Entre secretos

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Era de noche mi padre estaba solo en el despacho. Estaba sentado de espaldas a la puerta. Algo roza mi oreja y se clavó en la puerta. Mi padre se gira y yo también ¡Me había lanzado un cuchillo! Se sobresaltó. Tal vez pensara que era un ladrón.

-¿Qué haces aquí, tan tarde?-quitó el cuchillo de la puerta.
-Yo... quería preguntarte una cosa- estaba nervioso. Parecía enfadado.
-Dime.- dijo más relajado sentándose en su sillón.
-¿Que hacía Gadriela ahí?-
-Eso tiene que desvelartelo ella, ¿pero podemos verlo? Es el mejor momento. Ella no te lo contará salvo que se vea obligada a hacerlo.-

No lo entendía nos subimos al coche estábamos yendo fuera de la ciudad. Condujo una hora. Estábamos en una discoteca de carretera. Se escuchaba la música desde fuera. Cuando entremos el ruido era peor. Había gente bailando a lo loco, borracha. Nos costó abrirnos paso entre la gente. Llegamos a un pasillo estrecho lleno de puertas. Todas cerradas. En el pasillo solo estábamos nosotros y un hombre custodiando una puerta. Nos acercamos a él.

-Estos puerta está prohibida, probad en otro lado.- dijo con una voz que daba miedo.
-Soy de la orden...-
-Me da igual de donde esa, vaya a hacer lo que quieran con el chaval en otro lado.- Me miró.
-¡No¡ pero, si es mi hijo. Por favor.-
Un hombre salió de la  puerta.
-¿Que pasa aquí?- tenía un tono agudo y chirriante.
-Quieren entrar, jefe.-
-Mikel ya te he dicho que preguntes los nombres.- nos miró
-Soy Rafael Viña y este es mi hijo Castiel.-
-Déjalos pasar Mikel.- el hombre estaba enfadado, no obstante nos dejó pasar. - Así que Rafael Viña. Sois una leyenda en algunos círculos.-
Atravesamos la puerta. Era un pasillo muy largo. Sin ventanas, ni puerta.
-¿Qué hace alguien como tú aquí? Si no es molestia.-
-Mi hijo… digamos que acaba de despertar y no se lo acaba de creer, así que se lo voy a enseñar.-
-Eso está bien. Aunque...-me miró directamente a los ojos.-  tienes que aprender a creer cosas que no veas.-

Llegamos a una gran sala. Había un montón de sillas. Parecía la sala de esperas de un hospital. Miro una lista.

-Hoy lo que tenemos es reunión de los protectores de las puertas, reunión de blancos y una de urgencia pero aun falta media hora para eso.-
Mi padre me miró.
-A la de los protectores.-
El hombre se acercó a una pared. No había nada. Se puso a palpar la pared, tiró de algo y se abrió una especie de puerta. Era increíble. De la nada había aparecido una puerta y un pasillo. Entramos y cuando me voltee para ver la sala. Ya no estaba, solo había oscuridad.
El hombre nos guiaba a través de la oscuridad con un candelabro. Se veía luz al fondo. Me recordaba a una película en la que alguien se va a morir y ve la luz al final del camino. La verdad es que no aparentaba desde fuera un tamaño tan grande.

Cuando llegamos a la luz. Había una sala pequeña, con un cristal. Podía ver que había al otro lado y escuchar las voces de esas personas, pero no reconocía sus rostros.
-Esto parece que aún no a empezado- dio unos golpes al cristal, este se movió como si fuera agua. -¿Pasa algo Samuel?-
-No nada, el proyector que se ha apagado ya está Ga, enchufandolo.- respondió desde el otro lado. Un chaval de un par de años mayor que yo, con los brazos llenos de tatuajes.
-Si golpeas el cristal, ellos te escucharán. Si no nada.- me dijo el hombre.
De repente una luz salió de la mesa que había en la otra sala. Todos sonreían.
Alguien salió de debajo de la mesa. Tenía el pelo largo. Me resultaba familiar. Haber si se daba la vuelta. Chocó la mano con Samuel y se colocó a su izquierda. Sólo entonces puede verla ¿Era ella? ¿No podía ser? ¿Otra vez?

-Si, hijo es ella. Es real.-
Estaba desconcertado. Necesitaba explicaciones. Cómo es que pertenecía a este mundo y no me lo había contado. No... Tenía que asimilar todo esto.  Talvez por eso no le sorprendió que le dijera que era un y en las vacaciones.

-¿Nos podemos ir?- le pregunté a papa.
-Si quieres saber respuestas esta es la mejor opción que vas a tener, sobre lo de esta mañana.-

Hablaban de dónde podía haber salido el alma que había visto yo y también los otros chavales de mi clase. Llegaron a la conclusión, creo, de que sólo atacaban a los más jóvenes de las familias más poderosas. Gadriela explicó su encontronazo con el alma en la roca. Todos creían que eso del tal León era mentira. Todos menos Samuel, el no dijo nada. Tras eso y varias gráficas que no llegue a entender. Empezaron a abandonar la sala. Aunque no por la puerta que estaba a nuestro lado si no en la pared opuesta. Nos íbamos a ir, cuando alguien abrió la puerta por donde habíamos venido.
Era Azrael ¿Otra vez, de verdad? ¿Tenía que seguirme necesariamente a todos lado?

-¿Qué hacéis aquí?-  me preguntó enfadado.
-¿Y tú?- le dije yo de la misma forma.
-De verdad.- arqueo la ceja y miro a mi padre. -es nuestro territorio.- Se quedo pensando.- ¿que vienes a la reunión?-
-A eso vengo chico.-  no se había percatado de la presencia de mi padre y solo entonces se le bajaron los humos.

Estaba escuchando dos carcajada, y vi que otra puerta se abrió. Eran Gadriela y Samuel. Ella se me quedó mirando y su rostro cambio de una sonrisa en la cara a un rostro serio y desilusionado.

Un Tímido Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora