía igual. Cerraba los ojos y recordaba mi vida. Esperando que todo aquello no hubiera sido un sueño. Las lágrimas no cesaban.
Recordaba aquellas tardes con mis amigos, mis primeros días en las clases de los telépatas, donde no me acordaba del nombre de nadie. Jajaja. Recordaba el vestido de Gadriela en año viejo. Recordaba mi fiesta de cumpleaños jugando al monopoly con Jaime y Lianna. La buena pareja que hacían. Las veces que había ido a casa de Hunter a jugar a cualquier juego de la playstation comiendo palomitas , mientras me adelantaba en alguna curva, como nos tirábamos los cojines cuando uno de los dos hacía trampa. El día en el que me escondí detrás del sofá y supe por primera vez que Hunter era gay , cuando los vi besándose. Recordaba lo hermosos que era Estena aunque nunca hubiera ido de viajes a otro sitio.

Recordaba el día en el que el alma vino al instituto. Lo enfadado que estaba con mis amigos por no haberme dicho nada. Recordaba la primer vez que moví algo con la mente intencionadamente, la lámpara casi acaba rota de tanto intentarlo. Jajaja. Recordaba las cenas con mi familia cuando era más pequeño, mi primera bicicleta. Mi madre detrás mía cogiéndome para que no me callera. El día en el que nació mi hermano pequeño cuando yo tenía seis años. El cumpleaños de Miguel cuando tenía diesiocho y me dejó jugar al paintball con sus amigos. Recordaba la figura musculosa de Gadriela, sus ojos rojos , su melena negra. Memorizaba lo que yo era un y, lo que era Hunter un cazador y lo que era Gadriela una sombra capaz de moverse entre la oscuridad y usarla a su antojo. Recordaba aquellos días con Samuel, Azrael, Hunter y Miguel entrenando y sudando esperando que todo aquello hubiera sido real.

Volvía a abrir los ojos llorosos. Seguía en aquel maldito sitio. Si hubiera habido algo en el suelo lo hubiera lanzado bien lejos. No sabía cuánto tiempo había pasado si unos segundos, minutos o días, meses o incluso años.

De repente empecé a sentir como mi pecho se movía. Alguien me están pegando. Podía notar los golpes, pero no me dolían. Sentí una descarga electromagnética. Como si alguien me intentará reanimar o un rayo me hubiera caído encima. Por un momento sentí respirar aire. Prosiguen las descargas, pero alguien debió de parar, porque dejé de sentirlo. Esa misma persona u otra se abrazó a mi cuerpo. No sabía quién era, pero me reconfortaba. Sentía como alguien tocaba mis labios y luego me besó. Lágrimas llenaban mi rostro. Tal vez hubiera sido mi primer beso y no podía disfrutarlo. Sentía la calidez de sus labios, pero yo no estaba haciendo nada.

Volvió la nada. No pasó nada. Ya no había abrazos ni descargas. No había sentimientos no había esperanza , ilusión. Estaba atrapado en la nada infinita. Estaba muy enfadado conmigo mismo. Si esto era la muerte era un coñazo. Maldita esfera blanca.

Caminaba en la infinita espesura de aquella sala, habitación o lo que fuera. Recordaba los momentos de mi vida y hacia los entrenamientos que había estado haciendo aquella última semana de vida con Azrael. Al final ya no me cansaba tanto. El tiempo me hizo perder la cabeza. El blanco podía ser un color que no me desagradara, pero ahora era el que más odiaba.

Cuando recordaba algo me fijaba en los colores, diferenciándolos todo. Intentaba crear cosas o tal vez una hoja de papel. Lo que ubiera dado por un libro, inclusos si era de los malos o un cuento infantil. Dormía lo más grande, pero el problema era que no sabía cuánto tiempo había pasado.
De vez en cuando sentía como se clavaran agujas en el brazo, pero desaparecía. Sentía como si mi cuerpo se moviera. Cómo si estuviera en una camilla y me condujeran por un camino de piedras, pero volvía a desaparecer. El mejor día fue cuando al pinchar la aguja salió sangre. Por fin vi algo que no era blanco. Sentía salir la sangre de mi cuerpo y lo estaba viendo. Admiraba como fluía. Escribía cosas en el suelo con ella, hasta que se acabó. La saboree, la olí. Si hubiera habido alguien más hubiera pensado que estába loco y era cierto lo estaba pero allí no había nadie.

~Narrador~

-Parece que el sujeto reacciona a la cura 97.- había muchos médicos alrededor del cuerpo inerte.
-Tiene heridas internas ¿Que hacemos?-
-Tenéis que curarlo antes de que despierte. Si lo hace. Eso es solo si él quiere. - le tocó el rostro. A pesar del tiempo que había pasado no había cambiado. La esfera mantenía el cuerpo intacto.

Tras varios días de operaciones, los médicos se dieron por vencido. Volvieron a llevar al paciente a la camilla. La doctora que estaba a su cargo, parecía agotada y triste. Era el quinto paciente seguido al que no le funcionaba la cura. Iba a irse cuando escuchó la respiración. Sus ojos se encendieron. Le quitó el respirador. Los ojos se abrían poco a poco. Intentaba pronunciar palabras.
-Tranquilo.- le pasó un vaso de agua. Le dejo que cogiera fuerza - Yo me llamo Vigdís. -
Le costaba hablar.Su voz era ronca, sonaba como si estuviera ronco.- Castiel.- la mujer le sonrió y llamó a una enfermera.- ¿Estena?- la mujer no logro entender eso.
-¿Si estamos en Estena?- asintió. El rostro de la mujer de entristeció.- Estena desapareció hace unos años. Ahora estamos en el espacio buscando un lugar donde vivir.- parecía desconcertado tras las palabras de la mujer.
-¿Cuando?-
- En el año diez de la séptima era.-
El chico empezó a convulsionar y ponerse nervioso. La mujer chilló a la enfermera para que la ayudará. Gritaba - Tercera era. El veinticuatro del trece de mil ochocientos noventa y siete. - Estaba tartamudeando, muy nervioso.-¿Mi familia?,¿mis amigos?- la médica lo miraba con tristeza en sus ojos.
-¿Que había ahí, mientras estaba durmiendo?- hizo que todo el sufrimiento de estar solo, los entrenamientos, los colores, los rostros. Llenarán su cabeza de recuerdos. Le gritó a la enfermera y a la médica.
-Nada. No había nada. Blanco.- gritaba enfadado. La enfermera le administró un suero y se fue relajando.
-Lo siento mucho. Ahora podrás tener una nueva vida o morir. - se lo susurró al oído.- Ahora eres tú el que decide, pero el dolor ya ha pasado. Han pasado más de cuatro mil años de la tercera era.- le dio un beso en la frente y apuntó su nombre.

- Castiel Viña Albarracín.-

Un Tímido Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora